Según estos documentos, obtenidos inicialmente por el diario The Boston Globe, la exesposa y el hijo del reservista del Ejército Robert Card (30 años) también declararon a la policía local en mayo pasado que se había vuelto paranoico, «escuchaba voces» y había almacenado hasta 10 o 15 rifles en casa de su hermano.
En una carta enviada en septiembre a la oficina del sheriff local, la reserva del Ejército estadounidense indicó, basándose en el testimonio de uno de los colegas del involucrado, que Card corría el riesgo de «explotar» y «perpetrar una matanza en masa».
Armado con un rifle semiautomático, Card abrió fuego contra clientes el pasado miércoles en una bolera y un bar de Lewiston, un ciudad de 36.000 habitantes, matando a 18 personas e hiriendo a 13. Las víctimas tenían entre 14 y 76 años.
Se suicidó con un arma de fuego, cerca de un río en Lisbon, a unos 20 minutos de Lewiston, según indicó a la prensa Michael Sauschuck, responsable de la seguridad pública de Maine.
Los investigadores siguen procurando establecer los motivos que llevaron a Card a cometer la masacre. La policía recuperó tres armas de fuego en su entorno.
Si bien las autoridades informaron que sufría problemas de salud mental, se resaltó que pudo comprar armas legalmente porque nunca fue obligado a recibir tratamiento siquiátrico ni fue internado.
Según nuevos documentos, en la reserva militar estadounidense se había enviado a Card a una unidad psiquiátrica el pasado mes de julio, donde permaneció durante dos semanas, después de que había amenazado a varios compañeros.
Los tiroteos masivos son habituales y han generado alarma en la población de Estados Unidos, un país donde hay más armas que personas y donde los intentos legales por frenar su propagación siempre encuentran una dura resistencia.
Estados Unidos registró más de 500 tiroteos masivos en lo que va de 2023, según Gun Violence Archive, una ONG que define un incidente de ese tipo como un hecho que involucra armas de fuego y deja cuatro o más personas heridas o muertas.