Desde hace 12 años, Carlos Ruiz, conocido en su faceta artística como Choyompito Tao, tiene la tarea de hacer reír a pequeños y grandes. Este trabajo lo ha llevado a amenizar fiestas infantiles familiares, empresariales y hasta bodas.
Antes de iniciar su trabajo como payaso, Carlos le tenía miedo a hablar en público y a estar rodeado de muchas personas, por esto decidió estar detrás de los escenarios y ayudarle a su hermano a poner música en los eventos infantiles.
«Mi hermano hacía sus eventos infantiles como el payaso Konkolin Tao. Yo le empecé a ayudar a poner la música en esos eventos. Un día él estaba haciendo su show y yo me estaba carcajeando. La gente se reía más de mi risa que de los chistes que él contaba. Ahí me di cuenta, por primera vez, de una parte diferente que podía explotar de mi vida y era hacer reír a otras personas», expresó Ruiz.
Días después, le celebró el cumpleaños a su hija y su hermano, el payaso Konkolin Tao, sería el encargado de amenizar la fiesta. Pero se le presentó un problema y no pudo llegar, así que Carlos se encargó de entretener a los asistentes. «Hice la fiesta de mi hija, sin maquillaje, sin vestuario, pero en el momento me inventé unos concursos y la gente se divirtió mucho», comentó.
Ahí fue donde varios invitados le dijeron que se convirtiera en payaso, ya que se le veía vocación, pero lo más importante es que era muy divertido y hacía reír fácilmente a los demás.
Lea también: Campaña busca recolectar 10,000 juguetes para niños de zonas vulnerables
Así se lanzó a hacer eventos infantiles como el payaso Choyompito Tao. En las primeras ocasiones, los nervios lo traicionaron y había mucha tensión, pero a medida que el tiempo avanzó, logró superar el miedo escénico y empezó a crear un repertorio de chistes que buscaban hacer reír tanto a pequeños como a grandes.
«Para las primeras presentaciones no podía ni dormir de los nervios. Pensar en que iba a estar frente a muchas personas me ponía mal. Pero después superé el pánico escénico, y ahora, 12 años después, sigo haciendo reír a muchos. No solo en fiestas infantiles, sino que hasta para bodas me han llamado», mencionó.
Para Ruiz, al convertirse en payaso su vida cambió radicalmente. Aseguró que le ha abierto muchas puertas que le han ayudado a expandir su negocio y mejorar como padre de familia y como persona. «Mi carácter ha mejorado mucho, trabajar con niños me ha permitido ser más solidario, aprender de los demás», dijo. Una de sus grandes alegrías es que empezó a compartir más tiempo junto con sus hijos, ya que ellos también forman parte de su acto. «He aprendido a darle otro sentido a la vida y ahora lo hago junto con mis hijos. Mi hija me ayuda como DJ en los eventos y mi hijo quiere seguir mis pasos y convertirse en payaso. Ellos no tienen ningún tipo de complejo por lo que hacen, ni por lo que su papá es», enfatizó.
Pero durante la pandemia y la cuarentena todo cambió. Carlos dejó su faceta de payaso e innovó con un sueño que tuvo desde pequeño, pero que nunca había visto como real: tener su propia carpintería.
Este emprendimiento le ayudó a sostener a su familia, durante todo el tiempo que no pudo hacer eventos infantiles como el payaso Choyompito Tao.
«Empecé haciendo marcos para fotografías, luego compré más materiales y herramientas. Ya cuando estábamos en medio de la cuarentena, yo ya tenía mi carpintería armada, que se convirtió en mi fuente de ingresos durante todo el tiempo que no pude amenizar fiestas. Ahora hago mesas, sillas, pantries o todo lo que el cliente pida. Si se puede hacer con madera, yo lo fabrico», dijo Ruiz.
Carlos aseguró que aunque este tiempo no ha sido fácil, también le ha permitido conocer sus habilidades como carpintero, estar más tiempo junto a su familia y contar con personas que le han brindado la mano no solo como clientes, sino también como amigos.
