El Salvador se agenció la sede del Mercado Regional de Deuda, un mecanismo implementado por el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) a iniciativa del Consejo de Ministros de Hacienda o Finanzas de Centroamérica, Panamá y la República Dominicana (Cosefin).
Esta plaza fue disputada con dos de los más importantes competidores en la economía regional, Panamá y República Dominicana, sin embargo, este viernes se conoció que El Salvador es quien ostenta la sede del mecanismo que pretende gestionar el mercado de deuda centroamericano que actualmente asciende a más de $120,000 millones.
Según el ministro de Hacienda, Alejandro Zelaya, dinamizar la economía de los países centroamericanos será el principal beneficio de los muchos que traerá la creación de este mecanismo.
«Hablar de un solo beneficio sería delimitar demasiado un proyecto tan macro como este, evidentemente dinamizará la economía centroamericana, dará opciones de financiamiento a la región en un momento convulso para los mercados financieros internacionales», indicó.
En este contexto, el ministro además dejó de manifiesto el compromiso de El Salvador para que todos los beneficios de este proyecto lleguen a cada uno de los países de la región.
«Básicamente nos vamos a convertir en una bolsa de valores que centralizará algunas operaciones. Los países de la región podrán emitir deuda en El Salvador, podrá liquidarse y hacer operaciones de bolsa desde cada una de las bolsas de valores de los países de Centroamérica y serán transadas a nivel del centro de operaciones en El Salvador. Evidentemente incluye la integración de todas las bolsas de Centroamérica», enfatizó el funcionario.
Sumó que la creación de esta herramienta también posiciona el tema integración centroamericana en las agendas de los países.
«A veces por las coyunturas internas se nos olvida que de una u otra forma nosotros solo somos viables económicamente si Centroamérica está unida», remarcó Zelaya.
Para el ministro, a partir de la creación de este instrumento Centroamérica podrá posicionarse como región con sus socios internacionales. También recordó que la iniciativa por crear una herramienta de este tipo nació en la década del 2000 y mostró su beneplácito porque fue concretada en la gestión del presidente Nayib Bukele.
En este sentido, el presidente de BCIE, Dante Mossi, anunció que economías de la talla de Corea y México han manifestado su interés por participar en este nuevo mercado de valores.
«Como banco de Centroamérica estamos apoyando a los ministros de Hacienda que son nuestros gobernadores en el desarrollo de este mercado regional», dijo.
Mossi explicó que en El Salvador se generará una infraestructura informática para el registro de todas las emisiones de deuda de los países que desean formar parte de este nuevo mercado bursátil «y eso les permitirá acceder a todos los fondos de pensiones, a todos los bancos de la región centroamericana y así cuando los ministros salgan a vender deuda tengan un mercado más expandido».
Para que esto se lleve a cabo, el BCIE aportará $150 millones para la ejecución del proyecto, además Mossi anunció que la próxima semana comenzará a trabajar la misión encargada de ponerlo en marcha.
«Vamos a afinar todos los detalles que se requieren, desde normativa, convenios con los países para permitir que este mercado fluya y tenga resultados, genere las mejores tasas tanto como para los países como para los fondos de pensiones», proyectó.
Entretanto, el secretario ejecutivo de Cosefin, Alfredo Flores, resaltó el compromiso de los países centroamericanos para materializar estrategias que les permitan enfrentar los embates económicos actuales como bloque.
«Vemos hoy cristalizado el mecanismo del mercado regional de valores y de deuda, lo cual está acoplado al pilar de integración financiera de nuestra matriz de interés fiscal de Cosefin y que a su vez está alineada con al menos de 10 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)», consideró.
Para Flores está decisión es motivo de la celebración para Centroamérica, ya que surge como una solución en medio de un contexto económico «incierto y volátil», sometido a la situación de pandemia, las tensiones geopolíticas, el elevamiento de las tasas de interés de los principales bancos centrales del mundo y las presiones inflacionarias.