En las últimas décadas, los videojuegos han dejado de ser una simple forma de entretenimiento para convertirse en una de las industrias más influyentes del mundo, su expansión no solo ha transformado la manera en que las personas interactúan con la tecnología, sino que también ha reconfigurado el panorama cultural, social y económico de una gran parte de la población global.
En 2023, el mercado de los videojuegos alcanzó una cifra histórica de más de 200 mil millones de dólares, consolidándose como una de las mayores industrias de ocio, superando incluso al cine y la música en ingresos.
El atractivo universal de los videojuegos reside en su capacidad para ofrecer experiencias inmersivas y personalizadas, donde cada jugador puede vivir historias únicas y participar activamente en mundos virtuales que, en muchos casos, parecen más reales que la misma vida cotidiana. Esto ha generado una comunidad global que se conecta a través de plataformas online, estableciendo redes sociales interactivas y comunidades que se extienden más allá de las fronteras geográficas y culturales.

Títulos populares como Fortnite, League of Legends o Minecraft, han demostrado el poder de los videojuegos para unir a personas de diferentes edades, géneros y antecedentes culturales, creando experiencias compartidas que, a veces, trascienden la barrera del idioma y la distancia.
Empresas como Nintendo, Sony, Microsoft y Activision Blizzard han logrado transformar los videojuegos en grandes fuentes de ingresos, con franquicias que generan miles de millones de dólares cada año. Además, el auge de los esports, con competiciones que llenan estadios y se transmiten en plataformas como Twitch, ha consolidado a los videojuegos como una opción profesional de carrera, con jugadores que alcanzan la fama mundial y patrocinadores que invierten cantidades astronómicas en estos eventos.