«Como quisiera que no existieras
Que te borraras de la faz de la Tierra
Y no tener que pensarte tanto
¡Cómo quisiera que no existieras!».
Así reza el verso más conocido de una de las canciones más exitosas de la década de los 90 en El Salvador y que pertenece a uno de los grupos que más éxito tuvo en esos años: «Rucks Parker».
Rucks Parker estaba conformado por Daniel Rucks, un presentador de televisión con una increíble habilidad para la composición musical, y Gerardo Parker, un joven artista salvadoreño con un talento natural para la música. Esa combinación, según Parker, fue la clave de su éxito y lo que les permitió regalarle a la juventud salvadoreña de esa época canciones que aún resuenan en la radio, la memoria y el corazón de quienes crecieron escuchándolas.
Ahora, casi 30 años después de esos éxitos, y luego de más de un año del último concierto de Rucks Parker, Gerardo hace un análisis de lo que fue para él la experiencia que vivió junto a Daniel y de cómo ambos fueron parte de una generación de artistas nacionales que se desarrolló en una de las épocas más gloriosas para la música de El Salvador: la década de los 90.
¿Quién es Gerardo Parker?
Comencé toda mi vida con la música. Soy el menor de siete hermanos y yo jamás en mi vida imaginé que me iba a dedicar a eso. Todo fue una gran casualidad. Mi papá había comprado un instrumento musical, el cual había destinado para mis hermanos mayores. Yo tenía cinco o seis años. Ninguno de mis hermanos mayores lo tomó en serio ese instrumento y, cuando yo tuve contacto con ese piano, fue como un enamoramiento a primera vista y, desde ahí, definí que esa sería mi vida, la música, que ha sido el 60 % de lo que yo soy, de lo que me apasiona. El otro 40 % es lo que la gente también conoce de lo que estuve en televisión, teatro y radio.
Soy una persona artística, sensible, un hombre de familia, alguien a quien le gusta la tranquilidad, el silencio. Me siento muy satisfecho de lo que he hecho hasta el momento.
Tu etapa musical se define mucho por «Rucks Parker», ese dúo que marcó una época en la música salvadoreña. ¿Cómo fue para vos esta parte de tu carrera y tu vida?
Eso también fue una gran sorpresa. Todo lo que en mi vida se refiera a la música fue sorpresivo. Yo conocí a Daniel (Rucks) cuando era solista y él me invitaba a su programa «Domingo Para Todos», como invitaba a los artistas de esa época, en mi caso juvenil, allá por los finales de los 80 y principios de los 90. Daniel tuvo la oportunidad de acercarse y yo ya había iniciado una etapa como empresario con mi estudio de grabación, porque me dedicaba a hacer grabaciones publicitarias. Daniel se acercó y me dijo: “Me he dado cuenta que has abierto un nuevo estudio. Quisiera que me ayudaras a grabar una canción mía”. Con gusto le di el espacio y, cuando ya más o menos habíamos hecho el arreglo de la canción, me pidió que cantara un pedazo de la canción. Así fue como experimentamos. Canté un pedacito nada más y terminamos poniendo la canción en la radio. «Mermelada de Tristeza» fue nuestra primera canción.
De ahí comenzó una carrera de aproximadamente 10 años, en el que grabamos un disco cada año. Ese fue nuestro primer experimento. Empezamos a sacar una canción por mes y un cd por año. Fue funcionando poco a poco. Empezamos nada más Daniel y yo, él con la guitarra y yo con el teclado. AL principio costó. La gente no ubicaba mucho la combinación de un Daniel presentador de televisión y un Gerardo más romántica. Las canciones tuvieron mucho que ver. Siempre fueron escritas por Daniel, fueron de su autoría, y los arreglos musicales eran míos. Las canciones fueron clave para que la gente fuera aceptándonos.
Hay muchas canciones que recordamos de Rucks Parker, pero, para vos, ¿cuál es la canción con la que más te identificás o a la que más cariño le tenés?
Tenemos cuarenta canciones de los cuatro cd que grabamos. Yo estaba involucrado en los arreglos musicales y las canciones siempre fueron de Daniel. En lo personal, mi preferida es «Tres cuartos de nada» porque es musicalmente muy exquisita, me encantó cómo quedó. Tiene un espíritu musical que me encanta. En vivo es una de las que más me gusta tocar. Fue también la canción oficial de una caminata que hizo Daniel y su programa antidrogas al que se unieron muchas personalidades artísticas, políticas y empresariales.
«Rucks Parker» era la combinación de un arreglista musical y un compositor. ¿Cómo fue que se produjo está exitosa combinación de talento?
Fue una casualidad. Daniel tenía sus cualidades como compositor. Tenía sus cualidades como visionario de qué íbamos a hacer con ese experimento. Grabamos la primera canción, grabamos la segunda y, al grabar la tercera, grabamos también un video. Daniel es publicista y siempre tuvo la visión de lo que íbamos a hacer, incluso para la creación del nombre. Fuimos «Rucks Parker». Pudimos haber sido «Parker Rucks», pero «Rucks Parker» sonaba mucho mejor y tenía mejor impacto. Así fue cómo le creamos ese nombre y la gente adoptó esa marca.
Yo era una persona muy introvertida. En las primeras veces que tocábamos en vivo, Daniel era el que reventaba el hielo que había, amenizaba entre canción y canción, y yo estaba muy concentrado en la musicalidad y en tratar de cantar bien. Esa combinación, ese balance entre las buenas canciones de Daniel y la habilidad natural que tiene de hacer contacto con la gente hizo que me fuera pegando más a él, a que me acercara más a la gente, a soltarme más del teclado, así fue como fuimos progresando y madurando artísticamente.
Tenés una experiencia en televisión también. ¿Cómo fue que inició esa etapa de tu vida?
Los pininos en televisión fueron en Canal 2 como presentador de los primeros, en esa época, de los concursos que hacían de Miss El Salvador, cuando se tenía la licencia de Miss Universo. Tuve la primera experiencia de dirigir y de estar como copresentador en los eventos de Miss El Salvador, para elegir a la representante que iría a Miss Universo. Era algo más amateur.
Pero, mi primera gran experiencia fue en «Hola El Salvador», con un estilo de revista matutina que empezaron justamente en ese programa Jonás Herrera, Edwin Hidalgo y Luciana Sandoval. En ese entonces, Hola El Salvador comenzó a invitarme a sus programas. Me encantó mucho ese programa en la mañana. En una de esas, llegué y le dije a Luciana, que fue la que me dio el relevo australiano en Canal 12, que me gustaría estar en televisión. Casualmente, Luciana ya tenía arreglos para irse a TCS e iniciar un nuevo proyecto, el cual sería «Viva La Mañana».
Luciana se fue para Viva La Mañana y yo me quedé en Hola El Salvador con un nuevo staff, donde estuvo también Milena Mayorga. Como todo, en televisión siempre llega el momento en que querés seguir más adelante. Fue ahí cuando pasé de Hola a El Salvador a Viva La Mañana, donde volví a compartir con Daniel. Quién diría que después de varios años de la etapa musical, también en la televisión compartiría con él.
Desde tu experiencia en la música, ¿cómo evalúas la producción en la música salvadoreña?
No podría evaluar el estilo de composición porque no tengo todo el panorama claro. Además, nosotros (Rucks Parker) tuvimos la suerte de estar en la época de los 90. La época de los 90 fue para todos los géneros de música en El Salvador una época brillante. Vos veías los conciertos de los grupos tropicales e ibas a ver rock pesado o ibas a ver música pop, es decir, todos los que grabamos música 100 % nacional y ya no solo covers, tenían un gran apoyo.
Las radios nos apoyaban. Las listas de canciones de las radios nacionales eran de música nacional. Nosotros estuvimos en los primeros lugares de las listas de preferencia de las radios nacionales por varias semanas. Los 90 fueron una buena época para la música en El Salvador. La gente pagaba por ir a nuestros conciertos, compraba los discos y pagaba la música. Pero, de repente, todo se fue inundando de una incidencia internacional. Tuvimos mucha incidencia mexicana, europea. Se fueron topando las radioemisoras y comenzaron a bloquear y a darle más importancia a otro tipo de música como el reggaetón.
Creo que no es solo culpa de los artistas. Lo de hoy, creo que pasa en que no han podido encontrar el camino adecuado para dar a conocer la producción salvadoreña. No dudo que haya buena producción en El Salvador, pero creo que la época no ayuda. La incidencia internacional tampoco ayuda, ni la de algunas atrocidades como el reggaetón o el perreo. No tengo nada contra esos géneros, pero no me parece una producción destacada.
¿Qué puede hacerse para volver a conectar a la gente con las producciones nacionales?
Tiene mucho que ver la promoción. Como Rucks Parker tuvimos una buena promoción. Teníamos un estudio de grabación. Daniel también tenía la facilidad de hacer videos a través de la televisión. Así nos dimos a conocer todos, a través de videos musicales. Todos los canales tenían programas de videos musicales. Eran maravillosos. A mí me encantaba ver esos programas. Había apoyo. Las radios empezaron a cerrar las puertas. Eso es un hecho. Yo lo puedo ver. Entonces, ¿cómo vas a dar a conocer a la gente las producciones así? En televisión también pasaba, yo lo vi. Era de pasar rápido el video porque lo más importante era el aspecto económico. Creo que es comprensible, pero también se necesita un poco apoyo.
También hace falta subir el nivel de producción en general. Ahora, con la facilidad de poder tener un estudio solo con una consolita, eso te reduce la calidad. Es una opinión personal. Antes había estudios grandes. Ahora, todo se ha hecho muy casero. También, todos los artistas que viven de la música se han ido en la línea de los restaurantes y bares. Nosotros nunca llegamos a la etapa de cantar en un restaurante o un bar, que no está mal, no digo que esté mal, pero ya no trataron de buscar más o de aspirar a algo más. Hace falta mejorar aspectos claves de la promoción y la producción del artista salvadoreño.
¿Te ves regresando a la música? ¿Hay planes de un regreso de «Rucks Paker»?
Creo que esa etapa ya pasó. Todo tiene un límite. El estilo nunca termina. No podría ser cómo fue antes. Antes llenábamos la Feria Internacional, pero los tiempos han cambiado. No cierro las puertas. De hecho, con Daniel está el proyecto de grabar un nuevo disco, pero con la distancia ha sido un problema. La puerta no está cerrada, pero ya es con un poco más de madurez. Todavía seguimos viviendo las glorias de los 90 con las canciones que suenan en las radios.
¿A qué te dedicás ahora?
Tuve la oportunidad de emigrar a Estados Unidos hace dos años. Me vine antes de la pandemia. Teníamos que venir a cuidar a un familiar que estaba padeciendo de una enfermedad complicada. Tuve un par de meses de preparación para dejarlo todo. Dejé un estudio de grabación, dejé una academia de música que tuve por 16 años… Imagínate dejar todo lo que hiciste por varios años… Fue algo complicado. Acá en Los Ángeles, la vida es diferente. Se trabaja mucho. Adaptarse cuesta, pero si venís con la mentalidad clara, te va bien en todo.
Estoy trabajando en un canal católico que se llama «El Sembrador» y que tiene 18 radios en varias partes de Estados Unidos y de México. Es un canal que está en las plataformas digitales más conocidas, en las cadenas de cable más conocidas de Estados Unidos. Estoy muy contento. Estoy en producción y conduciendo un programa de radio, una especie de revista matutina católica. Me toca producirlo y soy parte del staff también. Es una organización sin fines de lucro que su finalidad es la evangelización y hemos visto los frutos.
Dicen que el artista y su público tienen un vínculo que no se rompe. En el caso de Rucks Parker, ¿qué le dirías a todos aquellos que crecieron con tu música y que aún se emocionan al escucharla?
Todavía hay muchas personas que me mandan por redes sociales videos o fotos cuando las canciones suenan en la radio. Quiero agradecer a las radios que aún están recordando la bonita época de los 90, en la que nosotros estamos incluidos. Ese público que creció con nosotros, que ahora son padres de familia, quiero decirles que para nosotros fue una época maravillosa. Hace un año tuvimos nuestro último concierto en el Teatro Nacional de San Salvador. Para mí, ese ha sido el mejor de todos. Vimos a nuestra generación, que nos vio, que estaba en el colegio cuando nosotros estábamos salido y que nos ha acompañado a lo largo de 30 años con las mismas canciones. Quiero agradecer a estas personas por todo ese cariño, por una maravillosa experiencia. No sabemos si vamos a regresar con una nueva canción o con un nuevo concierto. Es posible que así sea. Gracias a todos por haber compartido estos más de 30 años.