Acusado de «deriva» hacia el estilo político del expresidente estadounidense Donald Trump, Boris Johnson se encontraba bajo creciente presión el martes para disculparse por un controvertido comentario sobre el líder de la oposición británica que fue después atacado por manifestantes.
El líder del Partido Laborista, Keir Starmer, tuvo que ser sacado en un coche de policía el lunes por la noche cuando, cerca del parlamento, fue rodeado por una multitud enardecida que lo acusó de «proteger a pederastas».
Esta acusación, que corre desde hace tiempo por círculos conspiratorios ultraderechistas británicos, había sido utilizada contra él por el propio Johnson la semana anterior, cuando se defendía ante los diputados tras la publicación de un nocivo informe sobre las fiestas celebradas en Downing Street durante los confinamientos.
El controvertido primer ministro, cuyo puesto pende de un hilo debido a la acumulación de escándalos y el descontento en las filas de su propio Partido Conservador, tildó el ataque del lunes de «absolutamente vergonzoso».
«Todas las formas de acoso a nuestros representantes electos son completamente inaceptables», tuiteó.
Y su equipo se esforzó por desvincular el ataque a Starmer de los comentarios hechos por Johnson la semana anterior en la Cámara de los Comunes.
«No creo que se pueda señalar lo que dijo el primer ministro como la causa de esto», afirmó el secretario de Estado para la tecnología, Chris Philp, al canal Sky News.