La salvadoreña Maya Molina es la directora a cargo de la película «Latinas de mar», una producción que reúne a siete de las mejores surfistas de Latinoamérica para retratar la cultura del surf, desde Surf City, El Salvador, la capital de este deporte.
La idea original del documental es de las surfistas Ixa Marieta (Chile) y Luchy Cosoleto (Argentina), quienes iniciaron su búsqueda de una mujer directora para tomar las riendas de la historia que querían contar.
«Cuando Ixa y Luchy se me acercaron para contarme sobre el proyecto decidí sumarme con gusto, me encantó la idea porque son dos temas que me apasionan (el poder femenino y el mar). Nos conocimos cuando ellas estaban aquí en el país para los ISA Wolrd Junior Surfing Championship 2022. Cuando regresaron a sus países empezamos a reunirnos semanalmente de manera virtual para discutir el concepto y la historia del proyecto», contó la directora salvadoreña Maya Molina a «Diario El Salvador».
Maya asumió la tarea de unir y encajar las ideas de Ixa y Luchy para contar la historia bajo una línea lógica. La película, además de abordar la experiencia de las surfistas latinoamericanas mundialmente galardonadas, incluirá a mujeres salvadoreñas que se inspiran del mar para hacer arte, diseñar, tomar fotografías, y de cómo el mar cambia la vida de una mujer.
«Ixa es la de la idea original, ella me indica qué cosas le gustarían incluir en la película, luego yo lo transcribo y le doy un orden para poder contar la historia. También soy la guionista del documental además de dirigirla, y luego de la producción seré supervisora de edición. Tenemos imágenes hermosas de El Salvador y entrevistas muy bellas de mujeres que son jóvenes promesas del surf en el país», cuenta la directora.
¿Quién es la directora salvadoreña Maya Molina?
Tengo cinco años de experiencia en el rubro de los audiovisuales con documentales, videoclips y comerciales. Este trabajo me ha permitido viajar desde la punta del occidente del país hasta la última punta de oriente. De municipio en municipio conociendo las realidades de El Salvador y de su gente.
Estrené una obra en diciembre que casualmente se llamaba «La Sirena Varada» que se trataba sobre el mar y las mujeres, y luego me viene este proyecto que tiene que ver con ambos temas, así de increíble es la vida.
Para mi este proyecto ha sido una terapia de redescubrimiento. A mí me encanta el mar, es una de mis pasiones, quisiera vivir acá. No lo veo solamente solo como un destino turístico para pasar el rato, sino que veo también todas sus bondades de salud o paz mental que te puede brindar, incluso de la espiritualidad. Yo creo que el mar todo lo cura.
¿De dónde surge tu interés por la cinematografía?
Mi interés por los audiovisuales empezó del otro lado de la pantalla, estando frente a cámara. Yo había sido presentadora y modelo aquí en El Salvador, pero llegó un día en el cual estaba en una producción muy grande donde conocí a la asistente de producción, Jessica Ruballo. Era la única mujer de ese equipo y yo pensé “¿Qué ha hecho ella para estar allí?”, a partir de eso me enteré que existían estudios, un mundo audiovisual en el cual me podía preparar.
Así fue como nació mi interés, desde pequeña he sido muy habilidosa en el tema de las comunicaciones y he estado enfocada en eso, mi madre es periodista, por eso siempre he tenido ese instinto investigativo, pero ahora he puesto la cereza del pastel con ese toque artístico que le da la cinematografía a las historias.
Mi familia es del norte de Morazán, de Cacaopera, es un lugar donde hay bastantes historias por contar. Como mi madre era periodista, me las contaba a mí, entonces yo quise retratarlas en imágenes porque en mi imaginación las creaba cuando me las estaba relatando.
¿Cómo te preparaste para ser cineasta?
Empecé a hacer cinematografía en la universidad, tuve el privilegio de ir a estudiar al Instituto Superior de Arte en La Habana, Cuba, y me acabo de graduar en un máster en Dirección de Actores y Dirección Escénica para teatro, cine y televisión en México. Más que un privilegio fue un sacrificio que mi familia hizo por mí. Mi madre vendió su carro para poder mandarme a estudiar, así fue como empecé a contar historias en imágenes.
Los primeros temas que abordé en mis primeros tres cortometrajes eran sobre mujeres. El primero fue sobre la relación de una niña con su padre, el segundo sobre un tema familiar cuyo protagonista también era una mujer, también he retomado temas como el acoso sexual callejero y he retratado una historia de cuatro mujeres que tienen una crisis existencial sobre el significado de la vida. De eso me di cuenta en el camino cuando me detuve a pensar en el pasado, que estaba retomando temas sobre las mujeres.
¿Quiénes fueron tu inspiración durante el camino?
Además de mi madre, todas las mujeres que me rodean y que tienen una historia para contar, incluso las cineastas mujeres que han demostrado que tienen talento.
Una de mis inspiraciones es Agnes Varda, una cineasta francesa que hacía ficción y documentales a la vez, y creo que esa es la combinación perfecta o dualidad entre la ficción y la realidad para contar una historia.
También me inspira el empoderamiento femenino a través del surf en Latinoamérica, el documental va a presentar, más que un enfoque feminista, el cómo el mar puede cambiar la vida de una mujer, lo que se aprende en el mar, lo que te enseña una ola, y el surf, porque es un deporte al que hay que dedicarle mucho amor, pasión y disciplina. El Salvador es el lugar ideal para transmitirlo a Latinoamérica y al mundo.