Estados Unidos podría incurrir en un impago de su deuda a principios de junio, de acuerdo con la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, mientras los políticos del Congreso y del Ejecutivo miden fuerzas por el aumento o la reducción del límite del endeudamiento del Gobierno.
Yellen le escribió al presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, que, a menos que el Congreso actúe con rapidez, habrá «graves dificultades [para] las familias estadounidenses». Además, Yellen dijo: «[Un impago] dañaría nuestra posición de liderazgo mundial y generaría dudas sobre nuestra capacidad para defender nuestros intereses de seguridad nacional». De acuerdo con medios de Estados Unidos, los expertos han advertido sobre una posible crisis en la escala del colapso financiero de 2008.
Pero el escenario a largo plazo podría ser mucho peor. El inversionista Stanley Druckenmiller opina que «la imprudencia fiscal de la última década ha sido como ver el desarrollo de una película de terror». Druckenmille dijo a Bloomberg que espera que el país no caiga en default, pero el especialista considera que la preocupación por el tope de la deuda se queda corta si se le compara con el «tsunami» del problema fiscal que tiene Estados Unidos. Agregó que la situación actual es «mucho peor de lo que pudo imaginar hace diez años».
Al centro está el gasto en programas como Seguridad Social, Medicare y Medicaid, a los que los republicanos desean hacer recortes. Si estos no se recortan, tendrían que ser eliminados en unos años más, asegura Druckenmiller.
Al corto plazo, los trabajos, beneficios y seguridad financiera de millones de estadounidenses están en la cuerda floja. Si se alcanza al escenario de impago para junio, no habrá dinero para pagar a los veteranos ni para los ancianos que reciben financiamiento; tampoco habrá más fondos militares ni para otros programas gubernamentales.
De acuerdo con «The Washington Post», la deuda de Estados Unidos ahora asciende a $31 billones.
El periódico explica que el país se gasta al menos $1 billón más de lo que recauda cada año. Así, el Departamento del Tesoro está obligado a prestar para compensar esta diferencia.
Más allá de esto, si se toman en cuenta los pagos de derechos futuros en su valor actual, la carga de la deuda asciende a $ 200 billones. Además, la ilusión de que la Reserva Federal puede sacar al país del embrollo no considera que la agencia todavía debe una gran cantidad de dinero, dice Druckenmille.
BIDEN NO RECORTARÁ GASTOS
La semana pasada, los republicanos votaron para elevar el límite de endeudamiento nacional, pero con drásticos recortes presupuestarios, mientras buscaban confrontar con el presidente demócrata, Joe Biden, por el gasto «excesivo». Biden dijo este martes que no cederá.
Los republicanos estaban decididos a imponer la Ley de Limitación, Ahorro y Crecimiento en la Cámara Baja del Congreso para reforzar su posición en las negociaciones con Biden.
Pero la normativa no tiene ninguna posibilidad de convertirse en ley, ya que los demócratas, que controlan el Senado y la Casa Blanca, se oponen a ella.
«Debido a que los ingresos fiscales hasta abril han sido menores de lo que la Oficina de Presupuesto del Congreso [CBO] anticipó en febrero, ahora estimamos que existe un riesgo significativamente mayor de que el Tesoro se quede sin fondos a principios de junio», dijo el director de esa oficina, Phillip Swagel, en un comunicado separado el lunes.
En un informe anterior, la CBO proyectaba que las medidas extraordinarias probablemente se agotarían entre julio y septiembre, aunque también reconocía incertidumbre en sus previsiones.
Aunque Estados Unidos alcanzó en enero su límite de endeudamiento de $31.4 billones, el Tesoro tomó medidas extraordinarias que le permiten seguir financiando las actividades del Gobierno.
La Casa Blanca informó el lunes que Biden había llamado a McCarthy esa misma tarde para invitarlo a una reunión el 9 de mayo con los otros principales líderes republicanos y demócratas del Congreso.