El Viernes Santo, el pueblo se vestirá de luto. Después de presenciar al Señor yacente en la catedral, su urna de madera con finos acabados estará lista para comenzar su recorrido por las principales calles de una ciudad que vivió la pasión de un rey y que finalmente lo acompañará a su entierro mientras canta en la búsqueda del perdón.
Este acto tan simbólico es solamente una parte de todo lo que el pueblo sonsonateco ha vivido por sus principales calles, llenas de misticismo y catequesis, durante toda la llamada Semana Mayor, pero es el viernes cuando Jesús Nazareno se dejará ver cargado por sus fieles seguidores. Primero en el viacrucis; luego, en el Santo Entierro.
Esta tradición data de hace 150 años, al crearse la Asociación Hermandad de Jesús Nazareno, en ese entonces llamada Cofradía de los Pies Descalzos. Unos años más tarde (1875) se fundó su similar, la Hermandad del Santo Entierro, y desde entonces la devoción y el amor por vivir la pasión, muerte y resurrección de Cristo ha convertido a la ciudad de Sonsonate en la cúspide de la fe católica en Semana Santa. Con una figura sacra de más de 400 años de antigüedad y procedente de Italia, para los sonsonatecos la imagen de Jesús Nazareno representa más que una tradición. En ella, su pueblo puede percibir el amor y la benevolencia que solo un protector brinda a sus predilectos.
Para el presidente de la Hermandad de Jesús Nazareno, Mario Salinas, es un verdadero orgullo tener en Sonsonate este tipo de tradiciones, pero sobre todo una imagen que invite a mover toda una ciudad de forma positiva. «Sonsonate es bendecido por tener una imagen de tan alta calidad, y es que a través de su mirada nos regala dulzura, amor, solemnidad. Una imagen cuatro veces centenaria, ícono de fe en nuestro Sonsonate. La verdad, sabemos positivamente que si Dios la puso en Sonsonate es para que a través de esa imagen nos enamoremos de su hijo, que está vivo y que vivirá por siempre», dice.
El viacrucis representa toda una logística que se prepara de manera minuciosa. La vestimenta de Jesús Nazareno, su anda y hasta la coordinación de quienes lo llevarán sobre los hombros es un trabajo que durante días preparan con amor y que culmina hasta que la imagen entra a la catedral para dar paso a los actos de crucifixión.
Santo Entierro
A las 3 de la tarde comienza la oración a la cruz y luego el descendimiento. Muestran la imagen a María, su madre, y de inmediato comienza un camino de dolor porque Jesús ha muerto.
La urna del Santo Entierro, una plataforma de madera que data de 1936, es cargada por aproximadamente 800 personas que se dividen en 20 grupos de 40 cargadores, que serán los encargados de recorrer un aproximado de 70 cuadras en 15 horas.
Su largo camino comienza a las 5 de la tarde, con una multitudinaria procesión llena de fervor que viste de negro, triste y apagada porque su custodio ha muerto. Lo pesado del anda impide un paso apresurado, por lo que obligadamente cada media cuadra los cargadores se deben relevar.
Atrás, María, Magdalena y San Juan, imágenes con 70 años de antigüedad, son cargadas por mujeres que fielmente también forman parte de la hermandad. A su andar se unen los integrantes de la banda, quienes se encargan de avisar que cristo yacente está próximo a pasar por ahí.
Finalmente, después de un recorrido por las principales calles de Sonsonate, el sol alumbra a la multitud que una vez más ha cumplido con su promesa de llevar a Jesús hasta su última morada con la esperanza del próximo año, cuando el calendario marque el viernes más santo de todos para volverlo a acompañar en su espinosa travesía.