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Por Carlos Cordero, Académico e investigador en diseño
Artículos de historia y simbolismo / Octava entrega
Fiesta celebrada cada dos de febrero dentro del calendario cristiano, el Día de la Candelaria es una de las festividades que marcan el inicio del año, así como el cierre de las celebraciones navideñas: Inmaculada Concepción, Virgen de Guadalupe, Nacimiento de Jesús, Santos Inocentes, Reyes Magos y finalmente La Candelaria.
Inicialmente esta celebración fue conocida como la Fiesta de la Luz y su origen está relacionado con la llamada Procesión de las Candelas en Jerusalén, en la Basílica del Santo Sepulcro, construida por el Emperador Constantino. Otras fuentes mencionan que su procedencia se encuentra en el Imperio Romano con la peregrinación de las velas en la Fiesta de las Lupercales.
No es hasta los años 1392 a 1400, que el festejo toma un tinte mariano al ser encontrada por dos pescadores de Tenerife, una imagen de la Virgen un dos de febrero, coincidiendo esta fecha con el pasaje bíblico de la Presentación de Jesús en el Templo y la purificación de María. Es a partir de 1497, gracias a Alonso Fernández de Lugo, quien fue gobernador de las Islas Canarias, que la festividad toma este matiz, celebrándose la primera Fiesta de la Candelaria. Es importante mencionar que el dos de febrero se festejaba también en estas islas el Día de la Asunción, la cual es posteriormente trasladada al 15 de agosto.
Adentrándonos al simbolismo religioso de esta tradición, María se presenta al templo cuarenta días después de dar a luz y Jesús como varón primogénito es entregado a los doctores de la ley.
Por otro lado, en palabras del investigador Luis Suárez, de la Sociedad Mexicana de Filosofía Hermética, el templo posee tres puertas: la inmortalidad, la resurrección y la ascensión, las cuales podemos evidenciar dentro de la arquitectura medieval en las diversas catedrales. Así como la vela alegóricamente, representa al padre, a Cristo y a nosotros en un plano terrestre; dicho de otro modo, la dimensión arcangélica, angélica y humana.
Además, la luz, como arquetipo universal aparece en diversos textos sagrados, como en Juan 12:46: «Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas», mientras que en otros textos herméticos se menciona que la luz es: «Lo que se haya en consonancia con la naturaleza de las cosas, satisface la razón, adhiere la voluntad y arrastra la consciencia».
Según Manuel Gamio Petricioli, en su artículo: Fiesta de la Candelaria ¿Celebración azteca, judía o cristiana?, resalta que el dos de febrero es el inicio del ciclo agrícola para la siembra del trigo en el Viejo Continente y al cerrar la jornada, al atardecer de los fríos y aún oscuros días de ese mes, se suele encender velas y festejar con discos o tortillas de harina de trigo, como una alusión al sol, siendo este platillo hoy conocido como crepas, que se rellenan con frutos de la madre tierra, así como azúcares o mermeladas propias de la estación.
Y este mismo autor hace alusión también al México prehispánico, etapa en la que se daba la siembra del maíz en los primeros días de febrero, para lo cual se hacían celebraciones en honor de Huitzilopochtli, Tláloc, Quetzalcóatl o la madre tierra Tonántzin, a los que se realizaban ofrendas de maíz molido y cocido al vapor envuelto en hojas de elote, así como bebidas de este mismo cereal, todo para agradecer a los dioses y pedir lluvias y abundantes cosechas.
Al terminar las ofrendas, en las casas, los antiguos mexicas departían con la familia los deliciosos tlamalis (tamales), rellenos de carne de venado o pato, así como de frutas y miel, y que eran los mismos alimentos ofrendados a los dioses y que se acompañaban con un atole o una taza de cacao con miel. Es de esta imagen que proviene la tradición de compartir los tamales de la Candelaria, al haber encontrado al niño Dios en la Rosca de Reyes del 6 de enero.
En cuanto a la numerología de esta fiesta, según Suárez, las fechas en las religiones no son reales, sino que son simbólicas, porque siempre tienden a mostrar mensajes subliminales encriptados. Desde la Fiesta de los Reyes Magos, el 6 de enero, hasta el Día de la Candelaria, el 2 de febrero, hay 27 días. Esta cifra la podemos descomponer en la operación matemática 9 x 3, siendo el tres, el número que representa la Trinidad, la creación. En cuanto al nueve, desde una óptica mística representa la victoria y el triunfo. Es a su vez, un número secreto, la combinación de tres veces tres, o la triplicidad de lo triple. Simboliza la verdad y el orden en los planos corporal, intelectual y espiritual.
Finalmente, podemos decir que el sincretismo tiene un papel primordial en cuanto al rostro que las diferentes festividades religiosas puedan tomar a lo largo de la Tierra, pero más allá de la forma, su naturaleza intrínseca se sustenta por ideales atemporales que sobrepasan a cualquier imagen de Dios, como en el caso de la luz, causa primera y última de la existencia, y de la cual, todos los dogmas aducen en sus sistemas de creencias, siendo la candela la mínima expresión de esa otra gran realidad espiritual.
DeOpinión
Al borde del tiempo, a propósito del día internacional del Teatro
Por Roberto Carbajal
Como cada año, el Instituto Internacional del Teatro difunde el mensaje correspondiente de esta fecha 27 de marzo. En esta ocasión, Peter Sellars, director de teatro estadounidense nos acerca al estado de los tiempos actuales en el cual estamos abrumados por las experiencias simuladas y después de dos años de una crisis sanitaria que nos ha atenuado los sentidos, nos ha separado y nos ha roto las conexiones, lo que nos ha llevado a la humanidad a estar al límite. En nuestro país se preparan algunas actividades conmemorativas de este significativo día para un arte efímero pero que traspasa los límites de una realidad vertiginosa.
Los telones reabrieron con ciertas limitaciones después de casi dos años; pero con el entusiasmo y la esperanza de reencontrarse con el público: nuestro interlocutor y cómplice del hecho escénico. Sellars apela que ante tal situación nos dirigimos a recobrar lo épico, necesitamos cultivar el espacio, el espacio de la igualdad y la escucha profunda; por eso el teatro, según sus palabras, es ese espacio de igualdad entre humanos, dioses, plantas, animales y gotas de lluvia.
En nuestro medio el teatro no ha sucumbido ante tanta contrariedad, ha vuelto fortalecido con salas alternas y espectáculos nuevos que confluyen en hacer lo que al teatro le corresponda, ya que siempre ha representado la vida, como describe Sellars, como un espejismo, y que vemos a través de la ilusión humana, el engaño, la ceguera y la negación con claridad y fuerza liberadoras; por eso, en cada escenario, en cada acto, palabra y silencio en nuestro ámbito nacional somos artífices de la vida que mucho nos ha arrancado, con recurso o sin recursos, a veces sin penas ni glorias; por eso, directores, actores, luminotécnicos, vestuaristas, escanógrafos, todos y todas involucrados, nos entregamos para llegar aquel ser humano, aquel espectador con el que nos conectamos.
Por eso en este día, artífices de la vida, hemos superado de alguna forma esta etapa; pero necesitamos la complicidad que en esta sociedad somos y qué buena oportunidad que al ir saliendo de esta crisis vuelven la luces a iluminar la escena y las mentes de nuestra imaginación con la cual Sellars se identifica y, por supuesto, toque aquel que toca un telón, pisa las tablas, diseña una escenografía, por eso en este día conmemorativo nuestra camino es: seguir llenado la escena de «nuestras historias y de nuestro futuro»( Peter Sellars).
Feliz Día Internacional del Teatro.
DePoesía
«4 NOTAS DE AMOR»
Por Guillermo Funes
A mi querida esposa
I
Te amo más que ayer
y menos que por siempre,
y nunca, nunca, nunca,
saldrás de mis entrañas,
porque aunque ya no estás,
tu caricia
hecha música me aquieta,
tu mirada invisible
alumbra mi sendero
y tu sonrisa niña
llena la inmensidad
de mi calvario,
sin Gólgota,
sin cruz
y sin espinas.
II
Tócame aquí en el alma
si la encuentras,
tócame el corazón
si aún palpita
tócame suavemente
y dame un beso.
III
Desde el amanecer
vas en mis pensamientos,
que cuando ya atardece
son celajes
y te vuelves estrellas
por las noches
para que nunca deje
de contarlas
y te encuentre de pronto
en un lucero,
que comenzó a brillar
cuando nos conocimos.
IV
Nada te separa de mí
porque me opongo,
ni el dolor,
tampoco la pandemia
ni la muerte;
porque sino te palpo
en la distancia
tu acaricias cada instante
mis entrañas
y naces cada día
hecha mujer y ángel,
e igual que el primer día
me entregas tu alegría
hecha canción y ausencia.
«PERSIGO LA SOMBRA»
Por Anna Aparicio
Persigo la sombra de un rey con mi estilo,
qué delicia es su boca, y sus labios son rosa,
sacado de un cuento o tragedia de Esquilo,
con perfume de rica juventud lujuriosa.
No sé si será oriental loto de Nilo,
si será el joven Edipo de frente orgullosa,
si es Arturo con su espada de brillante filo,
o es el bello David con su arpa melodiosa.
Sin dejarse atrapar, sin dejar verse sigo persiguiendo a ese amor con locura,
mi deseo hacia él corre sin perderse.
A ese rey guapo, que continúa distante,
más que sigo esperando con ternura
con el sueño de que sea mi amante.