Hoy se cumple un año del trabajo articulado entre el Gobierno y la Asamblea Legislativa para comenzar a escribir el final de las pandillas en El Salvador, grupos terroristas que por décadas quitaron vidas, dejaron luto y transformaron con violencia a la sociedad civil.
El presidente de la república, Nayib Bukele, informó el sábado 26 de marzo de 2022 que solicitaba a la Asamblea la declaratoria del régimen de excepción para ser aplicado en todo el territorio nacional por 30 días, con el propósito de frenar la escalada de violencia que se estaba teniendo producto de la actividad delictiva de las pandillas.
En la madrugada del 27 de marzo la Asamblea Legislativa aprobó, con 67 votos a favor, dicha declaratoria amparada en los artículos 29, 30 y 31 de la Constitución de la República.
Dicha decisión fue el inicio del fin de las pandillas en El Salvador, que por más de tres décadas habrían dejado unos 120,000 homicidios, incontables desaparecidos y muchísimos delitos.
Acabar con las pandillas fue, precisamente, la principal petición que la población salvadoreña le hizo al mandatario desde su primer día ocupando la silla presidencial. Desde el primer día que se aprobó el régimen de excepción, el presidente Bukele aseguró que no había retorno en la lucha, y los pandilleros solo tendrían dos opciones: rendirse o dejar de matar.
«Mensaje a las pandillas: Tenemos 16,000 “homeboys” en nuestro poder. Aparte de los 1,000 arrestados en estos días. Les decomisamos todo, hasta las colchonetas para dormir, les racionamos la comida y ahora ya no verán el sol. Paren de matar ya o ellos la van a pagar también».
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Así de contundente fue el mandatario salvadoreño el 28 de marzo de 2022. Las acciones en materia de seguridad continuaron, y mes a mes las pandillas fueron perdiendo terreno, y por tanto el control que tenían en los barrios y colonias, manteniendo en gran zozobra a la población salvadoreña.
El presidente Bukele también vaticinó, en ese contexto, que durante el combate a las pandillas ningún país apoyaría a El Salvador, pero que iban a criticar cuando se conquistaran los logros.
«¿Saben cuántos países han decidido ayudarnos en la guerra contra las pandillas? Exactamente: ninguno. No vengan después a querernos decir que es lo que debimos haber hecho o dejar de hacer, cuando en el momento que pudimos haberlos necesitado, nos dejaron solos», expuso.
Esa proyección se cumplió, ya que presidentes como el de Colombia, Gustavo Petro, entre otros, han criticado fuertemente las estrategias de seguridad aplicadas en nuestro país, sin conocer el contexto ni la realidad que vivió la población salvadoreña.
El presidente Nayib Bukele también remarcó que el primer paso era erradicar a las pandillas, pero debía comenzarse a construir una nueva sociedad, con inversión, con mejoras en infraestructura y reconstrucción del tejido social.
«Destruir a las pandillas que estaban tan enraizadas en la sociedad salvadoreña no es un trabajo fácil; de hecho, siempre se creyó que era imposible. Lograrlo requiere de muchas acciones simultáneas. Una de ellas es destruir sus símbolos, su sentido de pertenencia, su memoria», afirmó el mandatario, al tiempo que compartía un video sobre la destrucción de la lápida de un pandillero.
La realidad de El Salvador se ha transformado en el último año, y la población pasó de tenerle miedo a las pandillas a denunciarlas ante las autoridades.
Los comerciantes dejaron de pagar extorsiones y ahora aumentan la inversión en sus negocios.
Respaldo de la población
Con la seguridad resurgiendo en las comunidades, los salvadoreños han externado su total respaldo al presidente Nayib Bukele, y al régimen de excepción que se ha implementado.
La paz y tranquilidad que actualmente se vive permiten que los habitantes puedan transitar libremente, sin el temor que por cruzar una calle, o un barrio, puedan ser atacados y perder al vida.
Los límites territoriales que las pandillas habían trazado, como si fueran una autoridad para hacerlo, se han borrado, y la población ha decidido que la violencia ya no sea una limitante.
Además, la actividad económica ha tenido un repunte significativo, y comercios donde se había decidido frenar sus operaciones por las amenazas de las pandillas, han vuelto a producir.
El turismo es otro indicador que despunta, ya que el clima de seguridad que vive nuestro país atrae a nuevos visitantes, que ahora ven a El Salvador un destino para conocer y visitar.
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Nuestro país se está abriendo camino para consolidarse como una nación próspera y emergente a escala mundial, con un abanico enorme de oportunidades para toda la población, y dejando en el pasado la historia de terror de las pandillas que solo causaron terribles daños.
La población salvadoreña comparte la visión futurista del presidente Bukele y es conciente que la historia del país está escribiéndose, otorgando al mandatario abrumador apoyo que la oposición política busca desmeritar y desprestigiar.