Desde el ascenso a la cima del poder de Juan Orlando Hernández, Honduras se convirtió, según la justicia estadounidense, en santuario de capos y zona de tránsito segura para la droga: un «narco-Estado» que, advierten expertos, llevará mucho tiempo desmantelar.
Hernández fue condenado el miércoles a 45 años de prisión por una Corte de Nueva York que lo halló culpable de participar entre 2004 y 2022 -cuando fue diputado, jefe del Congreso y luego presidente del país- en una red que envió más de 400 toneladas de cocaína a Estados Unidos.
Según la fiscalía federal, el exmandatario (2014-2022) de 55 años recibió millones de dólares de los cárteles, entre ellos el de Sinaloa, del mexicano Joaquín «Chapo» Guzmán.
Poco después de dejar el poder en enero de 2022 fue detenido y entregado a Estados Unidos. El gobierno izquierdista de Xiomara Castro lo sustituyó con la promesa de combatir el narcotráfico y la corrupción. Pero ¿cuánto se ha avanzado en ese desafío?
Sin cabeza
Jerarcas policiales, militares, diputados, jueces, empresarios, alcaldes y políticos de distintos colores, hasta llegar al presidente, fueron vinculados en Honduras con redes del narcotráfico.
«El mundo narco había colocado piezas dentro del engranaje estatal, pero en la administración de Castro no se puede hablar de las ‘cabezas’», comentó a AFP la abogada defensora de derechos humanos, Reina Rivera.
El sociólogo Pablo Carías coincidió en que «nadie puede acusar» a Castro «de involucramiento», pero matizó señalando que «se habla», hasta ahora «sin pruebas», de que podría haber algunos funcionarios «relacionados con la narcoactividad».
«Es imposible eliminar el narco-Estado que construyó Juan Orlando en dos años», dijo a AFP vía telefónica Mike Vigil, exfuncionario de la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA).
Vigil señaló que el tráfico de cocaína desde Colombia es aún fuerte por Honduras y los cultivos de coca que empezaron a ser hallados en 2017 en las montañas hondureñas ya «no son experimentos» y hay narcolaboratorios que «están produciendo» droga allí.
«Son de grupos de narcotráfico hondureños» con «colaboración del cártel de Sinaloa» y «el Jalisco Nueva Generación», afirmó.
Hace poco, al anunciar la captura de Mario José Cálix, socio de Hernández, el propio ministro de Seguridad, Gustavo Sánchez, reconoció que «la estructura criminal fue descabezada», pero «el cuerpo sigue operando».