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Carlos Cordero, ACADÉMICO E INVESTIGADOR EN DISEÑO
ARTÍCULOS DE HISTORIA Y SIMBOLISMO – CUARTA ENTREGA
A través del tiempo el tema de los fantasmas y cuanto fenómeno relacionado con la vida después de la muerte ha interesado al ser humano, y es que, la cuestión de los sucesos de ultratumba constituyen eventos cuya explicación racional no ha encontrado un espacio ante los ojos de la ciencia materialista moderna. Como consecuencia de lo anterior, los estudios más actuales que se tienen al respecto recaen en la parapsicología, disciplina que trata al igual que la psicología, el comportamiento humano, pero enfocándose en la actividad extrasensorial, llamada actividad psi.
Por otro lado, el estudio de los fantasmas y apariciones, ha estado siempre presente a través de la historia, siendo en el mundo grecolatino, uno de sus registros más antiguos, en el que destacan el Fedón del alma de Platón, la Mostellaria o Comedia del Fantasma de Plauto, primera obra de la literatura latina que habla sobre el concepto de la casa encantada, así como también, el relato del filósofo y el fantasma, escrito por Plinio el joven quien vivió entre los siglos I y II de nuestra era. En dicho escrito, el autor menciona al filósofo Atenodoro, quien vivía en Atenas; en esta ciudad había una casa que había sido deshabitada por sus dueños y estaba puesta en venta, sin embargo, corría el rumor que el fantasma de un anciano aparecía en las noches haciendo un ruido ensordecedor con cadenas que arrastraba. Por esta razón, ningún habitante de la ciudad quería saber de esta morada. Es así que Atenodoro solicita pasar una noche en dicho domicilio, que era grande, oscuro y espacioso. Dice el relato que a medianoche solo cubría el silencio propio de la hora, pero a medida avanzaba el tiempo, se comenzó a escuchar el ruido de las cadenas que comentaban los habitantes de la ciudad, es así que poco a poco, el espectro comenzó a hacerse visible en la presencia del filósofo, quien hundido en sus meditaciones, no prestó atención a cuanto ruido causara esta ánima para llamar su atención. Finalmente, el fantasma cansado de no haber logrado tener el interés del sabio, salió de la casa y desapareció en el jardín; Atenodoro que había presenciado esta aparición lo siguió y marcó el lugar donde se había esfumado. Al día siguiente en presencia del gobernador de la ciudad, ordenó que se excavara en el patio, justo en el sitio de la desaparición del espectro. Para sorpresa de todos, encontraron los huesos de una persona encadenada, a la cual se le dio una digna sepultura, así desde ese día dejó de aparecer dicho fantasma en esa casa.
Este relato es una prueba de cómo este tema ha sido objeto de interés a través de todas las civilizaciones, y que en ciertos escritos de corte esotérico se ha querido dar una explicación. Una de estas descripciones, lo tenemos a través de la obra de Madame Blavatsky, fundadora de la teosofía, y quien, a través de su trabajo, menciona que el ser humano está compuesto por una serie de cuerpos y subcuerpos, denominada esta organización como la constitución septenaria. En este concepto, se expone lo que se denomina como personalidad, que es la consecuencia de cuatro subcuerpos, siendo estos: el cuerpo mental, el cuerpo emocional, el cuerpo energético y el cuerpo físico o elemento denso. Además de estos cuatro componentes, tenemos dentro de cada ser, una triada divina, que sería la parte inmortal de cada individuo, su realidad espiritual, o la monada dentro de cada ser humano; asimismo, entre la personalidad y la divinidad, existe un puente que une ambas naturalezas, siendo este enlace el equivalente del alma que en sánscrito es denominado Antahkarana.
A partir de este último término indoeuropeo, cuando una persona muere, su cuerpo físico o denso se desintegra, para solo quedar el cuerpo emocional y el mental, que se irán desligando de este plano, para finalmente entrar en reposo. Estos dos últimos subcuerpos, están en relación directa con lo que se conoce como alma que, dependiendo del grado de apego que tuvo en vida, se unirá al espíritu inmortal o permanecerá atado a la materia, si sucede lo último se denominará como un fantasma.
Una explicación más plausible lo encontramos en escritos como en el apartado de Los descuartizadores de cadáveres del Tibet, de Lobsang Rampa, que describe que es un fantasma. Dicho autor menciona que la vida es un fenómeno eléctrico, que al morir un individuo se le extingue el brillo de la cabeza o relumbre de la fuerza vital, y que el cuerpo tarda en morir tres días, para que cese toda actividad física y el espíritu, alma o ego, o el yo, se libere por completo de la envoltura carnal. Este autor expone que existe un doble etéreo formado durante toda la vida del cuerpo y, que al morir, puede llegar a convertirse en un espectro.
En complemento a esta definición, Lobsang Rampa dice que si el cuerpo tiene poderosas razones para adherirse a la existencia, entonces se intensifica el doble etéreo hasta formar lo que conocemos corrientemente por un fantasma y que vagará por los sitios que le son familiares. Por ejemplo, un avaro puede tener tal apego a sus sacos de dinero que todo su ser esté concentrado en ello. Lo más probable es que muera pensando con terror en lo que va a ser de su dinero y, de este modo, en el momento de su muerte se fortalece su «personalidad etérea». El feliz heredero de los sacos de dinero se sentirá muy inquieto durante las noches. Dirá que «el viejo Fulano de Tal está rondando su dinero». Y tiene razón: es muy probable que el fantasma de Fulano de Tal esté furioso porque sus manos (espirituales) no puedan apoderarse de ese patrimonio.
Una vez explicado el fenómeno del fantasma, surge una inquietud, como la relacionada con las visitas de difuntos previos a la muerte de una persona, como una premonición hacia ese destino final. Bajo este tema, el escritor, Jesús Navarro Egea menciona en su artículo, Fantasmas y muertos, que en la localidad de Mazuza, en Murcia, determinados individuos aseguran vislumbrar a otros que van a agonizar o muertos inmediatos a manera de premonición y en vida de los futuros difuntos. Estos espectros en palabras de este autor, portan una vela y que se va apagando conforme la persona a la que acompañan va falleciendo. La misma tradición relata que quien revela la aparición antes de cumplir su cometido, sobrevienen terribles desgracias, a manera de maldiciones.
Otra de las tradiciones, según Navarro Egea, se encuentra en los campos de Béjar, en la que se menciona una maldición, cuando alguien condenaba a un enfermo con la expresión: No morirás hasta que te perdone, haciendo que la agonía del doliente se incrementara, siendo necesario buscar el perdón del calumniador, y así terminar el suplicio y el agonizante pudiera irse en paz.
Siempre con esta tradición de las premoniciones, están los escritos de Alfredo Rubio, quien menciona al personaje de Miguel Cuadrado, que vivió en el siglo XIX, promotor de adivinaciones y que, según relatos, predijo que una vez hubiese fallecido, sería devorado por las ratas, profecía que se cumplió. Podemos decir para concluir, que la cuestión de los espectros y las apariciones, es algo que ha inquietado a la humanidad desde tiempos remotos ante el velo que cubre la existencia más allá de la vida. El natural miedo ante lo inexplicable hace que exista a su vez, un morbo hacia estos temas, que dejan más preguntas que respuestas. Posiblemente, en ese deseo infinito de comprender lo incomprensible es que surge una valoración hacia el tema de la muerte, y en el que el fantasma se convierte en el testigo de esa vida ulterior, o la prueba fehaciente en la búsqueda de esa otra realidad. Sea cual sea la razón, solo nos queda seguir cuestionando, seguir buscando, y seguir viviendo, porque al término de la existencia finalmente tendremos la respuesta, hacia eso que tanto nos apasiona. Entonces, será cuestión de encontrar la forma de contar esa última experiencia.
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DePoesía
«LA SERVIDUMBRE INDÍGENA»
Por Carlos Sibrián
La audiencia puso fin a la cruel esclavitud,
aplicando con rigor las duras leyes nuevas,
y quitando el dominio sobre miles de esclavos
que vivían tan dispersos en manos de esclavistas.
Desde entonces, los indios, pasan a servidumbre,
en pueblos erigidos pronto por ellos mismos
con templos y cabildos a la usanza española,
y pagando tributos como vasallos del rey
a cambio de ejidos y tierras comunales.
La reacción de esclavistas fue burda y turbulenta.
Gritaron y lloraron reclamando a los indios,
diciendo que volverían a su lejana España
porque nadie les daría de comer un solo pan,
declarando así su definición esclavista
y su propio parasitismo torpe y vulgar.
No solo pedían sus esclavos liberados,
continuaron herrando hombres, mujeres y niños.
Tal era su codicia por mayores riquezas.
Al final, mucho cambió, sin volver la esclavitud.
Parte de los tributos les fueron entregados.
La nueva encomienda fue justamente eso:
pueblos de indios tributando a explotadores,
a extintos esclavistas para así consolarlos.
Se creó también el nuevo repartimiento de indios
o trabajo casi gratis para
explotadores. El cambio afectó
a los mismos sufridos indios,
que jamás recobraron
su perdida libertad.
DeCuento
«DAEVA»
Por Alex Blanco
Violeta observó el horizonte y señaló la primera estrella de la noche. Entonces, su acompañante la invitó a sentarse sobre las rocas. Una vez ahí, la mujer habló:
—Hace muchísimo tiempo hubo un dios «todopoderoso» que regía con benevolencia una miríada de universos que emanaban de sus sueños y del amor más puro. Mundos completos donde todo era equilibrio y armonía.
Por alguna razón desconocida, el dios tuvo un deseo. Luego de milenios de anhelar un hijo, dicha gracia le fue concedida. Por quién…. ¡no me lo preguntes! Entonces incontables universos florecieron desde las galaxias más lejanas hasta los núcleos más recónditos del mundo subatómico.
El dios podía engendrar una nueva vida por sí mismo. Luego de muchos kalpas, el embarazo llegó a término y al final nació una hermosa diosa.
Pero algo muy malo ocurrió.
El pequeño ser divino desapareció un par de días después de su alumbramiento… ¿o acaso fue eones? No se supo con certeza si dejó de existir o si su energía se consumió.
El dios enloqueció de dolor y por primera vez derramó lágrimas. No entendía por qué si era todopoderoso esto había sucedido. Entonces entendió que era limitado.
Así, su tristeza cambió a una rabia incontrolable donde por puro capricho destruyó incontables mundos con todos los seres que ahí habitaban. Al percatarse de su error, trató de expulsar de sí mismo aquella rabia que lo dominaba, se dispuso a sacar esa oscuridad.
Pero al intentarlo engendró a un ser oscuro cuyo nombre es impronunciable. Este reprodujo la maldad y perversión contaminando todo lo que tocaba, era como una gota de aceite arrojada en un manantial. Una horda de monstruos nació de aquella abominación, criaturas descomunales y malvadas que se esparcieron como una enfermedad a través de muchos mundos y realidades creadas. Uno de ellos conocida como Abu Kathaqui resultó ser uno de los más perniciosos porque debido a su naturaleza etérea no podía actuar sobre la realidad, pero era capaz de seducir a los seres que habitaban aquellos universos para que cumplieran con la tarea de alimentarlo y llevaran a cabo sus planes de destrucción.
Muchos mundos fueron consumidos por su hambre de caos y maldad. Y con la ayuda de su congregación pudo propagarse como el fuego en maleza seca.
No es sino hasta ahora que podemos dejarlo aislado para que sea consumido por su propia voracidad.
Violeta escuchó el relato, fascinada hasta el tuétano, entonces que una duda surgió y dijo:
—¿Eres tú la «diosa desaparecida?»
La joven sonrió y con una expresión triste respondió:
—¡No! ¡Para nada! Soy una añoranza, un recuerdo…
Aunque eso no me impide hacer lo que hago.
—¿Qué es?
—¡Devolver el equilibrio!
Violeta se le quedó viendo confusa, por lo que su interlocutora añadió:
—Lo importante es lo que tienes que hacer. Así que escúchame… Entonces, le explicó cómo proceder para devolver «el equilibrio» y errar de una vez por todas «la puerta», aquello que se interponía entre su mundo y esa oscuridad acechante.