Con la guía de sus tías Noemy y Evelin Centeno fue como Brenda inició a los ocho años de edad sus primeras prácticas de surf, en la playa El Zonte, en el departamento de La Libertad. La atleta asegura que sus familiares son su ejemplo a seguir y su motivación principal en la práctica del deporte que ama y que la llevará a estar en el mundial de surf.
La joven recuerda como sus tías apartaban tiempo para introducirla al mundo de las olas. Agrega que cuando llegó a los 14 años sus prácticas eran más constantes y a los 16 años comenzó a competir en diferentes torneos.
«Comencé a surfear cuando tenía 14 años, pero mis primeras olas fueron a los ocho años, pero comencé a competir a los 16 años. Mis tías me enseñaron y Evelin Centeno me motivó, fue la motivación más grande y un ejemplo a seguir, porque a pesar de todas las cosas que tienen que hacer siempre están enseñándome», cuenta.
Los años pasaron, los entrenos eran intensos y su capacidad para domar las olas se incrementaba; sin embargo, la atleta tuvo viajar a los Estados Unidos y su nivel se vino abajo. «Tengo varios años surfeando, pero lo dejé por dos años porque salí del país. Todo se fue abajo para mí porque es algo muy importante para mi vida, es un estilo de vida y fue un bajón muy grande».
Brenda Centeno relata que dejar el país fue muy duro porque en el lugar que vive, en la nación norteamericana, la playa está a cinco horas en carro y no hay olas. «Estoy en un lugar donde hay playa, pero no hay olas y es a cinco horas en carro, es como una pesadilla para mí. Y un año fue el peor de mi vida, solo porque no surfeaba. Allá solo es trabajo y me sacrifico porque no puedo surfear», cuenta la nueva seleccionada nacional.
Añade que conseguir la hazaña de ser seleccionada le costó lágrimas y entrenos exhaustivos, porque «no fue fácil la preparación, hubo días que lloraba porque surfeaba y no me sentía igual, me sentía pesada. Hubo días depresivos y lo que hice fue intensificar el entreno, porque todo lo que se aprende no se olvida y esa era mi frase. Iba en la mañana y tarde al agua hasta que subí de nivel y me decían que ya estaban haciéndolo mejor. Me ponía feliz, no me lo creía, en un mes volví a como era antes», señala.