Una delicada situación se vivió en el municipio de Necoclí, en el norte de Colombia, por la llegada masiva de más de 11,000 migrantes que buscan cruzar la selva del Tapón del Darién en busca del sueño americano.
La crisis se generó por la falta de transporte marítimo y la demanda de boletos, que causó enorme tráfico de los migrantes en esta localidad colombiana que carece de la infraestructura adecuada para atender las necesidades básicas de sus propios habitantes.
El agua potable empezó a escasear y el precio de los alimentos está llegando a cifras elevadas por la alta demanda. A esto se suma el hecho de que muchos de estos migrantes no hablan español. La mayoría de ellos provienen de África, Haití e incluso Asia.
«Aquí estamos sufriendo y tenemos más camino por recorrer. Somos miles pero queremos solamente pasar. El precio que nos están pidiendo ya lo tenemos (50 dólares), pero no hay boletos», dijo a la Voz de América Samin Rizcatd, un migrante haitiano.
Como Rizcatd, migrantes de Cuba, Venezuela, África y Asia, llenaron las calles de Necoclí. De la noche a la mañana el municipio pasó de tener 21,000 habitantes a 32,000, según cifras entregadas por las autoridades colombianas. Ya son 11,000 los extranjeros que esperan turno para cruzar el Golfo de Urabá y comenzar su peligrosa travesía hacia Panamá por el Tapón del Darién.
El ministro de Defensa de Colombia, Diego Molano, dijo que se iniciarán diálogos inmediatos con la República de Panamá para acordar que esos flujos migratorios tengan una atención a su llegada a ese país.
«No permitiremos que ninguna persona, ni ningún grupo al margen de la ley, busque aprovecharse de los migrantes o aprovecharse de los ciudadanos de Necoclí para conseguir recursos que alimenten actividades ilícitas», declaró Molano.
La sobrepoblación ha generado una crisis sanitaria cuyo control está fuera de las manos de las autoridades locales.
Por lo pronto, el gobierno nacional ha tenido que intervenir, comenzando por imponer la medida de estatus migratorio de la población que se moviliza.
Los migrantes esperan que esta medida les permita agilizar su tránsito, pues ninguno de ellos llegó para quedarse, y el cuello de botella que enfrentan en Necoclí, impacta sus bolsillos.
«Una habitación nos sale como 12 o 15 dólares diariamente. Imagínate para resistir 22 días, siempre andamos con grupos, ¿me entiendes?, ese grupo queda como en prisión», expresó el migrante haitiano Jonassaint Renaud a la VOA.
Diariamente a este municipio llegan entre 800 a 1,000 migrantes. Aquellos que provienen de Brasil y Chile ya vienen inmunizados contra el COVID-19, pero no se descarta un posible rebrote del virus por la imposibilidad de controlar las aglomeraciones.