Este miércoles, El Salvador registró 365 días sin homicidios desde el inicio del Gobierno del presidente Nayib Bukele. Se trata de una cifra sin precedentes en la historia nacional y muestra la efectividad del Plan Control Territorial y del resto de las políticas de seguridad pública.
La guerra contra las pandillas, impulsada con las medidas legales contenidas en el régimen de excepción, permitió acelerar el proceso de pacificación del país al enviar a prisión a más de 68,000 integrantes y colaboradores de las estructuras criminales.
Llegar a 365 días sin homicidios es un éxito tan grande que, para dimensionarlo, basta recordar que en los 10 años que los presidentes del FMLN gobernaron (Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén, ambos prófugos y nacionalizados nicaragüenses por el régimen orteguista para protegerlos de las condenas por corrupción) solo hubo un día sin muertes violentas.
Funes implementó como política de Estado la tregua entre las pandillas, por la cual negoció la vida de millares de salvadoreños a cambio de apoyo político-electoral y querer generar la percepción de que el «diálogo» con los terroristas podía rendir frutos. En realidad, los homicidios siguieron —a pesar de un leve descenso, pero aumentaron las desapariciones— y Funes, recientemente, declaró públicamente que la tregua fracasó, pero que su partido continuó pláticas con los criminales exclusivamente por motivos políticos.
El presidente Bukele, desde que asumió el Gobierno, lanzó una ofensiva directa contra las pandillas y sus colaboradores, a tal punto que los socios de las maras —ARENA, el FMLN y sus aliados— abiertamente boicotearon la implementación de las primeras fases del Plan Control Territorial, obstáculos que fueron subsanados una vez que el pueblo relegó a la irrelevancia a ambos partidos en la renovación de la Asamblea Legislativa.
La guerra contra las pandillas está rindiendo frutos, y esos 365 días sin homicidios son la prueba. Sin embargo, está lejos de considerarse ganada. Como parte de las investigaciones permanentes y los patrullajes constantes, la Policía, en apoyo con el Ejército, sigue detectando a mareros que se mantienen ocultos, que llevan meses escondidos en casas o en zonas rurales.
Además, se trabaja de forma coordinada con las agencias de seguridad de otras naciones para traer al país a los cabecillas de las pandillas que se refugian en el extranjero.
El objetivo final del Gobierno del presidente Bukele es declarar a El Salvador como un país libre de maras. Y ya se avanzó, pero el trabajo continúa.