José León Polío Jirón se ha convertido en una de las personas más longevas del cantón El Niño, en el municipio de San Miguel. Asegura que el pasado 11 abril cumplió 102 años, pero en su Documento de Identidad Personal (DUI) establece que es el 18 de marzo de 1921. A pesar de su edad, manifiesta que su mente aún no lo ha traicionado.
Se describe como un hombre trabajador que sacó adelante a sus cuatro hijos, tres hombres y una mujer, gracias a las jornadas diarias en el campo. Su familia se ha extendido a 14 nietos y seis bisnietos.
«Siempre he trabajado para criar a nuestros hijitos, se criaron sin ningún vicio, honrados, todos se casaron. Ya ahora no tengo nada porque todo lo que tenía se lo di a mis hijos, son los que me responden, todos mis hijos ya tienen dónde vivir y ellos me contemplan, me cuidan. Mi hija Regina Margarita es mi hijita» comenta Leonel Polío, como es conocido en el cantón.
Asegura que en su tiempo trabajó con la comunidad para tener una escuela, ahora conocida como el Centro Escolar del caserío Chaparrastique, cantón El Niño. «No había nada, empezamos a hacerla con ramaditas para que viniera la profesora, ahora es una gran escuela. Soy una persona servicial que le he servido a la patria y le sigo sirviendo al Señor», comentó.
La mañana del pasado domingo de resurrección, la familia de José León Polio lo llevó a la parroquia San Nicolás, en la ciudad de San Miguel, para ofrecer una misa en acción de gracias por su cumpleaños. «Yo creo en nuestro Señor Jesucristo y acá estoy. Él es el que me tiene fortalecido, yo no pienso cosas malas, a toda la gente le tengo amor, yo no tengo odio con nadie, soy una persona aseada. Yo no siento nada con ninguno, por eso es que el Señor me tiene acá», dijo.
Este hombre centenario ya no es tan ágil como en su juventud, pero continúa siendo un hombre independiente que gusta de vivir en la casa que levantó junto con su difunta esposa, María Cañas de Polío, y se niega a trasladarse a casa de alguno de sus hijos o nietos, pero sí acepta una buena compañía.
Sus hijos y nietos no le niegan nada, come lo que quiere. «A él dele pollo todo el día. Cuando vamos al centro le preguntamos qué quiere, y dice: “Papita, pollo”», comentó Leonel Polío, el segundo de sus nietos, al referirse al pollo frito de una cadena local.