Se suponía que con los acuerdos de paz de 1992, que abrirían un ciclo democrático por primera vez en toda nuestra historia nacional, pasaríamos de la gobernabilidad forzada de los regímenes caudillistas, militares y de guerra a la gobernabilidad pactada mediante el diálogo y la negociación.
Pero lo que ocurrió desde el primer momento, ya en el primer Gobierno arenero, fue que el espacio de esa teórica gobernabilidad pactada fue ocupado por una gobernabilidad efectivamente comprada.
Esto fue así porque aquel acuerdo se había realizado exclusivamente entre las cúpulas partidarias y económicas solo en función de sus propios intereses sectoriales. Y se excluyó del mismo el interés general, es decir, el pueblo.
La prueba objetiva de esto es que en todo el proceso de diálogo, negociación y pacto no se abordó en ningún momento el problema fundamental que provocó la guerra, que era la pobreza de la inmensa mayoría social, sino únicamente las garantías de autoprotección de dichas cúpulas.
Así pues, el principal soporte del nuevo proceso político no sería la mayoría social, el pueblo excluido, sino la mera aritmética legislativa de una clase política que solo se representaba a sí misma y que solo era funcional para la cúpula económica.
Desnaturalizado o mercantilizado de esa manera básica todo el proceso político, era inevitable que los votos legislativos necesarios para aprobar las iniciativas gubernamentales terminaran convirtiéndose en objetos de compraventa, en simple mercancía.
Para romper esa inercia perversa que duró 30 años, cuatro gobiernos de ARENA y dos del FMLN, era imprescindible refundar el proceso político sobre la base de que todo diálogo y pacto se realizara primero y principalmente con el pueblo.
Por eso, insisto, al sentirse efectivamente incluido, escuchado y beneficiario real de un nuevo proyecto político, el pueblo dejó de ser una mayoría dispersa, abusada por una minoría organizada, y se transformó en una mayoría cohesionada y garantía efectiva de la gobernabilidad. Solo así puede explicarse el tema totalmente extraordinario del 97 %.