Hay muchas cosas que nunca faltan en el Estadio Cuscatlán. Pero, también, hay un personaje que jamás falla cuando la azul y blanco salta al césped del «Coloso de Montserrat». Se trata de Ricardo Montano, un salvadoreño que tiene más de 30 años de dedicarse a la joyería. Sin embargo, cuando la Selecta debe defender los colores patrios, Ricardo se transforma en el querido y conocido «Indio Cuscatleco».
Con más de 20 años de personificar al Indio Cuscatleco, Ricardo señala que quiere continuar haciéndolo durante todo lo que le falta de vida. Además, enfatiza en que el personaje va más allá de ser uno de los más icónicos aficionados del combinado nacional, siendo también un referente de lo que significa ser salvadoreño.
Para Ricardo, no importa el país en el que un salvadoreño pueda estar, siempre debe profesar con orgullo sus raíces cuscatlecas y la sangre azul y blanco que corre por sus venas. Además, deja en claro que el Indio Cuscatleco siempre estará dispuesto a dar su apoyo a la selecta, a la Selección de Fútbol Playa y a todo atleta salvadoreño que represente al país en cualquier deporte.
¿Quién es el Indio Cuscatleco?
El Indio Cuscatleco es alguien que simboliza lo más bello que un país puede tener, que es su identidad. Es el azul y blanco, es nuestro escudo. Eso es lo que representa el Indio Cuscatleco para todos los salvadoreños.
El Indio Cuscatleco va más allá de apoyar a la selección. La idea es traspasar las fronteras. No importa a que país te vayas, tú debes sentirte orgulloso de que tu ombligo quedó en El Salvador. Cuando en otro país nos pregunten de dónde somos, nosotros tenemos que decir con orgullo que somos de El Salvador.
Ser salvadoreño es un privilegio que muchos quisieran tener, haber nacido en este país tan lindo. No importa dónde estés, hay que sentirse orgullosos de decir que somos salvadoreños.
Y, Ricardo Montano, el hombre detrás del personaje ¿quién es?
Soy un hombre que se esfuerza por salir adelante. Como todo buen salvadoreño, que nos encanta trabajar, que nos gusta ganarnos los frijolitos, que salimos a trabajar con esfuerzo y que, cuando estemos con la sopita de frijoles, le sintamos el sabor del esfuerzo, me gusta ganármela vida honradamente.
He trabajado mi vida en el área de joyería. Tengo 30 años de estar en esto, quizás fue mi primer trabajo y ahí me quedé. Ahora, con la oportunidad del personaje, también he podido sostenerme del personaje.
Entonces, ¿el Indio Cuscatleco también se convirtió en un empleo?
Siempre le he dado gracias a Dios por haberme dado el personaje. Él sabe porque me lo dio a mí. Entonces, por eso, le pongo ganas. Recuerdo que, en una ocasión, una señora, en el estadio, me llamó para una foto de una forma un poco pesada. Comenzamos a hacer las fotos y, al final, me regaló una cora.
Esa cora me hizo sentir mal, porque yo no andaba pidiendo, si yo andaba así vestido era por apoyar a la selección. Por educación le acepté la corita. Luego, de repente, la gente me fue dando un dólar, dos dólares, tres dólares, cinco dólares… Esa cora fue como el inicio de algo que iba a vivir también de eso.
Eso fue aproximadamente en 2009. Si yo hubiera sabido que esa cora sería la bendición de mucho la hubiera guardado. En aquel momento me hizo sentir incómodo, pero terminó siendo una bendición. Ese fue el primer paso, el inicio. Ahí comencé a poder sostenerme también del personaje.
Me han contratado empresas para tomarme fotos, para ir a eventos, para hacer muchas cosas más. Ha sido una bendición de Dios. El personaje, como tal, ha estado en Portugal, en Bahamas, en República Dominicana, en Panamá, en Costa Rica, en Guatemala, en Honduras, en Nicaragua. Al principio yo me costeaba los viajes. Luego, había gente que me decía: «¡Hey, Indio! Yo te pago el boleto si te vas con nosotros». Así fue como la gente comenzó a ayudarme. Ahí tenía comida, techo y entrada al estadio. Había gente que me pagaba la entrada para que yo los acompañara.
¿Cómo surgió la idea de personificar al Indio Cuscatleco?
Las cosas buenas siempre nacen de forma inesperada. Algo así nació esta idea. Nació también por amor a la azul y blanco. Siempre me ha gustado el fútbol y siempre he ido a apoyar a mi selección. Yo veía que llegábamos al estadio y que tal como llegábamos nos íbamos, si al caso se veían unas banderitas y hasta ahí.
Allá por el año 2000, en un partido contra Honduras, surgió la idea de ir allá a apoyar a la selección. Compramos el ticket para una excursión y nos fuimos. En esa ocasión, utilicé una peluca de lana, es la que aún conservo porque es la primera que utilicé y que tiene 21 años ya. Llegué, me puse la peluca, me hice la bandera en el rostro y comenzamos a apoyar. Perdimos ese partido, como casi siempre, porque un jugador que se llamaba (Carlos) Pavón Plummer siempre nos tenía la medida y nos marcaba goles, pero es en ese partido en que nace la idea del Indio Cuscatleco.
Empezó solo con una peluca y pintándose el rostro. ¿Cómo fue entonces que construyó el resto del disfraz que ahora se conoce como el Indio Cuscatleco?
Fue poquito a poco. Iba agregándole cosas. Comencé solo con una camisa azul y blanco que me llegaba hasta abajito de las rodillas. Luego, fui agregando detalles y le fui dando vida a este personaje. Comencé a hacerme las banderas, a ponerme la peluca y siempre con la camisa grande. Así fue como empezó a llamar la atención de los medios de comunicación. Poco a poco fui construyendo mi traje más llamativo.
¿Ha habido instituciones que lo han apoyado para seguir siendo el Indio Cuscatleco?
La Federación de Fútbol me ha apoyado. No me cobran la entrada. Yo llegó al estadio y solo entró. Ya tenemos ese acuerdo. Ellos han sido un buen apoyo para mí.
¿Cómo fue el recibimiento que comenzó a darle la afición salvadoreña al Indio Cuscatleco?
La aceptación de la gente es lo que me motivó más a darle vida al personaje. La gente, cuando me veía, hacía cola para tomarse fotos conmigo. Eso me hacía sentir bien. Pasaba hasta una hora con la gente tomándose fotos. Yo decía: «Si la gente no se aburre, pues yo tengo que seguir aquí tomándome fotos».
Nunca he cobrado por una foto porque yo siempre he pensado que, a veces, uno llega al estadio justo con lo de la entrada y eso tocaba mi corazón porque la gente merecía las fotos que ellos quisieran. Así fue como me gané el cariño de las personas e, incluso, el reconocimiento a nivel internacional.
El apoyo de la gente ha llegado al punto que, a veces, me han invitado a bodas. Hay gente que me ha dicho que son muy aficionados al fútbol y a la Selecta y me han pedido que vaya a animar una boda así vestido como el Indio Cuscatleco. También me han invitado a fiestas de empresas o a escuelas, en sus intramuros.
Y, en otros países, ¿cómo han recibido al Indio Cuscatleco?
En otros países también he tenido una gran aceptación. Mucha gente se asombra y comienzan también a pedir fotos e, incluso, me invitan a comer, a tomar algo, a la casa de algunas personas en otros países. Por decirte algo, una vez estuve en República Dominicana y ahí creían que yo era un brujo por como andaba vestido. Una muchacha se me acercó y me comentó que tenía problemas y quería le ayudara con brujería. Tuve que decirle que yo andaba ahí para apoyar a la selección en un partido contra la selección de ellos. Me daba risa, pero también me preguntaba si de verdad parecía un brujo. Han sido varias experiencias así, pero siempre, siempre, he tenido una excelente atención en otros países.
Donde tuve más temor de ir fue a México. Temía que, al presentarme así en un estadio donde quizás había unos diez salvadoreños… Me temblaban los pies, no te miento, porque no sabía cómo podía reaccionar la gente allá. Recuerdo que fue un partido jugado en Santos, en Torreón. Me maquillé como a las 10 de la mañana y el partido era a las 7 de la noche. Estaba solo en el estadio y se me fueron acercando los mexicanos. «¡Me van a linchar!», pensé, pero, al contrario, comenzaron a platicar conmigo y me invitaron a comer. Pero eso sí… son malos porque en la comida me metieron chile y terminé por enchilarme… querían ver la reacción del Indio Cuscatleco al comer chile. No te miento, la aceptación en otros países ha sido linda, muy linda.
Son más de 20 años como este personaje. En todo este tiempo, ¿cómo ha sido la convivencia con las diferentes generaciones de futbolistas a las que has apoyado?
Con quienes más compartí fue con la selección que dirigía Albert Roca, porque los acompañaba al hotel, me quedaba con ellos y ese convivio fue bonito porque tuve al jugador y al entrenador de cerca. Es el grupo con los que más he convivido.
Con los «Guerreros de Playa» también ha sido una convivencia bonita y agradable. Me han invitado a sus casas, he estado en sus casas. Eso es bonito porque comparto con ellos, uno ve cómo viven y me siento privilegiado por haber estado con ellos.
Y, para el Indio Cuscatleco, ¿cuáles son los mejores futbolistas que ha visto en la Selecta?
Para eso voy a retroceder hasta España 82. Estaba pequeño, pero en un televisor blanco y negro que tenía ahí siempre estaba pegado y no me perdía los partidos de mi selecta. Esa generación fue muy buena, pero a quien yo he admirado siempre es al Mágico González, un jugadorazo de historia, un jugadorazo que en un pedacito regalaba alegrías a los aficionados.
Después vino una generación muy talentosa también donde estuvieron Mauricio Cienfuegos, Raúl Díaz Arce, Cerritos, Renderos Iraheta, Carlos Castro Borja… todos ellos son jugadores que nos regalaron tardes felices en el estadio. Era increíble ver sus golazos. Para mí y para todo aficionado, la alegría más grande que puede existir es el gol, ese es el momento donde uno descarga toda la energía que puede tener en el cuerpo.
Esas son las generaciones que he visto con mucho talento. Hubo una después, una generación de la que ni quiero recordarme. Eran buenos jugadores, pero lastimosamente… mejor ni hablemos de ese grupo de jugadores que nos hicieron daño, que nos hicieron llorar, que nos hicieron sufrir porque vendieron a su patria con eso de los amaños.
Imagino que para el Indio Cuscatleco fue un golpe muy duro…
Es que, imaginate, tenés 2-0 a Estados Unidos en el Estadio Cuscatlán y comenzás a ilusionarte y a apoyar con todo tu corazón, siempre apoyando desde temprano a la selección para verlos de cerca, pero que, de repente, te des cuenta que todo eso fue amañado y que fue un engaño, eso duele, mata el corazón, es la traición más grande que como personaje y aficionado yo he recibido.
Hoy hay una nueva generación. Hay cosas buenas. Vino Hugo Pérez y hemos visto un cambio en la actitud del jugador. La mentalidad del futbolista ha cambiado y se ve reflejado en la cancha. Ahora, vemos una selección ofensiva, que siempre está buscando el gol.
Han sido varias desilusiones las que los aficionados se han llevado. Pero, a pesar de eso, ¿qué mensaje le da la afición salvadoreña? ¿Se vale seguir creyendo en la selección?
Se vale. Mientras Dios nos tenga vivitos y coleando hay que creer en lo que tenemos. No podemos retroceder. Si hay un fracaso, entonces hay que ponerle más ganas, ponerle más actitud para salir adelante. Yo invito a todos los aficionados a que sigamos apoyando, a que apoyemos a los más jóvenes. A los padres de familia yo les digo que, si su hijo ama el deporte, que los apoyen, cualquiera que sea el deporte que al niño le guste, porque ellos son el futuro de nuestro país.
Hemos visto a atletas como Celina Márquez, como Herbert Aceituno, como otros más que han crecido, que han seguido un proceso y, ahora, son grandes representantes de nuestro país. Yo siempre le digo a los padres de familia que apoyen a sus hijos, porque el fútbol y los deportes comienzan desde niños y va construyéndose hasta que los vemos ya hechos adultos. Hay que creer en nuestra gente. Hay que seguir adelante. No podemos retroceder.
¿Te ves haciendo esto del Indio Cuscatleco por muchos años más?
Indio Cuscatleco solo hay uno. Es más, tengo registrada la marca. Hice todo el proceso respectivo en el CNR y en el Ministerio de Gobernación, donde aparezco como artista. Nadie podría usar la identidad del Indio Cuscatleco. Es así como le terminé de dar vida al personaje.
Ahora, en cuanto al tiempo que voy a seguir haciendo esto, yo he dicho que quiero que me entierren así vestido. Le he dicho a mi esposa que voy a seguir siendo el Indio Cuscatleco hasta en el cajón (ataud), que aún en el cajón quiero ir de azul y blanco.
Si me voy, me quiero ir de azul y blanco. Y, para ir al estadio, aunque yo no pueda caminar, pues en silla de ruedas voy a ir, pero yo no dejo de apoyar a mi selección. Si la selección va a jugar aquí, tengo que estar en el estadio. Cuando mi Selecta ha jugado, yo nunca he fallado en un partido acá en el Estadio Cuscatlán.