Un homenaje al sustento de las familias de antaño ganado a partir de oficios dignos que en su momento estuvieron en apogeo es la exhibición «Pan Nuestro» en el Teatro Nacional de Santa Ana.
El pintor Wilfredo Vásquez Munguía y el escultor Edgardo Atilio Guerrero son los artistas que muestran sus obras en el vestíbulo del teatro en la Ciudad Morena.
La esencia de las obras es la dignificación y rescate de aquellos oficios, muchos de ellos que en la actualidad están desapareciendo ante la tecnología y el desarrollo que ha llevado la tecnificación por otra dirección.
«Uno nace con la necesidad de ser alimentado, por eso al niño se lo dan a la mamá cuando nace. Es una necesidad básica del ser humano el alimentarse. Pero sin trabajo esa necesidad no se puede suplir y, en vista de que la sociedad ha dado un rumbo hacia lo tecnológico, hay ciertos oficios o trabajos que ya la gente casi no le hace caso, por eso hemos tratado de perpetuar ciertos trabajos que ayudaron a nuestros padres para darnos ese sustento», expone Wilfredo.
Con ese concepto en mente, el artista pictórico bautiza la unidad como «Pan Nuestro», al mismo tiempo que invitó a Edgardo a participar con sus esculturas.
En total son 14 pinturas con la técnica de acuarela, yeso pastel seco y acrílico. Así como cinco esculturas, tres de ellas talladas directamente en madera, otra con la técnica de terracota y patina de bronce antiguo y una más en mármol reconstruido.
El maestro Wilfredo también explica que su arte y el de Edgardo es un ejemplo del trabajo que se hace con vocación y que, al final del día, cada cuadro y escultura también es el sustento que proveen a sus hogares.
La obra pictórica desde un inicio se hizo bajo el concepto de la redención y memoria de los oficios, mientras que la escultórica contó con una selección del autor para colaborar en el montaje.
Los cuadros retoman oficios como el de la molienda con «Mielera», la tortillera con la obra «Melina», el «Sembrador», la «Alfarera», la vendedora de petates en la pintura la «Izalqueña».
Las esculturas van desde el «El Leñador», «El Lustrador» hasta piezas con un significado más metafórico como «El Vagabundo», que representa a esos seres que, a juicio del autor, son desplazados por la sociedad y el mercado laboral y terminan como seres errantes.
El «Perro» es una escultura tallada en madera, que sin desearlo termina haciendo muchos trabajos en la cotidianidad humana.
«El “Perro” es parte del trabajo del ser humano, por ejemplo, es rescatista, policía, compañero fiel, hay perros guías, por eso es parte de la exhibición», explicó Edgardo.
El escultor comenta que parte de su obra expuesta en el Teatro de Santa Ana conforma el trabajo de los últimos 11 años en los que ha experimentado con diferentes técnicas.
La obra de los maestros Wilfredo y Edgardo estará disponible hasta el 20 de abril. Para observarla, el horario disponible al público en el Teatro Nacional de Santa Ana es de miércoles a domingo de 8 de la mañana a 4 de la tarde.
La exposición puede ser vista por todo el público. La entrada no tiene costo.
EDGARDO ATILIO GUERRERO NACIÓ PARA SER ESCULTOR
Su afición por las artes fue lo que le llevó a empezar en 1994 la licenciatura en Artes en la Universidad de El Salvador, pero fue hasta que llegó a la materia de Escultura que sus manos rápidamente sabían qué hacer.
Edgardo recuerda que el maestro Napoleón Alberto Escoto le impartió esa materia, y fue él quien notó que era un escultor nato; sin embargo, fue también quien le dio una de las primeras lecciones en su carrera: aunque haya facilidad de hacer las cosas siempre hay que seguir la técnica y el protocolo.
Edgardo, al igual que Wilfredo, es un artista independiente, es decir, que no pertenece a ningún colectivo. Su obra ha sido compartida en la casa de la cultura de Ahuachapán, en el Centro para las Artes Alfredo Espino y ahora en el Teatro Nacional de Santa Ana.
Entre las técnicas que más utiliza son el tallado en madera y la terracota con patina de bronce antiguo.
WILFREDO VÁSQUEZ SIEMPRE TUVO AMOR POR EL ARTE
El artista de 52 años nació en una familia con inclinación por las artes. Su vocación la encontró desde pequeño cuando en la escuela se destacaba por su facilidad en el dibujo. En su juventud siguió sus habilidades estudiando el bachillerato en artes plásticas en el Centro Nacional de Artes (Cenar). Allí reconfirma su talento para empezar a trabajarlo con técnica. En esa etapa contó con maestros como Carlos Cañas, Antonio García Ponce, Alfredo Catalán, maestros de renombre que le ayudaron en su formación como artista plástico.
En segundo año de bachillerato ya había logrado varios cuadros. De hecho, según comenta Wilfredo, algunos ya habían viajado a Brasil e Italia. Al salir del Cenar la formación del maestro se vuelve autodidacta y posteriormente estudió la docencia en Artes Plásticas.
En los siguientes años logró exponer sus primeras obras en la Sala Nacional de Exposiciones Salarrué. En los años siguientes expuso en la Biblioteca Granadino, en la casa de la cultura de San Miguel. Su firma es Munva.