Desde la cima, el océano Pacífico se abre paso en el horizonte, acompañado de una vista de 360 grados de cordilleras y volcanes. Esa es la recompensa para aquel que sube el peñón de Comasagua.
Para llegar, basta con recorrer los 40 minutos (en carro) que separan San Salvador de Comasagua, en La Libertad. Si viaja en bus, el tiempo podría ser un poco más, pero el esfuerzo merecerá la pena.
Ya en Comasagua, notará que las calles empedradas del municipio se adentran en el área rural, hasta llegar al cantón La Shila, aproximadamente a cinco kilómetros del casco urbano.
La entrada del cantón es la base para iniciar una caminata en medio de cultivos de maíz, maicillo y frijoles, que combinan armoniosamente con el resto del paraje, mientras los lugareños continúan su faena diaria y regalan su más sincero saludo a los visitantes.
El recorrido para llegar a la falda del peñón es de 1.5 kilómetros, y no posee mayor dificultad en su trayecto.
Con paso moderado, el tramo puede recorrerse en un máximo de 45 minutos, por lo que todos los miembros de la familia o los grupos de amigos pueden hacerlo.
La peña se sitúa a una altura de 900 metros sobre el nivel del mar. En el último tramo, para llegar a la cima, se han edificado gradas para que los visitantes puedan subirlo sin mayor problema.
Al llegar a la cúspide, el color del paisaje se mezcla con la frescura del cielo.
El horizonte se matiza de colores acordes con el tiempo en que se sube, el atardecer y el amanecer son los mejores momentos para contemplar el paraje salvadoreño en todo su esplendor. El aire puro que se respira y el inmenso azul se pierden en los ojos de quien observa.
Desde ahí, el oleaje del Pacífico se ve romperse; con justa razón hace mucho tiempo los marineros llamaron al enorme peñón «el faro de La Libertad».
El recorrido permite contemplar la campiña salvadoreña en todo su esplendor. Foto/Atilio Flores
El lugar se vuelve ideal para compartir con la pareja, el clúster de amigos y con las mascotas. Foto/Atilio Flores
En la cima hay una cruz, erigida sobre una base de piedra, como símbolo de la devoción cristiana de los lugareños. Foto/Atilio Flores
Pese a que no es muy conocido, para muchos extranjeros es uno de los lugares a visitar por excelencia. Foto/Atilio Flores
Al llegar a la cima, el paraje que se puede observar es inigualable. Foto/Atilio Flores