ODISEA CINÉFILA
Nicolás Baires, PRODUCTOR AUDIOVISUAL
Artículos sobre cine / QUINTA ENTREGA
Hace unos días, cumplió años el genio Martin Scorsese, y cuando me preguntan ¿cuál de todas sus películas es tu favorita? y siempre respondo «Taxi Driver».
A 45 años de su estreno, me parece una película aún muy importante, reflejo y voz de su tiempo, el manifiesto de una generación y una sociedad que, eventualmente, encontraría su redención. Pero, siendo la historia un ciclo que se repite sin fin, ante los nuevos contextos la película se convierte en un presagio de lo que está por venir.
Nacida de la propia sensación de aislamiento del escritor Paul Schrader en un punto bajo y desagradable de su vida, esta historia sobre un taxista solitario es la de un hombre perdido en un mar de gente, incapaz de establecer algún tipo de conexión y abandonado a sus propias ilusiones que lo llevan a lugares peligrosos.
Travis Bickle, el protagonista, es un joven exmilitar, que ha llegado a Nueva York solo para terminar trabajando como taxista porque ha estado recorriendo las calles de la ciudad en medio de la noche y bien le podrían pagar por eso. Cada noche mira por la ventana de su taxi a la ciudad y ve un lugar repugnante. Quiere que se limpie la ciudad, pero como un joven sin conexiones y sin poder, todo lo que ve es una idea turbia de una solución.
En medio de todo esto está Betsy, una joven que trabaja para la campaña presidencial de Charles Palantine. La primera vez que Bickle la ve, ella camina por las calles con un vestido blanco inmaculado, que representa la visión de pureza. Ella termina por ser su única oportunidad de tener una conexión real, pero él tiene tantos problemas para conectarse con la gente que cuando la invita al cine, ve como natural llevarla a ver una película pornográfica, un gesto que ella no aprecia y rompe cualquier contacto con él.
Antes de su cita con Betsy Palantine había subido a su taxi, y el senador le había pedido su opinión sobre lo que era necesario abordar en el país. Bickle solo podía hablar de cómo odiaba a la escoria de la ciudad y de que necesitaba una lluvia limpiadora. Se queda solo después de que Betsy lo deja y Bickle se cierra al desagradable mundo que lo rodea. Compra algunas armas ilegales, practica con ellas sin cesar mientras continúa escribiendo sobre lo terrible que es la ciudad, y analiza los lugares de campaña de Palantine.
Al mismo tiempo, Bickle sigue encontrándose con Iris, una prostituta de 12 años, quien termina representando algo que se puede salvar del caos de la ciudad, por lo que vuelve su atención hacia ella. Él le ofrece todo su dinero para salir y regresar a su casa al tiempo que decide asesinar a Palantine. Cuando eso se frustra, se marcha directamente a la casa de Iris, mata a su proxeneta y a un par de rufianes, y Travis, quien casi muere en el proceso, se convierte en un héroe en los periódicos.
Vendida como un «thriller» moderno, la película es realmente un estudio de un hombre que desciende lentamente a una forma de locura a través de su propia paranoia por la falta de una estructura de apoyo real. Su condición de veterano de Vietnam, junto con su vida en una ciudad que no es la suya, parece implicar una ausencia de conexión con algo significativo. El único símbolo es el de un político y los que lo rodean, un hombre que habla con falsedad incluso cuando habla uno a uno con un taxista. Todo lo demás es horrible y Bickle no tiene nada a lo que pueda aferrarse.
Esta es una película que no ofrece ninguna respuesta a los problemas que plantea. Es el retrato de un alma perdida en un mundo que también ha perdido su alma. La violencia al final es una visión dolorosa de cómo la gente puede quebrarse en un lugar así. Que Bickle termine siendo elogiado por su violencia es un punto irónico que permite que su locura continúe escondiéndose a plena vista.
Podemos pensar que en una sociedad permanentemente en posguerra estos mismos sentimientos están latentes en la ciudadanía actual. Tenemos a toda una generación de veteranos e hijos de veteranos que desean limpiar las calles de la suciedad, pero no saben cómo. Cuentan únicamente con su voluntad, con su furia y su odio. Y, curiosamente, los personajes de la película encuentran su contraparte en nuestra realidad: el ideal al que aspiramos, pero para el que no estamos preparados; la infancia perdida que ve como normal vivir en un mundo inmoral; ilusiones de un maravilloso porvenir, real para unos cuantos, pero imposible para los demás; el político farsante que nos traiciona viéndonos a los ojos; la ciudad corrupta que nos consume.
Aquí es donde la ficción trasciende y nos empuja a dar un paso atrás y reflexionar genuinamente sobre nuestras propias creencias. Scorsese quiere que nos miremos al espejo y decidamos si el fin justifica los medios. Cuarenta y cinco años después, el mensaje aún resuena. Ya recorrimos parte del camino hacia la locura, solo nos queda esperar el abrupto desenlace.
DePoesía
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«SAN MIGUEL»
Por Miguel Ángel Galdámez, Metapán
San Miguel,
Vulcano te saluda,
desde el Chaparrastique,
y yo … con mis alas de hombre
también quiero abrazarte.
Ciudad de carnavales,
ciudad multicolor;
donde bellas mujeres,
de cuerpos exquisitos,
desfilan por tus calles
pregonando su amor.
Anoche vi una de esas,
vestía azul profundo,
y en inocentes giros
desnudaba sus muslos.
La contempló mi alma,
la siguieron mis ojos;
pero al irse perdiendo
me sentí enamorado.
San Miguel,
ya soy tuyo.
DeCrítica
UNA VISITA AL MUNDO AMBIVALENTE DE CÉSAR MENÉNDEZ
Por Juan Carlos Rivas / escritor, artista plástico y periodista
Primera Parte
El espacio y el tiempo nunca serán suficientes para hablar de la obra de César Menéndez; para entrar en el mundo de la psicología y la filosofía de uno de los máximos exponentes de la plástica salvadoreña en el contexto de los siglos XX y XXI.
Considerado por la crítica internacional como uno de los artistas que ha trascendido las fronteras del arte principalmente porque su obra —cargada de humanismo e intelectualidad— explora no solo la condición humana sino sus propios y profundos dramas existenciales; los cuales proyecta a través de sus emociones, conflictos, amores o pesadillas. No encuentro mejor manera que intentar descifrar su mundo a través de la filosofía del arte. De acuerdo con las tesis de los más prominentes filósofos europeos que definen la función del arte, la relación de este con la naturaleza y la del artista con la sociedad, hago referencia a una cita del filósofo, escritor, crítico literario y periodista ruso Nikolai Chernyshevsky, cuando define —a través de los códigos morales de su época— que, no obstante, «el signo característico general del arte que revela su esencia es la reproducción de la vida; las obras de arte suelen tener otro significado: la explicación de la vida que también a menudo son la evaluación de los fenómenos de la vida».
Por tanto, la significación fundamental del arte es la reproducción de todo aquello que interesa al hombre en la realidad. Pero quien se interese en los fenómenos de la vida no puede dejar de evaluarlos, consciente e inconscientemente; aunque lo deseara. Un poeta o un artista, ambos incapaces de dejar de ser humanos en general, no podrían negarse a ofrecer su evaluación de lo que ha descrito; ella se revela en su obra, y esta es la nueva significación de las obras de arte las cuales se convierten en una de las actividades éticas del hombre.
Esto me lleva a enunciar a otro filósofo, lingüista, poeta y crítico literario ruso Visarión Belinsky, quien propone que «cuando un artista habla de algo, no lo explica mediante conceptos sino mediante imágenes, pero sus imágenes son explicativas porque evitan lo fortuito y ofrecen solo aquello que es más importante».
Esto lo podemos traducir como la esencia, el planteamiento estético, la idea, la filosofía propia. Aquí hablamos de los pintores como artistas e intelectuales, no de los pintores, porque hay que hacer una diferenciación para evitar caer en el error de conceptos. Y César Menéndez es un artista en todo el sentido de la palabra. Y es que solo el Artista (con mayúscula) a diferencia del pintor (es decir, el creador de emociones e incluso imitador) vuelve más comprensibles los fenómenos de la existencia, sobre todo porque un artista legítimo está incorporado a la vida ideológica de su época, si en realidad es un gran hombre. Aplicando la filosofía de Chernyshevsky, la creación artística es una actividad moral.
La significación especial del arte reside en lo que hace afín a la actividad intelectual, con esto el arte logra su efecto más vigoroso, más genuino y más educativo.
Según estos pensadores, la intelectualidad avanzada puede hacer despertar y liberar a los pueblos. En este sentido, la obra de César Menéndez —cargada de filosofía, psicoanálisis y ética— apoyada en la simbología del expresionismo figurativo, el realismo mágico y la abstracción también puede analizarse desde el punto de vista de los ilustradores. Entonces, su obra cumple el cometido de la intelectualidad y se convierte en un auténtico libro de la vida.
El arte es universal, por lo tanto, el Artistapintor tiene las mismas interrogantes en cualquier rincón del mundo