Cuando Jorge «Mágico» González intentaba hacer la endiablada culebrita macheteada a Diego Armando Maradona y su armada Argentina en la Copa del Mundo de España 1982, en un cantón de Suchitoto Wilfredo se preparaba para gritar, y no un gol, sino su llegada a este mundo.
Vio la luz del día, un 26 de junio de 1982, justo 72 horas después que la Selección de El Salvador se despidiera de su mundial, y cogiera su camino a casa, casi irremediablemente para nunca más volver.
Canas y un par de arrugas en forma de patas de gallo acompañan a Will, que seguramente verá su pelo convertirse en cañal en flor bajo la esperanza de ver ondear la bandera con el azul y blanco patrio en los graderíos y a la Selecta sobre un césped para jugar copa del mundo.
Hoy, Will se alista para atestiguar una eliminatoria más de El Salvador, se prepara quizá, para sufrir una decepción más de las que ya ha vivido conscientemente y con DUI en mano en los últimos 20 años.
Ya muy poco se inmuta por los resultados, aprendió como muchos a celebrar triunfos ajenos, y antes que tirar campanas al aire por la Azul, apela al escepticismo que se huele a distancia en el aire.
No lo culpo, hay razones de sobra para augurar pobres resultados. Coinciden los estudiosos del fútbol nacional en que nos sobra talento en bruto, pero que no existe ni la infraestructura, ni orden, ni las ganas para pulir piezas y eso nos tiene condenados al fracaso y celebrando un mundial que se «a señora» con sus cuatro décadas.
De poco sirve llamarse El Salvador, de tener un monumento al Salvador Mundo, cuando no hay capacidad ni siquiera voluntad para salvar el fútbol y devolver la ilusión a un pueblo que tradicionalmente suda y respira alrededor de un balón.
Eso sí, salir del agujero negro y navegar por las deslumbrantes galaxias del fútbol, «ES» y está en nuestras manos, solo El Salvador puede salvarse así mismo. El momento ha llegado, cabalguemos al ritmo de siempre estas eliminatorias y luego planifiquemos a largo plazo. Devolvamos la ilusión a Will y a todo un país que anhela su tercer mundial.