En la reciente emergencia por lluvias, El Salvador recibió en ocho días casi la misma cantidad acumulada que la del huracán Mitch. Ese fenómeno climático desató su furia contra Centroamérica en 1998. Durante 10 días descargó sobre el territorio nacional 875.7 mm de lluvia, en tanto que las lluvias estacionarias registradas durante la semana pasada acumularon 845.4 mm, una cantidad similar pero en menos tiempo. De acuerdo con los registros del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, junio de 2024 es el mes más lluvioso en 54 años.
En 1998 el país se paralizó con el huracán. Los daños fueron inmensos y las víctimas mortales superaron los dos centenares. Ahora, en cambio, el país mantuvo abiertas y operativas todas sus carreteras, salvo en los momentos en los que hubo derrumbes, que se retiraron de manera oportuna y eficiente.
Incluso para garantizar la llegada de alimentos desde Guatemala, el Gobierno del presidente Nayib Bukele colaboró activamente en la reparación del puente Bernal Díaz del Castillo, en el municipio guatemalteco de Moyuta. A dos kilómetros se encuentra la frontera Pedro de Alvarado-La Hachadura, donde se construye el puente binacional que estará finalizado en marzo próximo.
Los fallecidos durante la pasada emergencia fueron 19, muchos de ellos no acataron los llamados de evacuación de las autoridades o circularon a pesar de la declaración de alerta roja. Aunque toda muerte es lamentable, cabe destacar que los accidentes en carretera en una semana normal, sin lluvias, alcanzan en promedio 23 fallecidos, por lo que las acciones implementadas por el Gobierno redujeron de manera sustancial la cantidad de víctimas.
Esas mismas acciones son las que evitaron que el Centro Histórico de San Salvador se inundara, como ocurría en las administraciones pasadas cuando las lluvias normales de temporada anegaban amplias zonas. Todavía el problema persiste, pero se debe a la mala actitud de algunas personas, como la de los empleados de un negocio de Santa Tecla que fueron grabados en video en el momento que tiraron basura en un tragante.
Por esa razón, a menos de 24 horas del cese de las lluvias, El Salvador estaba plenamente operativo. La gente visitó la Binaes y el resto del Centro Histórico con total normalidad desde el sábado, y los parques naturales, museos y negocios abrieron sus puertas.
Las medidas preventivas, las obras de mitigación y las acciones ejecutadas durante la emergencia salvaron vidas y permitieron minimizar los daños. El Salvador es imparable.