Cuando el reloj marcó las 5 de la tarde del domingo 28 de febrero, los salvadoreños sabían que la posibilidad de elegir diputados y alcaldes había terminado. Las ansias dominaban la nación de siete millones de habitantes pues desde el 2019, cuando se eligió como presidente a Nayib Bukele, se auguraba el fin de los partidos tradicionales en el país centroamericano.
El lunes 1 de marzo el augurio fue una realidad. El oficialismo ganó la mayoría calificada del Congreso: 56 curules de 84. Y si le sumamos los aliados llega hasta los 61 legisladores a favor del presidente Nayib Bukele. Los números no le dan la mayoría absoluta, pero sí la mayoría calificada suficiente para aprobar préstamos o elegir funcionarios importantes en otros órganos del Estado.
Aunque el Tribunal Supremo Electoral de El Salvador no ha publicado los resultados preliminares, los cálculos fueron hechos con base en el 90% de actas procesadas. De modo que no existe duda de que el mapa político en El Salvador se ha reconfigurado y su nueva composición relega a la nada a los partidos herencia de la posguerra: ARENA y FMLN.
Para la mayoría de los salvadoreños que votaron por el oficialismo el 28 de febrero es el inicio de un cambio necesario; para otros es el fin de una libertad que se conquistó tras la firma de los Acuerdos de Paz, y que puso fin a la guerra en El Salvador en 1992.
Pero el oficialismo o el gran ganador de la contienda electoral en El Salvador es el partido Nuevas Ideas, que nació en 2017 como un movimiento político en apoyo al entonces alcalde de San Salvador, Nayib Bukele. Un año después, se convirtió en partido político. Aunque esta era la primera vez de Nuevas Ideas en una contienda electoral.
Como anticipaban las encuestas, Bukele ganó el poder Ejecutivo en 2019 y el Legislativo este 28 de febrero, por lo que tiene dos de los tres poderes del Estado a su favor. El control podría ser absoluto, opinan expertos, pues la nueva Asamblea elegirá al siguiente fiscal general y a cinco magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), incluidos el presidente de la Corte Suprema y la Sala de lo Constitucional.
Uno de los votantes de Nuevas Ideas, Julio Villalta, dice ser el ganador de los resultados del domingo. Tiene 60 años y votó en La Libertad, el segundo departamento más poblado de El Salvador. Una noche antes de las elecciones escribió en sus redes sociales: «Mañana todos a votar por la N de Nayib».
Un mensaje claro para los seguidores del partido y confuso para otros quienes saben que el único ciudadano inhabilitado para competir en esas elecciones era el presidente. Pero la razón de esta invitación tiene una explicación: Nuevas Ideas utilizó como mensaje central de su campaña la «N» de Nayib.
A diferencia de otros partidos que pedían el voto para sus candidatos. La sagaz estrategia le dio la victoria a Nuevas Ideas que llevaba en sus filas a la mayoría de candidatos no familiarizados con la política.
Pero ni el surgimiento de nuevos partidos como Nuestro Tiempo y Vamos dieron como resultado una Asamblea con mayor presencia de la oposición.
El partido oficialista ha sido elegido con el mayor porcentaje de participación de las últimas nueve elecciones. Y aunque el presidente Bukele no ha dado una conferencia luego de los resultados sí publicó en sus redes sociales el mensaje: «Estamos escribiendo la historia del país».
Una visión con la que concuerda Danny Amaya, líder comunitario en Washington D.C. y miembro fundador del partido Nuevas Ideas quien dijo a la Voz de América que «el actual presidente ha ido mostrando el cambio al que aspiran los salvadoreños».
Y agregó: «El sueño de todo salvadoreño es algún día poder regresar (…) pero para eso necesitamos tener un país seguro, en el cual podamos invertir».
Desde el gobierno salvadoreño hay aplausos por los resultados; al parecer se acaban dos años de guerra política contra los legisladores actuales. Y el gobierno buscará mantener los sucesos que abonaron a la victoria, como la baja en la tasa de homicidios de 50 a 20 por cada 100.000 habitantes.
Luego de cuatro periodos presidenciales de derecha y dos de izquierda, y de mantener entre 25 y 35 diputados cada partido durante esos años, el fenómeno Nayib Bukele terminó por cambiar el mapa político salvadoreño. ARENA ha quedado con 14 diputados y el FMLN con cinco.