El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se reunirá este lunes con legisladores republicanos y demócratas para impulsar su plan de infraestructura de más de dos billones de dólares, una atrevida apuesta para reconstruir el país y cimentar su lugar en la historia.
Con este encuentro en la Casa Blanca, el mandatario demócrata quiere subrayar que cumple con su promesa de terminar con la división que convirtió a Washington en un constante escenario de enfrentamiento durante el mandato de Donald Trump.
Al encuentro fueron invitados cuatro senadores y cuatro miembros de la Cámara de Representantes, la mitad de cada partido.
Biden no cuenta por el momento con ningún apoyo republicano para su gigantesco plan de gasto, que pretende inyectar fondos en múltiples sectores desde, desde la reconstrucción del deteriorado sistema de carreteras hasta llevar internet de banda ancha a las comunidades agrícolas.
Para financiar el plan, el mandatario propone un aumento de los impuestos corporativos de 21% a 28%.
Lo que un alto funcionario de la administración demócrata calificó como «una atrevida inversión única en una generación en Estados Unidos» pretende convertirse en una victoria para un presidente que ha sorprendido a muchos con su voluntad de actuar a lo grande.
Inspirándose conscientemente en Franklin Roosevelt y su conocido New Deal para sacar a Estados Unidos de la Gran Depresión, Biden pretende transformar al Estados Unidos post-covid.
«La inacción no es una opción»
Más que un paquete tradicional de infraestructura enfocado solo en objetivos clásicos como carreteras y puentes, el presidente quiere también inyectar fondos en tecnologías verdes, escuelas y cualquier otro aspecto de la economía ampliada en un intento por «apropiarse del futuro».
«Estados Unidos ya no es el líder del mundo porque no estamos invirtiendo», afirmó Biden la semana pasada.
Las encuestas muestran un amplio apoyo de los votantes a la idea, aunque los miembros del Congreso se opongan.
Los republicanos, molestos con la forma en la que los demócratas forzaron la aprobación de su paquete de estímulo a la economía de 1,9 billones de dólares en marzo, critican que el aumento del impuesto corporativo mermará la competitividad de Estados Unidos.
Biden, de su lado, afirmó que está «totalmente abierto» a negociar sobre todos los aspectos, incluyendo el alcance del alza de impuestos.
La Casa Blanca insiste, sin embargo, en que no habrá una reducción fundamental en la composición del plan, rechazando las quejas republicanas de que contiene demasiados proyectos importantes para la izquierda, en contraposición a los objetivos reales de infraestructuras.
«No estaremos abiertos a no hacer nada. La inacción sencillamente no es una opción», lanzó Biden.
La Casa Blanca alerta que, si los republicanos no se adhieren al plan, los demócratas intentarán aprobar el gigantesco paquete solos, recurriendo a un mecanismo especial de presupuesto que les autoriza a eludir su estrecha mayoría en el Congreso.
Pero tampoco esto es seguro. Los demócratas necesitarán el apoyo firme de cada uno de sus senadores y al menos uno, el legislador Joe Manchin de Virginia, anunció ya su oposición a la tasa impositiva del 28%.