El encierro obligado debido a la pandemia de la COVID-19 provocó una caída de la economía a escala mundial. El Salvador, como todas las naciones, recibió un duro impacto, con menos actividad productiva y pérdida de los empleos en aquellas empresas que trasladaron a sus trabajadores los costos de la cuarentena. Muchas empresas tuvieron que cerrar y otras más redujeron a mínimos sus operaciones.El reto ahora es hacer crecer la economía para que los ciudadanos tengan mejores ingresos, puedan comprar más productos y servicios, destinar fondos para el ahorro y generar más inversiones.
No se trata de buenas intenciones: estamos obligados al crecimiento económico para ser viables como nación. Los organismos internacionales sobrepasan las estimaciones del Banco Central de Reserva (BCR) sobre el crecimiento de la economía salvadoreña para el próximo año. Mientras el BCR proyecta un crecimiento del 3.9 % del producto interno bruto (PIB), el Fondo Monetario Internacional (FMI) lo situó en un 4 %, en tanto que el Banco Mundial (BM) considera que el crecimiento será del 4.9 %. A esto se suma el informe que reveló la calificadora de riesgo Fitch Ratings, que consideró que gracias a la reciente emisión de bonos por un valor de $1,000 millones, El Salvador reducirá la brecha de financiamiento del Gobierno y le dará liquidez, por lo que el cálculo de crecimiento es del 5 % del PIB para 2021.
Los números que se desprenden del análisis de Fitch Ratings son una buena noticia para todos los salvadoreños, porque ratifican el dinamismo de la economía y garantizan la generación de recursos para financiar el presupuesto del próximo año.
Esto no quiere decir, sin embargo, que todo el presupuesto de 2021 está financiado por los ingresos del Estado. Siempre se hace necesario el financiamiento externo para garantizar las inversiones contempladas. Eso será así mientras la economía no se desarrolle. Para que esto suceda, hay que sentar las bases para el despegue. Y un crecimiento del 5 % es una buena noticia en este sentido, sobre todo porque tras la pandemia los pronósticos eran sumamente pesimistas.
El presupuesto de 2021 fue elaborado con una expectativa de crecimiento calculada por el BCR. Ahora Fitch Ratings, el Banco Mundial y el FMI confían en que será superior, lo que respalda la viabilidad del proyecto de gastos para el próximo año.