Los giros cruciales en la trama del poder se consideran brillantes cuando son sustentados en la experiencia y en el conocimiento de la naturaleza y los mecanismos del poder, sin faltar las motivaciones políticas. Todo Gobierno debe tratar de justificar las decisiones en el manejo de la administración pública y obtener para ello el apoyo de la opinión pública; en consecuencia, se debe encontrar la fórmula que satisfaga a la mayoría de la gente.
La habilidad de hilvanar el pensamiento político, que de suyo es complejo, debe surgir de la reflexión y de la observación de la realidad nacional. El poder político se debe sentir; lo importante no es lo que sucede, sino lo que se hace con lo que sucede, puesto que los sucesos y hechos políticos marcan el devenir de la acción política, de tal manera que la calidad de las ideas y de las interacciones políticas en el ejercicio del poder deben ser consecuentes con los diferentes escenarios de cara al futuro. En tal virtud, se va transformando el poder de las ideas, que por su parte van cuestionando lo que realmente importa, y esto significa lo que es útil y necesario para la mayoría de la gente.
En el transcurso de la historia política surgen personajes claves en la trama del poder, que hacen que las rendijas de este se mantengan en una forma sólida y compacta para poderse enfrentar a los antagonistas, adversarios, enemigos, conocidos y ocultos en las sombras, pero que se identifican por ser enemigos del Gobierno, por tratar de alterar el funcionamiento y la dinámica del poder. Episodios con importancia, conexiones y vínculos secretos, bien guardados, no permiten que haya entresijos en el poder, pero siempre se necesita ayuda y apoyo para maniobrar en secreto y debilitar al enemigo y sus alianzas, para que el Gobierno siempre ostente una posición dominante.
El Gobierno debe ser inflexible, impasible y desconfiado, puesto que las circunstancias políticas cambian a una velocidad increíble, y toda circunstancia política debe ser aprovechada al máximo. En el ejercicio del poder el Gobierno puede presentar guerras abiertas, pero no debe caer en la trampa, y debe aplicar las claves del poder, que están fuera de toda lógica para evitar errores inesperados, que a la vez acentúan las circunstancias adversas. La cuesta del poder siempre es más empinada para unos que para otros; la situación es clara, en el ejercicio del poder el pragmatismo es consecuente con las tramas del poder, que se tejen y se desarrollan de manera ágil, sin perderse detalles.
En la estructura del poder, las actuaciones personales de los políticos deben ser revisadas de forma permanente para innovar y estar atento a corregir cualquier error; por ejemplo, los excesos de confianza, saber manejar el ego, acomodarse a los nuevos tiempos que se expresan en la capacidad de identificar el sentir y el pensar de las personas que en algún momento pueden ser aliadas y que configuran los escenarios futuros donde fluyen los acontecimientos, los sucesos políticos que son de singular significación para la vida cotidiana de una sociedad, y que además entretejen la realidad; y, de manera general, saber descifrar las entrelíneas de tales circunstancias.
Políticos de viejo cuño, en sus pláticas y enseñanzas, comentan que en el poder «hay que saber dónde colocar el sombrero», se entiende que, en el conocimiento del poder, el político debe saber brincar por los sobresaltos de los giros inesperados en el funcionamiento de este, y así intuimos que, en el ejercicio del mismo, nunca hay una respuesta definitiva y que cualquier político que integre un Gobierno siempre está bajo sospecha.
En la historia política del país y en el presente siempre nos damos cuenta de que hay políticos que flotan y otros que terminan por hundirse.