Pese a ser considerado por muchos en el Reino Unido como una victoria personal de Johnson, este no escapó a las críticas, especialmente por parte de los pescadores británicos.
Estos afirmaron sentirse «traicionados» y acusaron al gobierno de abandonarlos al final de la negociación comercial, aceptando que los barcos europeos puedan capturar el 75 % de lo que actualmente pescan en sus aguas durante un periodo de transición de cinco años y medio.
Por su parte, el sector de servicios, especialmente en el ramo bancario, aún aguarda a conocer el impacto del divorcio.
Pero la separación sacudió especialmente a los independentistas escoceses del SNP, que reiteraron su deseo de abandonar el Reino Unido para reintegrar la UE.
«La única manera de recuperar los enormes beneficios de la pertenencia a la UE es convertirse en un Estado independiente otra vez en el corazón de Europa», lanzó su líder en Westminster, Ian Blackford. «Es la decisión que tomará el pueblo escocés y ese viaje empieza hoy», agregó.
Contrariamente a la aprobación urgente del Parlamento británico, el Parlamento Europeo no se reunirá para ratificar el tratado hasta fines de febrero, por lo que el texto entrará en vigor de forma provisoria.