La alarma suena a las 3 de la mañana y Salvador Tejada se levanta para dar inicio a una larga y provechosa jornada, aunque cada día es diferente.
Un ritmo de vida que lo ha llevado por más de dos décadas a recorrer más de 111 kilómetros (casi dos horas y media) para llegar a su trabajo en la sección de salvamento y extinción de incendios, ubicada en el Aeropuerto Internacional de El Salvador San Óscar Arnulfo Romero, como bombero aeronáutico.
Tejada, quien es uno de los más experimentados del plantel, con más de 26 años al servicio de las personas, relata que solo le restan 13 meses para jubilarse. Aunque es tanta la pasión por su profesión que espera quedarse más tiempo como operador de vehículo de rescate y extinción. «Me siento honrado de ayudar a las personas.
Cuando lo primordial es salvar vidas lo demás cobra sentido. En el equipo somos tres o cuatro bomberos con una sola misión: salvar vidas», añade Tejada a «Diario El Salvador».
Al completar su formación como bombero estructural, ingresar al equipo de los aeronáuticos fue más fácil y por eso fue seleccionado como operador para manejar los vehículos de rescate y extinción, un cargo que implica conocer diversas técnicas o maniobras de conducción segura, ataque, control, además de lo principal: extinguir los incendios, técnicas de rescate y primeros auxilios.
Un bombero aeronáutico está capacitado para brindar seguridad y primeros auxilios a los pasajeros en tierra, además de las aeronaves, como la extinción de fuego en el tren de aterrizaje (llanta del avión), despresurizaciones de la aeronave y accidentes de tránsito en el área de circunferencia del aeropuerto.
Desde hace 42 años, que se creó la sección de salvamento y extinción de incendios, la misión es salvar vidas y brindar seguridad a las aeronaves. Los héroes silenciosos destacados en el aeropuerto internacional ya suman 63 miembros, entre los cuales 10 fueron bomberos estructurales, una carrera necesaria, pero no indispensable para ser parte del equipo de los bomberos aeronáuticos.
Juan Antonio Ventura, supervisor de sección, destaca que para formar parte del plantel de bomberos aeronáuticos deben contar con conocimientos en primeros auxilios y rescate, ser bachilleres, además de la certificación internacional NFPA 1001 y las capacitaciones previas como bombero.
«En El Salvador no hay muchos bomberos estructurales que quieran servir como bomberos aeronáuticos, por esto es que nosotros los formamos con un curso de cuatro meses», relató.
La unidad de bomberos aeronáuticos está bajo la dirección de la Comisión Ejecutiva Portuaria Autónoma (CEPA) y cuenta con presupuesto propio.
Para 2022, la sección ha solicitado $4 millones para comprar herramientas y tres camiones. A mediano plazo, proyectan la creación de una segunda sección en el aeropuerto, para estar más cerca de las pistas de aterrizaje de los vuelos comerciales.
SUS HITORIAS
ARMANDO BARAHONA: AL SERVICIO DE LA POBLACIÓN
Armando Barahona cuenta con una trayectoria de 18 años como bombero aeronáutico con la que ha ido creciendo profesionalmente, ya que ha tomado diversos cursos, entre los que destacan las especializaciones en maniobras de rescate y primeros auxilios. «Nunca me imaginé llegar a ser bombero.
A mis 20 años buscaba una oportunidad laboral, vi una publicación en el periódico y acudí. Al llegar al lugar me di cuenta de que era en la estación de bomberos del aeropuerto, y dije: bueno voy a probar», comentó.
Desde que Barahona tomó la decisión de probar en una labor que implica estar al servicio de la gente, sabía que se convertiría en una vocación que lo llevaría a crecer dentro de su área. En 2009, al cumplir el cuarto año como bombero aeronáutico, fue ascendido a operador de vehículo de rescate y extinción. En la actualidad es instructor y espera seguir creciendo en su carrera como bombero.
LUIS FERNANDO LÓPEZ: UNA LABOR LOABLE Y CON PASIÓN
Luis Fernando López, de 28 años y oriundo de Ahuachapán, es el más joven de la sección de salvamento y extinción de incendios, la unidad que le da vida a los bomberos aeronáuticos del aeropuerto internacional.
El joven, quien cuenta con una trayectoria de cuatro años de experiencia en la especialidad, había cursado unos años de Ingeniería Civil, pero se dio cuenta de que su pasión era ayudar y salvar vidas. «Disfruto ser un bombero aeronáutico, debido a que nos especializamos en aeronaves, y eso compensa mi pasión por los aviones, además de resguardar la seguridad y la vida de las personas».
López espera continuar tecnificándose en la labor como bombero aeronáutico, además de seguir aprendiendo para fortalecer sus conocimientos profesionales.