Estamos frente a la realidad de una guerra que no se puede ocultar, que se vuelve más compleja y al mismo tiempo incorpora a nuevos protagonistas a favor o en contra del pueblo judío.
El mundo ve con mucha perplejidad tales acontecimientos y no les encuentra respuestas, puesto que cómo es posible que en un mundo supuestamente más civilizado, de alta tecnología y de mayor confort, se esté desarrollando una guerra que puede prolongarse y alcanzar dimensiones mundiales, o lo que la Biblia señala como la batalla del armagedón.
No existe un concepto racional, antropológico y sociológico que nos dé las respuestas adecuadas sobre las motivaciones de esta guerra en Oriente Medio. Todos sabemos que tiene un trasfondo religioso. En la Biblia encontramos las respuestas y las razones de este conflicto histórico y nos señala el rumbo y la escalada, como también el tiempo en el que terminará.
La época que estamos viviendo es una época en la que solo la palabra de Dios nos puede revelar la verdad de todo lo que está sucediendo. El mundo se encuentra en completa tiniebla y oscuridad, tanto filosófica, antropológica y políticamente, ante sucesos que consternan al mundo entero. Desde que Israel se estableció como Estado soberano en 1948 ha sido acosado e invadido por sus vecinos árabes y países musulmanes, lo cual se ha tratado de resolver por vías diplomáticas que han terminado en fracaso, y lo único que han obtenido es enardecer más el conflicto y provocar el surgimiento de grupos antagónicos y radicales, como Hizbulá y Hamás, que son financiados por grupos religiosos musulmanes.
Lo que no tenemos que dudar es que Dios sigue protegiendo y actuando de manera increíble con Israel. Egipto y Jordania son la excepción de países árabes que están en paz con Israel, y otros forman parte de los acuerdos de Abraham, en los que se comprometen a no intervenir en contra de Israel. Las profecías bíblicas demuestran que la guerra final sería entre el mundo cristiano y el mundo musulmán; también hay que considerar que el 65 % de las reservas petroleras del mundo se encuentran en Medio Oriente, es decir, ellos tienen la llave de la economía del mundo.
La Biblia es la historia escrita por adelantados, incluso los grandes medios de comunicación del mundo tratan de saber qué dice la Biblia al respecto de estos acontecimientos. Por esa razón, es el tiempo en que los cristianos deben dar esas respuestas que el mundo necesita.
En el libro de Amós 9:14 nos dice que Israel jamás podrá ser destruido. En el año setenta, después de que el general romano Tito arrasó Jerusalén se inició una dispersión completa del pueblo judío por el mundo, una dispersión que duró casi 2,000 años. Los judíos son la única cultura, civilización, grupo étnico proveniente de una civilización antigua, que no ha perdido su identidad cultural, han existido desde que eran tribus y no perdieron sus tradiciones, religión ni su idioma. Pero ¿cómo es posible que odien tanto a un país tan pequeño en territorio?, que lo único que desea es vivir en paz, que no ataca ni agrede a nadie, solo se defiende y tiene todo el derecho de defender a su población como lo haría cualquier país del mundo. La respuesta es que ese odio es satánico, porque fue de ese pueblo judío que nació el Mesías, salvador del mundo, y Satanás sabe que ahí mismo será el lugar donde Jesús regresará para destruir el imperio del mal por siempre. Satanás lo sabe desde antes, por eso usó mentes perturbadoras, como las de un sociópata como Hitler que quiso eliminar a los judíos de la faz de la Tierra en el holocausto y los campos de concentración, y hoy lo hace con las naciones musulmanas despotricando un odio irracional hacia Israel, lo cual deja entrever que estos conflictos no se van a detener, por el contrario, aumentarán cada vez más.
Alguien podría decir que esto es una exageración; por el contrario, esto es una realidad, es el comienzo hacia la madre de todas las batallas, la batalla del armagedón. Todos los cristianos tenemos el deber de orar por el pueblo de Israel, que es la nación donde Jesús vendrá a establecer su reino millennial, gobernando el mundo entero desde Jerusalén.