El Jocoro perdió la ventaja en el primer tiempo. Ayer colocó barricadas y creyó que sería suficiente para volver con la otra mitad del billete a casa y lo pagó caro ante un Águila que no desaprovechó la oportunidad. Remató el juego en el segundo tiempo para imponerse 2-0 [2-1 en el global], marcador válido para estar en la final.
A los primeros 40 minutos del primer acto sobre el césped del Juan Francisco Barraza, le sobró la mitad de la cancha. En la parcela Norte solo estuvo Benji Villalobos por si acaso. El meta emplumado, debió pagar entrada, porque sin señal de los fogoneros, tuvo tiempo hasta para hacer videos de Tik Tok.
Sería un pecado desmeritar el trabajo defensivo de Jocoro, pero ayer hubo un solo color en la cancha: el naranja de Águila, que urgido por revertir el 1-0 de la ida, apedreó la cabaña de Manuel González, que atestiguaba como su armada se revolvía por sacar agua del pozo.
La consigna de Jocoro fue atornillar su campo de juego, y para ello colocó a sus once jugadores en la parcela. La misión de presionar cuando el balón cruzaba la línea divisionaria la tenía en primera instancia su goleador: Ovidio Lanza, y cuando este se cansaba de perseguir se turnaban Yuvini Salamanca y Luis Salmerón.
El operativo arriesgado y hasta lógico del profesor Carlos Romero, les hizo vivir momentos de apremio a sus pupilos porque al toque de corneta de Gerson Mayén, Águila era un monólogo en todos los sectores del campo y Jocoro que se resistía a claudicar le quemaba el balón.
Así, sobre los ocho minutos una salida anémica de Meme González abrió un zaguán para que los migueleños festejaran el tan ansiado 1-0, pero la zaga entre el mar de piernas consiguió sacar la pelota desde la misma línea de gol.
Un «doritos» más tarde, en el minuto 12, Santos Ortiz se metió hasta la cocina y sacó un remate apenas desviado que sólo valió para los lamentos de la hinchada emplumada. Estaba claro que sin ser exquisito Águila dominaba las acciones, pero en las gradas la desesperación se comenzó a notar y se lo hicieron sentir a los jugadores cuando estos, a la media hora, salieron para rehidratarse ante el abrazador sol migueleño.
Para cuando el crono marcaba los 40 minutos, el cansancio ya pasaba factura a la visita, retratado por el hecho que ya no llegaban a tiempo a las coberturas. Era cuestión de tiempo para que Águila llegara al gol y endulzara a su hinchada. Y el ansiado grito de gol inundó el estadio cuando el zaguero y capitán Andrés Quejada, en plan de artillero, hundió el balón en el fondo de la red al Min. 42.
Aturdido por el zarpazo, pero valiente Jocoro quiso reaccionar de inmediato y pudo llegar al empate en tiempo agregado, pero se los evitó Benji que se vio sorprendido con un zapatazo de Lanza.
El complemento la fanaticada naranja vio el partido con el crucifijo entre los dientes el rosario en las manos Jocoro mostró una leve mejoría, pero la ansiedad de los migueleños era porque Águila no conseguía el segundo.
Ernesto Corti, detrás del banquillo en las gradas, se percató que el partido se le añejaba y optó por mover la pizarra. Entró Marlon Da Silva por Diego Coca y con él llegó el festejo. El brasileño consiguió el 2-0 (2-1 en el global) al Min. 75 y el Barraza fue una locura. ¡Nos vamos a la final! Gritó uno de los más aventados.
Ese golpe mandó a Jocoro a la cuneta. Intentó reaccionar el equipo morazánico poniendo toda la carne en el asador, e hizo recular a un Águila que ya al verse en ventaja global quiso administrar aire para los minutos finales.
En ese tiempo Águila, que inició con prisa el juego, comenzó a acalambrarse a fin de matar tiempo y que la angustia del rival y el cronómetro hicieran su parte. La suerte estaba echada: Águila está en la final.