Los otrora grandes partidos, que monopolizaron el Estado durante 30 años, ahora son pequeñas expresiones que solo defienden los intereses de sus poderosos financistas. Sin embargo, los salvadoreños decidieron dejarlos a un lado y superar su era de corrupción.
En las urnas, los ciudadanos dejaron reducido al FMLN a una bancada de cuatro diputados. Venía de ser gobierno y de tener la representación legislativa más grande, pero el peso de la corrupción y de negociar con las pandillas pasó factura. Jugó con las expectativas de cambio de toda una sociedad, pero en lugar de trabajar por reducir las desigualdades sociales que desencadenaron el conflicto armado se insertó en ese injusto sistema y sacó provecho. Excomandantes guerrilleros que no tenían en qué caer muertos de pronto se convirtieron en inversionistas de bienes raíces, como Sigfrido Reyes, o de ser los heraldos de la verdad y la transparencia, como se vendieron Mauricio Funes y Gerson Martínez, pasaron a ser prófugos de los tribunales, que los persiguen por robarse los fondos públicos.
La tregua entre las pandillas fue un macabro plan implementado en los gobiernos del FMLN, por medio del cual pactaron con criminales la reducción de homicidios y beneficios en las prisiones. Ese era el estado de las cárceles cuando asumió el Gobierno Nayib Bukele y ha sido un arduo trabajo para eliminar los privilegios con los que contaban los cabecillas criminales y recuperar el orden y la disciplina.
Todavía hoy, los exfuncionarios del Frente en las cárceles enfrentan juicios por el negocio que montaron para administrar las tiendas en las cárceles. El dinero lo utilizaban para pagar sobornos, las extorsiones a los pandilleros y para beneficio personal. Del lado de ARENA, el excandidato presidencial Norman Quijano ofreció puestos en el gabinete y presupuestos millonarios a las pandillas a cambio de sus votos.
El FMLN llegó a administrar y perfeccionar el esquema de saqueo del Estado que ya ARENA había desarrollado en cuatro períodos al frente del Ejecutivo. Tras perder el poder, ARENA no ha podido ser el «gran partido» que una vez arrasaba en las urnas, sencillamente porque ya no tiene los fondos del Gobierno para financiar sus campañas, como lo hizo por dos décadas.
Los diputados de Nuevas Ideas, a quienes los ciudadanos, de manera libre y directa, les dieron la mayoría calificada en la Asamblea Legislativa, se han dedicado a desmontar todo ese aparato de corrupción que compartieron ARENA y el FMLN. Y eso es lo que ha provocado la ira y las represalias de estas dos maquinarias delincuenciales y de sus aliados.
La vieja política es cosa del pasado. No hay forma de volver a ella, por más golpes y ataques producto de la desesperación de un sistema que exhala sus últimos estertores.