Arce, de 60 años y en el poder desde 2020, estuvo el miércoles bajo el asedio de militares con tanques que trataron de irrumpir en el palacio presidencial, donde se encontraba el mandatario cuando estalló la sublevación.
Incluso, uno de los carros de combate intentó derribar la puerta, por donde luego ingresó caminando el general Juan José Zúñiga, cabecilla del fallido movimiento.
Las tropas sublevadas se apostaron frente a la sede de gobierno, en pleno centro de La Paz, antes de replegarse.
Zúñiga también abandonó el lugar, tras lo cual fue detenido y presentado en un cuartel de la policía, junto al comandante general de la Armada Boliviana (Marina), el vicealmirante Juan Arnez Salvador.
Ambos son acusados por la fiscalía por los delitos de terrorismo y alzamiento armado.
Después de varias horas se apaciguó el temporal, con el retorno de los uniformados a sus cuarteles y la detención de los dos jerarcas castrenses.
En las últimas horas, Palacio de Gobierno difundió una conversación entre Arce y Zúñiga en las puertas de la casona presidencial, rodeados de militares.
Arce la increpa: «yo soy su capitán (general), vuelva tras sus órdenes y lleve a toda la policía militar a sus cuarteles (…) repliegue a todas estas fuerzas en este momento, general. Es una orden general, ¿no me va a hacer caso?». Luego Zúñiga respondió con un tajante «no».
Arce, desde su cuenta en la red social X, dijo la noche del miércoles: «¡Vamos a defender la democracia y la voluntad del pueblo boliviano, cueste lo que cueste!».
Agradeció a los países «que han condenado de manera enérgica y se han pronunciado en favor de la democracia boliviana, ante el intento de golpe de Estado a nuestro gobierno».
Los presidentes Nicolás Maduro (Venezuela) y Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil) condenaron con energía la intentona golpista.
El gobierno de Estados Unidos llamó «a la calma» y aseguró que «está siguiendo de cerca la situación».
Rusia también condenó el intento de golpe y manifestó su «apoyo total e indefectible» al presidente Arce.