A 800 metros de llegar a la cúspide de la montaña más alta del planeta, ella debía tomar la decisión más difícil y trascendental de su vida: detenerse y regresar como la primera salvadoreña en superar los 7,000 metros de altura sobre el nivel del mar o continuar hasta llegar a la cima del Everest entre la furia de un ciclón del que podría no salir con vida. Con ese recuerdo en su memoria, Alfa Karina, originaria de Santa Tecla, explica el momento culmen de sus 45 días en expedición en una de las eminencias naturales más emblemáticas del mundo.
Así, la montañista salvadoreña, Alfa Karina Arrué, relató a Diario El Salvador la experiencia que le ha dado el reconocimiento como una de las deportistas más importantes de El Salvador, pero también se atrevió a confesar que, detrás de la heroína que retó el Monte Everest, también hay una etapa de vivencias duras como mujer que, después de superar diversos obstáculos, marcaron el camino que ahora culmina con éxito. Sobre esos momentos en su vida nos dio algunos detalles en esta entrevista exclusiva.
¿Quién es Alfa Karina Arrué?
Una mujer de 45 años de edad y originaria de Santa Tecla. De profesión soy abogada, notaria, y tengo tres maestrías: una en Derecho Constitucional, otra en Desarrollo Local y otra en Derechos Humanos y me encanta el trabajo social; pero mi gran amor es el montañismo, tengo 8 años de practicarlo. Además, soy madre de tres hijos de 18, 14 y 10 años de edad.
A mí siempre me han gustado mucho los retos, siempre he querido ser desde pequeña la primera, siempre fui bien competitiva, pero he tratado de llevarlo por el lado positivo, ser perseverante en términos positivos. Eso me ha ayudado mucho, porque para el montañismo se requiere gran resistencia. Imagínese en el Everest durante 45 días, todos los días, tenía jornadas hasta de 10 horas, 14 horas sin parar, entonces se necesita de una gran resistencia, de una gran determinación para poderlas cumplir.
¿Cómo descubre su pasión por el montañismo?
Desde pequeña practiqué todo tipo de deportes y de pronto me tocó pasar por una etapa muy difícil en mi vida: mi divorcio. Estaba pasando por una depresión grande que había dejado de hacer ejercicio, había dejado de practicar deportes, estaba enferma y pensé en mis hijos y yo dije que no podía darles ese ejemplo, sobre todo a mis niñas, ese ejemplo de derrota. Entonces decidí a auto buscarme, decidí encontrarme como mujer, encontrar mi valor como persona y empecé a buscar actividades de deporte que me generarán un mayor reto. Así fue como di con el montañismo y fue amor a primera vista.

¿Cómo superó su divorcio teniendo el montañismo como su refugio?
Mi divorcio fue muy difícil, pues fueron 11 años de matrimonio y era algo que no me esperaba y eso fue un shock para mí. Recuerdo que sí me causó mucha, mucha depresión, pero lo que me gustó del montañismo es que me ayudó a salir de eso. El montañismo fue mi mejor terapia, mi mejor medicina y después se convirtió en parte de mi vida y logré superar esa etapa. Entonces empecé a plantearme más retos como deportista y decidí hacerlo mejor cada día y así a sobresalir en el deporte.
A mí me gusta investigar mucho y empecé a buscar sobre libros de montañismo. Empecé a investigar cómo estaba la historia con los montañistas y me di cuenta que hasta la fecha, ninguna persona salvadoreña, siquiera había hecho el esfuerzo o el intento de ir al Everest y subirlo.
¿Cómo reaccionaron sus hijos al saber que su madre se ausentaría de casa para iniciar el mayor sueño de su vida?
Empiezo por contarle que la pasión de mis hijos es más la música. Mi hija mayor es miembro de la Filarmónica Juvenil Nacional. A ella le encanta tocar el violonchelo y mi otra hija toca piano, violín y le gusta cantar, mientras que el pequeño está aprendiendo cello, pero también han hecho varias montañas conmigo.
Respecto a mi expedición a Everest, mis hijos ya estaban consientes que yo quería ir, mi hija mayor fue testigo de ello, que me tocó buscar patrocinadores. Desde 2015 empecé a tocar puertas para poder ir al Everest y saber que para ir a la expedición yo hice un crédito hipotecario y durante la etapa final INDES me apoyó.
Una de mis hijas me dijo: podés ir al Everest, pero si venís sin nariz no te voy hablar en toda mi vida. Yo creo que si no hubiera tenido hijos me hubiera arriesgado a llegar hasta la punta del Everest, pero realmente ninguna cumbre vale más que mis hijos
¿Cuánto tuvo que invertir para ir al Monte Everest?
La expedición está costando $65 mil, pero puede variar, y eso que me subió más por el tema de la COVID-19, por lo que creo que este viaje al Everest está constando como $70 mil.
Tengo una curiosidad, ¿cuánto pesaba su mochila, su traje y sus herramientas mientras se dirigía a la cúspide?
En total yo cargaba todos los días 40 a 45 libras. Y es que solo de implementos de ropa ando cargando de 20 a 25 libras.

¿Y cuál era la dieta que debía cumplir mientras se encontraba en la expedición?
En el campamento base hay una tienda solo de cocina y hay un cocinero. La mayoría de comida es vegetariana. Como montañista uno sabe que arriba de los 5,000 metros no puede estar comiendo carnes rojas porque la carne roja afecta el organismo, entonces hay que administrar bien el poco oxigeno porque en el campamento base estábamos solo con el 50% de oxígeno y conforme uno va subiendo hay menos oxígeno, pero al llegar a la zona de la muerte uno se encuentra solo con el 30% de oxígeno y con eso las células no logran sobrevivir más de 24 horas por eso se llama la zona de la muerte.
Entonces, nuestra comida es puro carbohidrato, mucha azúcar porque se necesita mucha energía. En un día una gasta entre 15 mil a 20 mil calorías.
¿Cómo reaccionó su cuerpo al experimentar un clima tan frío?
Yo tenía la gran incógnita de cómo mi cuerpo iba reaccionar arriba de los 7 mil metros, porque lo más alto que había yo subido era el Aconcagua. Y realmente estoy sumamente agradecida con mi cuerpo y reafirmo todos los entrenos que yo hice, porque me sirvieron totalmente, porque mi cuerpo funcionó super bien, nunca tuve una lesión y eso que íbamos al ritmo de los sherpas. Mi cuerpo estaba super aclimatado. Yo tengo una muy buena resistencia entre los 7,000 a los 8,000, pero psicológicamente la incertidumbre que algo podía pasar fue lo más difícil que tuve que enfrentar: ese miedo de que todas las veces podría pasar, de cosas que uno no sabe que va pasar al dar un paso.

¿Cómo se siente al saber que ha destacado como la primera salvadoreña en superar los 7,000 metros sobre el nivel del mar en su conquista al Monte Everest?
Tengo ese récord que ningún otro salvadoreño ha logrado, porque nadie había subido más allá de los 7,000, lo más alto que se habían llegado era la Aconcagua. Esto a mí me tiene muy feliz porque era una de las metas que soñaba también. Me faltaron 800 metros para llegar a la cúspide del Everest, pero de tiempo unas 15 horas, solo de subida. Eso fue uno de los problemas que yo tuve, que yo llegué al campo base, originalmente, si hubiera estado en un buen tiempo, hubiera descansado un par de horas, hubiera comido, tomado agua e iniciar la subida en la noche tipo 8 o 9 de la noche; pero como estaba el ciclón, entonces llegamos en la tarde y el campamento destruido. Al final, de cinco tiendas, los sherpas únicamente pudieron armar dos y ahí estábamos todos, hasta cinco había en una tienda.
¿Cómo vivió ese momento que fue decisivo para usted, el continuar hacia la punta del Everest y enfrentar las condiciones climáticas o retirarse y regresar a su país?
Cuando amaneció yo le dije al sherpa que quería subir, pero a mí se me había olvidado que estaba en la zona de la muerte. Después de 24 horas, literalmente el cuerpo se empieza a descomponer, es igual que como un cadáver, después de las 24 horas y ellos ya tenían claro eso y me decían: no vamos a poder subir porque tuvimos que haber subido a las 9 de la noche.
Si yo hubiera obligado al sherpa a subir hubiera sido un suicidio y hubiera llegado solo a morirme, porque iba a llegar a la mitad del camino e iban a empezar las 24 horas…y de ver mi insistencia me dijo: ok, vamos, pero si logras sobrevivir vas a venir sin nariz, sin dedos de las manos o sin dedos de los pies porque el clima estaba demasiado bajo, estábamos a menos 40 o 45 grados bajo cero, más el viento y eso hace que la sensación térmica sea más fría.

¿Se sintió vulnerable al enfrentar el clima en ese momento?
Totalmente. Uno en la montaña siempre tiene miedo, no es que a uno no le da miedo, pero lo que nunca había sentido era ese miedo de morir tan real, eso fue en mi primer intento de cumbre cuando nos atrapó la primera tormenta en el campo 3. Yo ahí lloré, lloré por mis hijos y yo decía que quería regresar y abrazarlos…decía que no me quería quedar aquí. Hubo un momento que empecé a tenerle miedo al clima es que es tan extremo y pasamos muchos días con tormentas, pero sabe que lo bonito de la experiencia es superar ese miedo porque después volví a subir hacer un segundo intento.
¿Cómo describe al Monte Everest?
Allá en el Everest no hay nada, allá es puro hielo, allá no hay fauna, no hay flora y las piedras son filudas, allá es como que no hay vida, solo el viento y la nieve. Allá cualquier caída es mortal, cualquier error es mortal en el Everest.
¿Regresaría al monte Everest para intentar de nuevo llegar hasta la cima?
Sí, voy a regresar. Ese fue un pensamiento que tuve ahí en la zona de la muerte cuando ya me estaba arreglando para bajar y yo le hablé a la montaña y le dije: gracias por dejarme llegar hasta aquí y por favor dame la oportunidad de volver. Y de ahí, en todo el camino venía llorando, en todo el camino lloré como 4 días, que es todo el tiempo que tarda uno en bajar. Y yo lloraba porque decía que no tenía otra oportunidad y recordaba que tengo la casa hipotecada… nadie más me prestará dinero… fue super triste… porque realmente hice todo lo que estaba a mi alcance.
Ya hoy que estoy acá estoy como digiriendo todo porque venía super triste, pero cuando llegué al país y, asistí a la conferencia de prensa en INDES, Yamil Bukele me dijo que me iba apoyar y para mí fue sorprendente y esa fue de las mejores noticias que me han dado en mi vida, y recuerdo que me dio la camisa y me dijo: por favor úsela.
Así que la próxima semana empiezo nuevamente mis entrenos. Para ir al Everest siempre es la misma fecha de expedición, que es la primavera, es entre abril y mayo. Entonces uno debe llegar a finales de marzo y uno llega a la montaña los primeros días de abril y permanece ahí.
Ahorita la única duda que tengo es que no sé si podré hacer el viaje este año que viene, porque solo faltan nueve meses, pero no sé cómo se relacionará por el COVID-19 y realmente me siento super aclimatada. Así que si el COVID disminuye creo que iré el próximo año, pero sino hasta 2023.
¿Cómo cambió su vida la experiencia de escalar el Monte Everest?
Hay un antes y un después del Everest totalmente: como deportista, totalmente fue un salto exponencial, el experimentar un ochomil. Son 14 ochomiles en el planeta, el Everest es el más alto de todos y te da una experiencia como montañista increíble. No hay nada más arriba que eso. Por otra parte, como persona igual, la valoración obviamente para mí, mi familia ha sido primero, pero esa valoración de la vida, esa valoración de la familia y de los seres queridos, de las amistades, estoy completamente agradecida, a toda esa gente que oró por mí, porque estoy segura que sin esas oraciones hubiera sido otra historia, porque el Everest es extremo y peligroso.

Alfa Karina Arrué, montañista salvadoreña. FOTO/ Huber Rosales.