Desde siempre ha tenido presente la sensibilización ante las discapacidades. Su hermana nació sorda y su madre creó la Fundación Manos Mágicas, dedicada a la educación y sensibilización de discapacidades. Aun así, para Camila Soundy la noticia de padecer baja visión fue dura y difícil de asimilar.
Camila se desarrolló con una visión plena hasta los últimos años de la universidad. Estudiante de comunicaciones con materias de fotografía, diseño y otras más que exigían una agudeza visual comenzó a notar algunas deficiencias. Incluso, al manejar, había momentos en que a los otros carros no los veía con toda claridad.
«Yo ahora lo veo como un milagro, porque siempre tenía accidentes, chocaba en el carro, pero nunca me pasó nada a mí ni a nadie. Eran las manos de Dios cuidándome desde donde salía hasta mi casa», relata Camila sobre las primeras señales de la baja visión.
Con más síntomas apareciendo como confusión de colores, problemas para enfocar, afectación en el ojo por la exposición a la luz y otros, la joven recorrió por cinco doctores que daban distintos diagnósticos, todos acertados pero tratados por separado, hasta que llegó el que le pudo dar luz y le indicó que padecía baja visión.
«Esta es una discapacidad y no una enfermedad», aclara Camila como parte de la educación que promueve para entender y sensibilizar al respecto.
Esta discapacidad si bien no es una ceguera total, sí lo es parcial y en la mayoría de los casos es degenerativa hasta llegar a la ceguera, algo por lo que en su caso personal está batallando para retrasar o que no suceda.
«Esta discapacidad no me define, aunque sí ha sido una dificultad para tener un trabajo. Pero en otros trabajos es una oportunidad tenerme, porque tengo otra visión de las cosas. Puedo dar un plus porque puedo aportar a la accesibilidad», explica.
La accesibilidad a la que se refiere, tiene que ver con la facilidad que ofrecen las ciudades, los espacios de trabajo, incluso las plataformas digitales para que una persona con discapacidad auditiva, visual o corporal pueda desarrollarse.
Si bien se ha desempeñado en varios cargos en el área de comunicaciones, diseño, consultorías y similares esta discapacidad ha sido un reto a vencer por la falta de conocimiento al respecto.
Camila confiesa haber tenido que dejar trabajos por eso y también haber tenido que luchar con la discriminación por desconocimiento de la discapacidad con jefes que cuestionaban su desempeño, que ignoraban en qué consistía y la increpaban por la falta de su agudeza visual.
«Pero también he vivido la otra cara de la moneda, porque hay trabajos en los que también e incidido, con jefes que han entendido y conocido. La mayor incidencia ha sido en los compañeros que me han dicho: “qué interesante el tema de la accesibilidad, apliquémoslo en el trabajo”», cuenta la profesional.
Pero todo lo vivido, su alto compromiso con educación y sensibilización de las discapacidades, estudió un máster en Accesibilidad en Smart City. Con esa herramienta y la empatía, creó el proyecto Equidad para la Inclusión (EPLI) justamente para crear contenidos, dar consultorías, charlas, capacitaciones y todo el trabajo necesario para poner en el centro de las empresas, principalmente la necesidad de ser más accesibles e inclusivos con todas las personas.
«Yo ya lo había vivido con mis propios ojos, pero quería tener un certificado. Y al conocer el área de la accesibilidad es como descubrir que vivís en un mundo totalmente inaccesible, para las personas con discapacidad sensorial, porque no hay alarmas de luces para los sordos, por ejemplo, o para la gente con baja visión toda la tecnología es inaccesible», expone.
Así, por medio de EPLI se ha dedicado a impartir educación desde hace un par de años. En este momento y tras la pandemia está reforzándolo con charlas en universidades y empresas para que reciban la información y sean más conscientes de las realidades de otras personas mediante más capacitaciones, webinars y consultorías.
El siguiente paso de su decisión de convertir su discapacidad en un proyecto de educación es llegar a empresas como bancos y otras, tanto desde la vía de la accesibilidad y su importancia, como en la educación del servicio al cliente con discapacidad. También espera ser una portavoz para ayudar desde sus redes, canal de YouTube y donde se pueda para orientar a otras personas con baja visión y que, probablemente como ella, no sepan que la padecen.
Desde su condición de mujer y con una discapacidad, Camila se siente empoderada y quiere transmitir eso mismo al resto de mujeres, sobre todo aquellas que tienen una discapacidad y que sea para ingresar al mercado laboral formal o para emprender también requieren de mucho apoyo por los retos y barreras que tienen que romper.
«Hay que seguir luchando por nuestros derechos, por la inclusión laboral, por no conformarnos con cualquier trabajo. Es difícil. Yo tengo una licenciatura y una maestría y me cuesta encontrar trabajo, pero todas las mujeres son una inspiración para seguir adelante, que nos vean y que necesitamos otros tipos de apoyo».
SOBRE CAMILA SOUNDY
Posee una licenciatura en Ciencias de la Comunicación y una maestría en Accesibilidad en Smart City. Cuenta con experiencia en el área de publicidad tradicional y digital, relaciones públicas y audiovisuales. Es creadora de Equidad Para la Inclusión (EPLI), un programa de sensibilización y visibilización de la discapacidad visual Baja Visión. Además, por 16 años ha apoyado en el manejo de las relaciones públicas e imagen digital de la Fundación Manos Mágicas, una ONG dedicada a la inclusión social de personas con discapacidad auditiva y baja visión en El Salvador.
Para más información sobre qué es la baja visión y cómo ayudar a las personas con esta condición puedes visitar el canal de Youtube de Camila Soundy, en redes con el mismo nombre o al correo [email protected]
¿Qué es la baja visión?
Es una discapacidad, no una enfermedad. Consiste en la pérdida de la vista de una persona que no se puede corregir a pesar de usar anteojos, lentes de contacto, medicamentos o después de una cirugía y afecta la calidad de vida de la persona y su capacidad para realizar tareas diarias.
Hay tipos de baja visión, por ejemplo, pérdida de visión central y hay que girar la cabeza o ver hacia otro lado para enfocar lo mejor que puedan los ojos. En estos casos, a las personas les cuesta leer, diferenciar rostros, ver de lejos o encontrar cosas en una mesa, entre otros.
También está la visión parcheada, que produce manchas oscuras, pérdida del campo visual, ceguera nocturna, fotofobia (exposición a la luz), pérdida de sensibilidad al contraste (confundir o no ver colores), pérdida de agudeza visual (borroso), hemianopsia homónima (no hay vista periférica de un lado), distorsión de la imagen (la imagen se mueve), entre otras.
¿Cómo tratar a una persona con baja visión?
- Habla fuerte y claro, y sin utilizar señas o gestos para comunicarte porque no te alcanza a ver con nitidez.
- No la toques sin avisar, puedes asustarla.
- Ofrece ayuda cuando estén en un lugar oscuro, la persona puede tomar tu hombro o brazo para moverse.
- Avísale si hay gradas y si suben o bajan.
- En casa el orden es importante, y la posición de los objetos deben estar en el mismo lugar para que no le cueste encontrarlos.
- Si sale del espacio, avísale para que no se quede hablando solo.
- Si vas a entregarle algo, hazlo dándoselo en las manos, no lo tires.
- No uses palabras como aquí, allá, allí, mejor dile a «a la izquierda», «a la derecha», «abajo», etc.