Por Carlos Cordero, ACADÉMICO E INVESTIGADOR EN DISEÑO
D-signos, ARTÍCULOS DE HISTORIA Y SIMBOLISMO
Sexta entrega.
Criaturas fantásticas que viven en el corazón de diversos pueblos de todos los confines de la Tierra, muchas de estas naciones sin conexión entre sí, pero que en lo recóndito de sus creencias habitan estos seres desde tiempos ancestrales.
Según el escritor N. Jackson, la imagen del vampiro está relacionada con los arquetipos de la sexualidad y de la muerte, del eros y tánatos, de este último asociado a los temores primordiales de una humanidad primitiva, precristiana y pagana. Es desde estos tiempos remotos en que el vampiro toma forma y sobrevive a través del folclor, ya sea como un fantasma depredador de los muertos, el hechicero o brujo que a través de trances toma formas espectrales, o del cadáver de una persona que llevó una mala existencia y que sale de la tumba con intenciones agresivas hacia los vivos.
Estas creencias están enraizadas con el chamanismo y la brujería medieval. El chamanismo es una forma de espiritualidad arcaica desde el paleolítico, en la que los chamanes, del vocablo «saman», el furioso, o «sram», el que se calienta a sí mismo con técnicas místicas, podían hacer viajes astrales a partir del éxtasis adquirido por el consumo de determinadas sustancias y prácticas mágicas que les permitirían adquirir formas animales, de allí que la tradición de la licantropía no está disociada de la imagen del vampiro. Son estos chamanes conocedores de estas fórmulas nigrománticas los que podían entender el fenómeno de la muerte en estos trances, a manera de un deceso simbólico y que dio origen posteriormente a un sistema de credos religiosos en los que no falta la sangre como puente entre el mundo de los vivos y los muertos.
Hablando de deidades asociadas al vampiro, podemos mencionar en el mundo grecolatino a la diosa Hécate, que significa «ella quien hace trabajar su voluntad», hija de los titanes Perses y Asterias, es considerada la diosa y patrona de la brujería, es representada también como parte de una trilogía de mujeres de espalda que portan una llave, una hoja y una antorcha. Estas tres facetas son respectivamente: Hécate, Proserpina y Diana, representadas también por un animal totémico: una cerda, una yegua y una perra negra. Las hijas de Hécate son llamadas empusas, espíritus femeninos chupasangre, quienes atacan a las personas dormidas, que son el equivalente de las lamias romanas o las strigas rumanas, brujas en forma de lechuzas, de donde derivan también los strigoii, una especie de vampiro.
Siempre hablando de deidades vampiras, tenemos a Lilith/Naamáh, divinidad proveniente de las tradiciones hebreas como una reina de la noche y de la sexualidad. Es, además, diosa de la fertilidad en los mitos cananeos y conocida como «Lilitu», lasciva, en Babilonia. La iconografía de esta diosa es la de una bella mujer con patas y garras de lechuza, parada junto a dos leones y dos lechuzas a cada lado. Se representa también con las piernas cubiertas de vello que simbolizan la conexión con la naturaleza y el instinto primordial. Según las tradiciones herméticas, es la primera mujer antecesora de Eva y que se rehusó a someterse a Adán, por lo cual fue expulsada del Jardín del Edén, y desde entonces copula con diablos por las noches. Por otro lado, Lilith representa la libertad y la sensualidad, ¿de allí quizás la tradición patriarcal de personificarla como un demonio?
Continuando con nuestro relato, la sangre es el componente vital que da forma al mito del vampiro y está presente en diversos rituales, los cuales Madame Blavatsky menciona en sus obras «Narraciones ocultistas» y «Cuentos macabros», en los que narra que en la ceremonia de Trizna, de los antiguos cristianos de Bulgaria y Moldavia, durante la ocupación otomana, el Día de los Muertos se hacían peregrinaciones a los cementerios para honrar a los difuntos, se bebía aguardiente y al finalizar la jornada, después del crepúsculo, las mujeres mayores se quedaban a solas y hacían la ceremonia de la evocación, quienes solían herirse el pecho izquierdo para extraer gotas de sangre que vertían sobre la tumba del difunto, lo que permitía por breves instantes que el espíritu se nutriera y se tornara visible.
Según esta autora, si una persona al morir tiene suficientes razones para adherirse a la vida material, es posible que su cuerpo astral se apegue al cuerpo físico y se convierta en un vampiro, el cual vagará por las noches en forma semimaterializada para extraer los fluidos vitales de los demás, y el cadáver será el centro energético. De allí que, según las tradiciones, la forma de acabar con dicho espectro es encontrar el cuerpo y quemarlo.
Estos y otros relatos dan testimonio del mito del vampiro en todas las culturas, como los baobhan sith escoceses, la bruxsa portuguesa, el lampir albano, el vârcolac rumano o el vampyr magyar, de este último se extrae la palabra vampiro.
Finalmente, la literatura se ha nutrido con esta figura de ultratumba desde obras como: «El castillo de Otranto», primera novela gótica de 1764; «La familia del Vurdalak, de Alexis Tolstoy, de 1884; «Carmilla», de J. S. Le Fanu, de 1872; «La novia de Corinto», de Goethe, de 1797; «El vampiro», de John Polidori, de 1819, así como «Drácula», de Bram Stoker, en 1897. Esta última es considerada la obra maestra por excelencia dedicada a los vampiros y representa la eterna fascinación por ellos como una especie de retorno hacia nuestra sombra, figura arquetípica desde la oscura noche de los tiempos.
DeOpinión
El cine y su íntima relación con la comunicación y los comunicadores
Por Sigfredo Arnoldo Figueroa Cortez, estudiante de la Universidad Andrés Bello
Es innegable la importancia del cine como medio de comunicación audiovisual y su repercusión social en numerosos ámbitos. Se dirige primordialmente a las masas, al individuo y a la sociedad; establece un contacto directo con el espectador, con el público y, por tanto, con la sociedad del momento. El mundo actual está rodeado de medios audiovisuales y el cine es el más popular de ellos. Desde sus inicios, el cine y la comunicación han estado estrechamente relacionados por lo que es importante conocer cómo este medio tiene repercusiones sociales, desde el punto de vista de un estudiante de Licenciatura en Comunicaciones.
La eficacia educativa de la imagen es muy relevante, ya que desde pequeños hemos comprobado que nuestra mente retiene más la imagen que cualquier otro signo de comunicación.
Es más efectivo todo aquel conocimiento intelectual que nos llega mediante la realidad y la práctica que por la teoría. Y el cine es una interpretación seleccionada de la realidad que, además de entretener y evadir, puede ser un elemento que construya o deconstruya ideas, estereotipos, mitos, prejuicios, etcétera.
El cine influye en el mundo interno, ayuda a resolver conflictos, cambiar actitudes y hábitos limitantes; desarrolla la creatividad, mejora la comunicación y también contribuye a desechar emociones negativas, por eso las instituciones educativas de El Salvador deberían utilizarlo como apoyo pedagógico desde la educación básica.
Sumergirse en el cine es mirarse en un espejo en el que la gente no se había mirado hasta ese momento, ver a otro al que le pasan cosas parecidas a las que le ocurren a uno (sirve también para desarrollar la empatía), que hace lo que uno podría hacer y no se atreve; nos lleva a preguntarnos sobre el sentido de la propia vida y por las decisiones que tomamos.
Los sentimientos se activan porque las películas están especialmente pensadas para ello. A veces un personaje te hace llorar porque te sientes reflejado en él o porque encarna lo que más deseas. Por ejemplo, la famosa película «Ladri di Biciclette» («Ladrones de bicicletas»), de 1948, en la que nos llegamos a enojar porque le roban el medio de transporte que el individuo utilizaba para trabajar, pero cuando al final se encuentra frente a una solitaria bicicleta en la calle pensamos: róbate esa. Entonces, podemos afirmar que el cine es un arte de masas porque es arte de la imagen, y la imagen puede fascinar a todo el mundo, como decía en sus escritos Alain Badiou.
El actual sistema de comunicación de masas presenta una fuerte tendencia a priorizar los contenidos de evasión y los productos de ficción. El cine junto con otros medios de comunicación de evasión son parte del proceso de formación de una primera identidad colectiva con gran poder socializador. Por tanto, el cine puede contribuir a construir imágenes que sean igualitarias, sexistas, racistas, clasistas o, por el contrario, diluir estereotipos e ideas preconcebidas que vienen cargando las relaciones humanas. Los medios de comunicación de masas tienden a mostrar las situaciones sociales más estereotipadas, perpetuándolas e incluso acrecentándolas. A lo largo de mi proceso formativo he aprendido que manejar la información es riesgoso, por ello la honestidad e integridad periodística son temas que deben adquirir más importancia conforme nuestra sociedad avanza en el tiempo. Como futuros profesionales de la comunicación debemos velar por que el «cuarto poder» mantenga su propósito inicial.
Ahora, como ciudadanos debemos aprender a comprender estas cosas, ya que la ignorancia de estos temas lleva a las sociedades a seguir patrones que destruyen identidades culturales sin que nos demos cuenta. Todo lo que he dicho no quiere decir que no veamos cine o nos alejemos de los medios tradicionales y nuevos, todo lo contrario, disfrutemos todo lo que se pueda viendo películas, series, lo que más nos guste, pero un consejo de mi parte sería que disfrutemos aprendiendo.
DePoesía
Los tres mundos
Por José Roberto Hernández
Se dice que se llora al nacer,
que llorando pasamos la vida
y se llora al morir.
¿Es este triste panorama
el destino del hombre?
A quienes tienen
tan pesimista horizonte de la vida
yo les replico:
¿hay por ventura
algo más sublime
que la tierna sonrisa de un niño
o el beatífico arrobamiento
ante un inefable atardecer
o el color, la forma y el perfume
de una exquisita flor?
Recordemos lo dicho
por un maestro de sabiduría:
«La naturaleza no posee
bondad ni malicia,
solo sigue leyes inmutables,
ya sea cuando da vida y gozo
o cuando envía sufrimiento y muerte
y destruye lo que ha creado.
La naturaleza tiene un antídoto
para cada veneno
y sus leyes,
una recompensa para cada dolor».
Vivimos en tres mundos:
el físico, el emocional y el mental.
El físico nos demanda
descanso, paseo…
el emocional se nutre de deseos,
y el mental
crea en nosotros
la herejía de la separatividad.
¡Que tome las riendas
de nuestra vida
el divino cochero:
nuestro ser inmortal!