Por Camila Soundy / Columna Más que rampas
«Todo comunica» fue una frase que se usaba mucho en mi época de estudiante universitaria, pero no muchas personas comprendían su significado. Para mí no era un slogan, sino una filosofía de vida, que había dado sentido a mi existencia y a la carrera que estaba estudiando.
«Todo comunica» es mucho más que transmitir un mensaje, es también la forma y el canal por el cual se transmite, y conocer al público receptor.
Si las personas comunicadoras no estudian a profundidad el tema de la entrevista que harán o del cual escribirán, sino tienen idea de los rasgos de la marca, la visión y misión de la entidad o comunidad a quienes pretende vender los servicios de comunicación, o del público en general a quien va a dirigir el mensaje, no se podrán comunicar correctamente, ni hacer un buen trabajo. Todo será superficial.
Existen muchos requisitos que el canal de transmisión del mensaje debe cumplir, para lograr llegar de forma adecuada a su audiencia.
Si las personas profesionales en comunicación, cultura, mercadeo, administración de empresas, ingenieros y arquitectos, por citar algunos ejemplos, piensan que son accesibles en sus campos profesionales solo por poner algunas rampas, contratar a un intérprete en lengua de señas para los discursos o conferencias, o usar escritura en Braille en algunos documentos, están muy equivocadas. Pues existen muchas personas con diferentes discapacidades que no percibirán lo que desean transmitir de esta forma.
Actualmente, la comunicación es algo indispensable para todas las entidades, sean del sector público o privado. No podemos imaginar a las marcas, empresas, asociaciones, fundaciones, organizaciones transnacionales, agencias de cooperación, el Estado, los proyectos de cooperación o proyectos sociales, embajadas e instituciones de servicio civil, sin tener un equipo de especialistas de comunicación. Esto es vital para el crecimiento y desarrollo de los proyectos. Pero hay algo que, muchas veces, se olvida: la comunicación debe llegar a toda la gente y ser comprendida en su totalidad, sino es así no lograrán cumplir sus metas ni propósitos, pues el mensaje no llegará a todas las personas.
Siguiendo con la frase «todo comunica» resumimos que podemos comunicar dos cosas: que somos una empresa, proyecto o institución accesible e inclusiva o que somos discapacitantes y excluyentes. No hay términos medios.
En nuestra comunicación, solo el 7 % es verbal, el resto es corporal, gestual, actitudinal, visual, etcétera. Si ese 7 % es una comunicación verbal con términos incorrectos o con barreras por desconocimiento de lengua de señas o de actitud, puede ser caótico.
A pesar de la sensibilización ofrecida durante mucho tiempo por el sector de personas con discapacidad, explicando los términos correctos para referirse a cada discapacidad, aún hay muchos profesionales y representantes de los sectores empresariales, sector público o de cooperación, que siguen utilizando palabras como discapacitados, capacidades especiales, inválidos, sordomudos, cieguitos, entre otros términos peyorativos que en la actualidad ya no deberían usarse de acuerdo con lo estipulado en la Convención.
Nuestro lenguaje y cultura reflejan el poder de conocimiento que tenemos al comunicar y transmitir términos inclusivos.
Cuando se dice «personas o una sociedad discapacitante» se refiere a que existe un desconocimiento parcial o total del tema, lo cual provoca exclusiones de forma voluntaria o involuntaria.
Nos acercaremos a la inclusión en las comunicaciones, al capacitarnos e informarnos sobre el tema, siendo personas empáticas, sensibilizándonos y permitiendo que se transformen nuestras formas de percibir al público meta, transformando con accesibilidad los espacios académicos, laborales, culturales y de servicio, los canales de comunicación existentes y otras innovaciones.
Dentro de la comunicación visual encontramos otros factores de exclusión, cuando intentamos comunicar algo a través de anuncios, audiovisuales, ilustraciones, presentaciones, señalética, etc. y el diseño se apega más a las tendencias de moda y no a la necesidad de la audiencia, entonces, cometemos el error de excluir a miles de personas que necesitan o desean recibir esos mensajes.
Más de 250,000 personas están registradas en el CONNAIPD con discapacidad visual, incluyendo ciegos y baja visión (leve, media y profunda), pero en realidad cualquier persona que tiene la necesidad de usar apoyos ópticos poseee una discapacidad visual. Hay muchas enfermedades como el glaucoma, retinosis, cataratas, diabetes y otras que causan baja visión a cualquier edad y sin que la persona lo detecte a tiempo. Es decir, que en realidad son muchos más ciudadanos con baja visión de lo que se refleja en los datos.
Una de las bases teóricas del diseño, mercadeo y publicidad para tener un mensaje exitoso, es “conocer a su público meta”. ¿Qué tanto los conocemos en realidad? Podemos saber sus gustos, nivel socioeconómico, demográfico, pero ¿qué hay más allá? ¿cómo ven? ¿cómo escuchan o perciben los mensajes? ¿qué tanto comprenden las imágenes y textos?
Todas las respuestas a estas y otras preguntas las podrían saber las personas comunicadoras, al capacitarse y conocer su audiencia a profundidad.
La accesibilidad debe ser más que el entorno construido, hay lineamientos de accesibilidad para todas las áreas, como sucede en el caso de las comunicaciones dirigidas a las discapacidades sensoriales y no sólo a las físicas.
Es necesario que dentro de las agencias de cooperación internacional, empresas y sector público, trabajen profesionales especialistas en inclusión de personas con discapacidad, de preferencia personas con discapacidad, que formulen programas de cooperación con estrategias y lineamientos de accesibilidad correctos, para erradicar la pobreza y promover la inclusión y equidad en los derechos humanos de toda la población, y así, lograr contar con el componente de accesibilidad en todos los proyectos para alcanzar una mejor calidad de vida.
Recordemos que la inclusión no es solamente la igualdad y equidad de género, migración o población indígena, también es discapacidad y es este sector es el que siempre queda atrás y excluido. De igual forma recordemos que la accesibilidad no solamente es una rampa, está inmersa en la comunicación, tecnología, turismo, cultura, educación, mercadeo, etc.
No limitemos a la inclusión ni a la accesibilidad a un solo sector, recordemos que todos somos diversos y a nadie le gusta ser excluido o dejado atrás.