Tras una calurosa bienvenida en el aeropuerto Monseñor Óscar Arnulfo Romero, Marcelo Arévalo se trasladó en una caravana hasta Sonsonate, donde le tenían preparado una bienvenida frente al Palacio Municipal. El tenista, ganador del Roland Garros, fue abrazado por su pueblo, para agradecerle la hazaña que consiguió el sábado pasado en París.
A solo unas calles de donde se montó un escenario nació Chelo, quien ahora entró a la historia al convertirse en el primer salvadoreño y centroamericano en agenciarse un título de Grand Slam.
«Quiero agradecer el apoyo de toda mi gente. Ayer (sábado), después del partido, recibí muchísimos mensajes de apoyo por las redes sociales. Lo primero que se me vino a la mente fue, ‘tengo que ir a El Salvador, tengo que ir a Sonsonate, la ciudad que me vio crecer’», dijo Arévalo tras bajar de una todoterreno que era conducida por Rafael Arévalo, hermano del tenista y alcalde de la ciudad cocotera.
Hubo pólvora, gritos que coreaban su nombre. Su entorno más cercano lo abrazó, le dio el calor que se merece, por el que llegó hasta El Salvador en el medio de su gira.
«Viene otro Grand Slam muy importante (Wimbledon). Pero la verdad es que consideré muy importante para mí tener contacto con mi gente de Sonsonate. Ser sonsonateco, para mí, es un orgullo. Quiero agradecerle a toda la gente que me fue a recoger al aeropuerto, es un gran detalle», agregó el campeón del Roland Garros.
Chelo Arévalo se dirigió a la gente que lo esperaba frente al Palacio Municipal. Les agradeció por todo el apoyo que le brindaron, aunque dará más detalles hoy, en un recibimiento que le ha preparado el Indes en el Museo Nacional de Antropología.
«Le agradezco a mi hermano, que ahora es alcalde de Sonsonate, por este recibimiento que me ha dado, porque son cosas que valen muchísimo para uno como atleta», señaló Marcelo.