Las operaciones bariátricas no son estéticas, ni atienden a un deseo de vanidad. Son intervenciones médicas que modifican el estómago para lograr, en un primer momento, la pérdida de peso, pero su efecto positivo es a largo plazo: evitar enfermedades derivadas de la obesidad.
La manga gástrica es un tipo de operación bariátrica que no es reversible, pero si es necesario sí puede ser un primer paso y luego pasar a un «by-pass» gástrico.
El procedimiento no es nuevo, lleva décadas haciéndose, pero la tecnología de punta mediante la laparoscopía y el seguimiento médico hacen de la cirugía una opción para las personas obesas.
El doctor Ángel Henríquez, cirujano digestivo y hepatobiliar, junto al doctor Luis Martínez, cirujano digestivo (ambos fundadores de Avante Centro Médico Especializado), llevan más de 12 años haciendo operaciones bariátricas en el país, para un total de casi 900 cirugías.
El inicio de un tratamiento de este tipo es informase con los especialistas. La enfermedad de la obesidad es evidente de manera física, pero también conlleva otros achaques como la diabetes o la hipertensión, por mencionar los más comunes. Una vez hay un acercamiento, los médicos hacen una medición con una máquina de impedancia.
«La máquina de impedancia es un instrumento fundamental para nosotros, ya que además de sacar peso y altura, también se sacan los minerales del cuerpo, los niveles de grasa, de agua, de músculo del cuerpo, porque también con base en eso se determina qué tipo de cirugía (bariátrica) será la que se aplique», explica el doctor Henríquez.
Una vez se clasifica qué grado de obesidad tiene el paciente, si es arriba de 35 el índice de masa corporal (IMC) puede ser candidato para una manga. El proceso, entonces, se abre a un staff multidisciplinario en el que interviene una nutricionista, una psicóloga y los especialistas digestivos.
Este acompañamiento seguirá durante y después de la operación, porque tan importante será la manga bariátrica como mejorar los hábitos alimenticios y controlar los factores psicológicos que detonan ansiedades y otras situaciones que se sustituyen, esconden o satisfacen con la comida.
«Nosotros pretendemos cambiarle su chip a través de la psicóloga; la nutricionista y los médicos para que se alimente de forma diferente de aquí en adelante y no regrese a la vida anterior», enfatiza el especialista.
«Yo me hartaba las emociones»
Hace nueve años, René Valdivieso tuvo conocimiento de la manga bariátrica por medio de una clienta. Hizo la consulta en el mismo lugar que la clienta se operó. Empezó el proceso a pesar de que el tratamiento era todo un tabú, incluso, para las personas con obesidad.
En medio del proceso, tuvo conocimiento de otra conocida que recién se había hecho la misma cirugía, pero el estómago se abrió. Eso lo desincentivó y renunció a la idea, incluso, con todos los problemas de alimentación que padecía y que siempre estuvieron presentes en su vida.
La idea quedó en el abandonó hasta hace un año, cuando René comenzó su proceso de hormonización para transicionar a ser María René. Entonces, una clienta apareció de nuevo y no la reconoció. Jacky había perdido 120 libras. «Era una barbie completa, porque ella es rubia, blanca, ojos claros naturales y cuando la vi le dije “Jacky, nunca había sentido todos los tipos de envidia que existen en la vida»».
Entonces, retomó la decisión’ para aliviar su problema de obesidad mediante una manga gástrica.
«Yo siempre he tenido problemas con el peso, con la obesidad. Yo me hartaba las emociones. Si estaba triste, comía; si estaba alegre, comía; si estaba enojado, comía», confiesa la youtubera y estilista propietaria del salón René Valdivieso.
Reconoce que siempre tuvo trastornos alimenticios, momentos en los que comía en exceso o dejaba de comer. Por ejemplo, una cena para él eran 6 pechugas de pollo frito, 3 ensaladas, 3 órdenes de papas, 6 panes y un litro de soda.
En enero se sometió a la operación. En su punto de peso más alto llegó a las 270 libras. Cuando inició el proceso llegó con 246 libras. A la fecha ha perdido 34 libras y espera llegar a 180 libras.
En sus palabras claras y honestas, como suele ser, expone que respeta mucho la imagen de cada persona, y como cada uno pueda sentirse cómodo. En su caso, dentro de su transición de hombre a mujer, sabe que siempre tendrá un cuerpo grande, es su complexión, pero quiere tener un peso saludable y con el que ella se sienta plena.
«Mi vida ha cambiado un montón. Yo soy una persona que ha transicionado toda mi vida y no me refiero a algo sexual, sino como ser humano y la manga gástrica me ha ayudado ¡wow!, para darme seguridad, para darme estabilidad emocional en saber que no me voy a ir a hartar lo que se me cruce en la calle. Antes, podía comerme gran cantidad de comida, lo que yo quería», expone.
Su trabajo emocional y físico continuará, sobre todo lo primero, porque está consciente que aún con la manga puede hacer trampa y comer poco, pero a cada hora. Pero su mente está firme y decidida a tener una vida plena.