El papa Francisco falleció ayer a las 7:35 de la mañana (hora de Italia), víctima de un ictus cerebral y después de semanas de estar convaleciente en un hospital. En sus últimos días había retomado parte de su agenda e incluso fue muy esperanzador verlo en público el Domingo de Pascua.
El primer papa jesuita y de origen latinoamericano dirigió a los 1,300 millones de católicos durante 12 años, marcando un cambio de paradigma y destacando por su enfoque en la humildad, la justicia social y la apertura a diversos temas en los que había décadas de reclamos por parte de la feligresía.
En el caso de El Salvador, el papa Francisco nombró al primer cardenal del país, Gregorio Rosa Chávez, en 2017; canonizó al primer santo salvadoreño, monseñor Óscar Arnulfo Romero, el 14 de octubre de 2018; y la beatificación del padre Rutilio Grande y sus dos compañeros de martirio (Manuel Solorzano y Nelson Lemus) y del padre Cosme Spesotto, en enero de 2022.
A nivel global, rompió con siglos de tradición al ser el primer pontífice no europeo. Su elección significó un reconocimiento al sur global, especialmente de América Latina, reflejando el dinamismo de la Iglesia en esta parte del mundo versus el retroceso en el Viejo Mundo.
Aun después de su muerte sigue rompiendo moldes e inclinándose por un estilo más sencillo, al preferir ser enterrado en la basílica de Santa María la Mayor en lugar del Vaticano, con lo que las modificaciones en la normativa agilizarán tanto las exequias como la convocatoria de los cardenales para reunirse en el cónclave para escoger a su sucesor.
En vida, el papa Francisco llevó una vida discreta, sin lujos, con transportes modestos y viviendo en la residencia de Santa Marta, con lo que demostró una cercanía con el pueblo, lo que quedaba en evidencia en sus comparecencias públicas, en las que con su lenguaje coloquial y buen humor se convirtió en una figura mediática y querida.
Logró tener el respeto de muchos no católicos por su compromiso con los pobres, la defensa de los emigrantes y de la naturaleza, además de impulsar dentro del Vaticano importantes reformas internas, como la transferencia financiera, la investigación de abusos y la reestructuración de la curia. También promovió el diálogo interreligioso y generó una apertura hacia grupos tradicionalmente excluidos.
El papa Francisco recibió críticas tanto de los conservadores de la Iglesia, que se escandalizaron por sus transformaciones, como de aquellos que se autodenominan progresistas, que reclamaban mayor alcance. En todo caso, dejó un legado importante.