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José Daniel Rivas Hidalgo, máster en lexicografía Hispánica por la rae /Minucias de nuestro español/ artículos del español salvadoreño/ PRIMERA entrega
¿Alguna vez ha escuchado o utilizado frases como «machete estate en tu vaina», «hacerse el maje», «echarse el rollo» o «hacer la camita»? Bueno, estas frases, generalmente compuestas por varias palabras, se conocen como «unidades fraseológicas», en las que se puede incluir los refranes, los modismos, los proverbios y otras frases total o parcialmente fijas. La disciplina lingüística que analiza estas unidades fraseológicas se llama fraseología, la cual se entiende como una rama de la lingüística que estudia el «conjunto de modos de expresión peculiares de una lengua, de un grupo, de una época, actividad o individuo» (DLE). Por tanto, al conjunto de las unidades fraseológicas que usamos los salvadoreños le llamaremos fraseología del español de El Salvador.
Los primeros datos de interés para el rescate de la fraseología salvadoreña se encuentran en los diversos diccionarios, vocabularios y glosarios escritos a inicios del siglo XX. El primer repertorio de gran valor fraseológico fue confeccionado por Salomón Salazar García; este texto fue publicado originalmente en 1907 y en 1910 publicó la segunda edición corregida y aumentada bajo el título «Diccionario de provincialismos y barbarismos centroamericanos, y ejercicios de Ortología clásica». Luego de este vinieron muchos otros trabajos de los que podríamos mencionar «El español que hablamos en El Salvador» (1969) y «La lengua salvadoreña/Lexicón» (1978), de Pedro Geoffroy Rivas; «Dichos y modismos salvadoreños» (1997), de Rosa Victoria Serrano de López; «Leperario salvadoreño» (2000), de José Humberto Velásquez; «Diccionario de salvadoreñismos. Puro Guanaco» (2002), de Jim Casalbé; «Diccionario de Salvadoreñismos» (2003, 2013 y 2015), de Matías Romero Coto; «Refranero salvadoreño» (2006), de Canoa editores; «El Salvador: sus hablantes» (2006), de Jorge Vargas Méndez; «Dichos y diretes» (2007), de Ana del Carmen Álvarez; «El lenguaje delincuencial en El Salvador» (2012), de José Braulio Galdámez; «Real diccionario de la vulgar lengua guanaca» (2008 y 2015), de Joaquín Meza, solo para dar algunos ejemplos.
Además de ellos, muchos escritores de gran relevancia para la literatura nacional incluyeron glosarios al final de sus obras de donde se pueden rescatar muchas frases de la época, por ejemplo: «Burla burlando» (1923), «Brochazos» (1925), «Doctor Gonorreitigorrea» (1926), «Candidato» (1931), «La muerte de la tórtola» (1932), de José María Peralta Lagos; «Cuentos de barro» (1933), «Trasmallo» (1954), «Espada y otras narraciones» (1960), de Salarrué; «Jaraguá» (1950 [el glosario aparece en la segunda edición del libro) y «Cuentos de Janiche» (1960), de José Napoleón Rodríguez Ruiz; «Ébano» (1954), de Alberto Ordoñez Argüello; «Tierra de infancia» (1957), de Claudia Lars; «Barbasco» (1960), de Ramón González Montalvo; «Expresión literaria de Nuestra Vieja Raza» (1960), de Adolfo Herrera Vega; «Miguel Mármol» (1972- 2.a ed.), de Roque Dalton; «Vato guanaco loco» (2019), de Mario Bencastro, etc.
En la actualidad, con el auge de internet, también hay una gran cantidad de sitios web que se han dedicado a documentar una parte de las frases utilizadas en el español de El Salvador en pleno siglo XXI. Con todo esto podemos corroborar cuán importante resulta la fraseología utilizada en un espacio geográfico determinado y en una época determinada. Hacemos este recuento de obras para dar el mérito necesario a todos estos hombres y mujeres que pueden considerarse pioneros de una tradición lexicográfica en El Salvador.
La fraseología representa uno de los aspectos más importantes del español de cada país, pues, en ellas se encuentra parte de la identidad, la historia y la creatividad de dicha comunidad. Decía Gilberto Giménez, antropólogo y profesor de la UNAM, que una definición de cultura es cuando hablamos de aquellos elementos que nos diferencian de los otros. Pues bien, nuestra fraseología es uno de los elementos culturales más importantes, pues, en ella se encuentra parte de nuestra identidad, nuestra historia y nuestra creatividad léxica como salvadoreños
Para culminar la primera de muchas cápsulas lingüísticas, me gustaría hacer una pregunta retórica: ¿Cuáles son los retos que deben asumir los estudiosos y entusiastas del lenguaje en la actualidad? Entre los retos podríamos señalar los siguientes: contribuir al rescate de la fraseología que ha moldeado la identidad salvadoreña a lo largo de la historia, así como registrar la fraseología actual, de modo que podamos captar la mayor parte de las expresiones utilizadas por los jóvenes, ver qué influencia tienen fenómenos como la globalización social, la globalización tecnológica y la forma en que entienden su realidad histórica.
En la próxima nota sobre minucias del español de El Salvador hablaremos sobre ejemplos concretos de fraseología salvadoreña, sea de forma sincrónica (dentro de un mismo espacio temporal, por ejemplo: el tiempo actual) como de forma diacrónica (a lo largo del tiempo). Espero que las notas sean de su agrado y que a través de ellas no solo desempolven recuerdos, sino que tomen conciencia de la identidad lingüística que debemos tener como salvadoreños.