Por la situación de la guerra civil de El Salvador, Álvaro Enrique Santamaría, un ingeniero agrícola santaneco, emigró en 1985, en pleno conflicto armado, hacia Canadá en busca de una nueva vida lejos de las balas y los riesgos de cualquier guerra.
Sus primeros trabajos temporales en Canadá fueron en granjas avícolas e invernaderos, donde sus conocimientos agrícolas fueron importantes para ganarse la confianza de sus empleadores.
Comentó que, como todo migrante, comenzó con las tareas más básicas, desde la recolección de huevos hasta la limpieza o preparar las bolsas con tierra para sembrar los plantines.
Por sus conocimientos agrícolas, este santaneco se abrió paso en la industria avícola canadiense, al punto que a los pocos años de trabajo ascendió puestos hasta convertirse en el gerente de una granja productora de huevos y pollos de engorde en 1992.
Una vez al frente de la granja empezó a notar la falta de mano de obra y lejos de decepcionarse, vio la oportunidad perfecta para beneficiar a sus compatriotas y, mediante un programa del Gobierno de Canadá, comenzó a pedir la contratación temporal de mano de obra salvadoreña, empezó a contactar a conocidos en El Salvador, principalmente en Santa Ana, para que pudieran mandar personas con conocimiento agrícola para trabajar legalmente y de forma temporal en dicho país.
«Siempre había escasez de mano de obra, en 2008 comenzamos el programa para llevar a salvadoreños a trabajar en Canadá, primero pensé en Santa Ana, como santaneco que soy, hablé con unos primos para que fueran el enlace y buscaran los perfiles», señaló.
Desde esa fecha, el gerente avícola aseguró que han sido más de 100 santanecos los que han pasado por la granja canadiense, que gozan de los beneficios de trabajar en dicha nación como cualquier ciudadano canadiense, con todos sus derechos.
Los trabajadores migrantes van con contratos laborales de un año, el cual puede ser prorrogable, además se les brinda los pasajes aéreos y cuentan con vivienda dentro de la granja por la que pagan una mensualidad simbólica, donde cuentan con todos los servicios.
Después de más de una década con este programa, actualmente en la granja trabajan solo dos o tres personas no salvadoreñas, el resto son compatriotas que con su trabajo mantienen la producción avícola, quienes con esfuerzo y dedicación han mantenido el programa y con eso las puertas para que más salvadoreños puedan aplicar a este beneficio.