A 20 años de prisión fue condenado Juan Antonio Montes Funes, alias «Piocha» un miembro de la Mara Salvatrucha que vapuleo y estranguló a una joven, en Rosario de La Paz, departamento de La Paz.
La pena la impuso el Juzgado Especializado de Sentencia para una Vida Libre de Violencia y Discriminación para las Mujeres de San Salvador, tras finalizar la vista pública.
En la calificación jurídica que hizo el tribunal concluyó que no se reunían los requisitos para condenar por feminicidio y lo encontró responsable de homicidio simple y el pago de $500 en concepto de responsabilidad civil.
Al momento de emitir la sentencia condenatoria la jueza sostuvo que la Fiscalía General de la República probó que Montes Funes cometió el crimen y fue presentado desde que inició el proceso penal como autor directo.
En la exposición de los hechos, el ministerio público afirmó que cerca de las 12 de la noche del 4 de marzo de 2021, «Piocha» comenzó a discutir con una persona a quien quiso golpear en el interior de un establecimiento nocturno donde estaba departiendo.
La joven evitó que el pandillero cometiera la agresión y le detuvo la mano para que no lo hiciera, lo cual le causó enojo. Posteriormente le dijo a la víctima que la iba ir a dejar a su casa, le echó el brazo y se retiraron a pie del establecimiento por una calle oscura.
La joven no llegó a su casa ya que el pandillero la asesinó y el día siguiente fue encontrada muerta en un predio baldío ubicado en el kilómetro 47 de la carretera a San Luis La Herradura.
Luego del levantamiento de cadáver que hizo Medicina Legal, la Fiscalía ordenó que se hiciera la autopsia para determinar la causa de muerte y en dictamen confirmó que tenía múltiple golpes y estrangulamiento.
Todos esos elementos que la Fiscalía General de la República incorporó al expediente fueron analizados por la jueza y resultaron claves para imponer la condena al terrorista.
Declaración de testigos quienes vincularon a Montes Funes con el crimen reforzaron la acusación del ministerio público, se logró establecer que todo se originó con esa discusión en el establecimiento.
Al pandillero no le gustó que la víctima le impidiera golpear a otra persona y lo tomó como una injerencia en su accionar delictivo.