Le sobró espacio al Óscar Quiteño, pero la hinchada tigrilla que asistió empujó ruidosamente a su equipo y le pintó un ambiente cargado de hostilidad a los morados desde que se pararon sobre el césped del cubil felino. El ambiente previo fue un mensaje claro que tras el pitazo inicial tendrían un duelo difícil en la cancha y que era una batalla que también se pelearía desde los graderíos.
A ningún santaneco le gustó el O-0 que firmaron en el partido de ida en «El Sombrero» el jueves pasado. Lo dijo verbalmente el técnico Jorge Rodríguez después del juego y lo ratificó con cuatro movimientos en su 11 inicial. La novedad más notable se experimentó en la banda derecha donde esta vez incluyó a Ibsen Castro y Wilma Torres para sitiar a Meyson Ascencio que les creó dificultades en el partido pasado.
A partir de las modificaciones FAS presentó un juego más dinámico y casi de entero dominio, pero careció de fortuna en los primeros compases y fue por ello que la celebración se añejó.
Antes que llegara el gol, en un cabezazo de Erivan Flores, al 40′, Kevin Reyes había despistado el poste de tiro libre y Rudy Clavel la había tenido con un cabezazo que paró de las butacas a la afición anfitriona. Hasta ahí los alacranes habían escaseado de ponzoña y veneno como para encarar con tranquilidad el segundo acto.
En el complemento con la obligación pellizcándole la espalda, Dowson Prado quemó sus naves, puso la carne en el asador con los ingresos de Bladimir Díaz y Kemal Malcolm y desde ese momento se adueñó del balón y redujo a los tigrillos a su parcela lo que no sentó bien e inyectó nerviosismo en el cubil felino que apostó a la contra y el tiempo en el cronómetro como sus aleados.
Sin embargo, cuando los tigrillos se llevaban el crucifijo en la boca y rendían plegarias al dios del fútbol para que el partido terminara, apareció Bladimir Díaz y logró el 1-1, al 86′, para obligar a los penaltis. Aquí no falló Chalate y ganó 2-4.