Durante su mensaje a la nación, el presidente Nayib Bukele explicó con una analogía lo que El Salvador atraviesa en estos momentos: «Imagínense a una persona que va al doctor. Que ha vivido muchos años toda la vida enfermo, varias enfermedades, y prácticamente se ha acostumbrado a vivir con ellas. Pero de repente se empezó a sentir aún peor de lo normal. Así que decidió ir donde un doctor que le dijo: «No se preocupe, no es tan grave, sigamos así».
Luego se puso peor y fue con un segundo doctor, un tercer doctor, y le dijeron lo mismo que el primero. Fue donde un cuarto médico y este le dijo: «Sí, la verdad sí estás enfermo de algo grave y crítico, pero este tratamiento te va a curar».
El tratamiento no funcionó. El problema había terminado convirtiéndose en un cáncer, y todo apuntaba a que era un cáncer terminal. Esta persona desesperada va donde un quinto, un sexto y un séptimo doctor.
Unos le mintieron, otros fueron negligentes, otros lo engañaron, otros lo estafaron, y ninguno fue capaz siquiera de reducir el dolor. El cáncer parecía no tener cura y cada día estaba peor y peor.
Finalmente, cansado pero todavía con un poquito de esperanza, fue con un octavo doctor, y este último le dijo que sí había cura. Le dijo desde el primer día que tal vez iba a tener que tomar medicina amarga, pero que lo iba a curar de ese cáncer.
El doctor le dio el tratamiento y el paciente hizo y siguió las instrucciones al pie de la letra hasta que el cáncer desapareció. El paciente estaba curado. Esta persona decidió confiar en el doctor sin quejarse, apoyándolo, siguiendo la receta al pie de la letra, y gracias a Dios y al tratamiento comenzó a mejorar hasta que se curó del cáncer que todos le habían dicho que era terminal.
Poco a poco empezó a retomar su vida y a disfrutar todo lo que el cáncer le había quitado. Quería quitarse todos los otros males que tenía de todo el tiempo y decidió ir de nuevo al doctor, pero en vez de ir al doctor que lo curó fue al quinto doctor, al que casi lo mata. Este le dice:
«Yo no tengo tratamiento para su enfermedad, pero sí le puedo hablar mal del médico que lo curó, porque solo lo había curado del cáncer […]. Ustedes a quién le harían caso: ¿al doctor que los curó del cáncer o a los doctores que casi los matan y los estafaron?».