La mayoría del pueblo salvadoreño depositamos en el presidente Nayib Bukele la potestad de llevar a cabo las acciones necesarias para lograr nuestro bienestar. ¿Se le hace tan difícil a esa pírrica oposición y sus adláteres internos y externos comprender esta verdad? Cada vez que atacan al presidente están atacando a la mayoría de los ciudadanos honestos de este país, esta es la respuesta a sus interrogantes ¿por qué no aparecemos en las encuestas?, ¿por qué tendemos a desaparecer?, ¿por qué la mayoría nos rechaza? Allí tienen la respuesta, al costo.
¿Por qué sale el presidente Bukele arriba del 90 % en todas las encuestas? Respuesta, porque también nos estamos autoevaluando, así de sencillo. Lo elegimos, se lo ganó con hechos concretos, nos pareció el mejor y más honesto ejecutor, entonces le dimos la mayoría calificada en la Asamblea. El mandato es claro: tome las decisiones que más nos convengan como pueblo.
El 1.º de junio de 2019 comenzó una cruzada monumental liderada por el presidente Nayib Bukele en nuestro amado El Salvador, luego de romper con un bipartidismo nefasto que nos había llevado al borde de un Estado fallido.
La primera acción positiva fue la conformación de un equipo de primer nivel que lo acompañaría a través de estas largas jornadas en bien de la población honrada. No se podía haber encontrado un caos mayor producto de más de 30 años de corrupción desmedida, el país más violento del mundo, un déficit fiscal sin precedentes, un sistema de salud y educación en ruinas, una migración en aumento, era un barco a la deriva, una población desmotivada, sin rumbo y una juventud sin futuro, por mencionar algunas entre un sinfín de situaciones negativas.
Nuestra situación es un caso inédito en Latinoamérica y el mundo: un líder que mantiene el 80 % de su mandato arriba del 90 % de aprobación es porque está interpretando con honestidad el deseo de un pueblo, sin separaciones de izquierda o derecha como símbolos obsoletos de la interpretación de las aspiraciones de toda una nación. Esos desubicados que buscan desesperadamente una explicación, allí tienen la respuesta. Somos testigos de un fenómeno político, humano y social imbuido dentro de un proceso histórico mundial; el advenimiento de un nuevo orden. Los tiempos cambian a un ritmo vertiginoso, y el timón está en buenas manos, estamos como nación en una posición única, con dos monedas, una que tenderá al corto tiempo inevitablemente a desaparecer y la otra que está evolucionando.
Estamos creando un camino con nuevos socios políticos y comerciales, el turismo crece exponencialmente, las bases para recibir a nuevos inversionistas se están consolidando, es un nuevo despertar de conciencia en la mayoría de la población. Esos salvadoreños, que son pocos, que se alegran cuando pasa algo negativo y critican sin propuestas todo lo positivo son dinosaurios que inevitablemente están condenados a desaparecer.
Sabemos que nos falta por recorrer un arduo camino, que habrá serias dificultades, que los enemigos internos que perdieron sus funestos privilegios no cesarán en sus diabólicos planes, pero de lo que estamos seguros es que no cederemos un centímetro, que defenderemos los logros obtenidos con todas nuestras fuerzas. Ahora el poder lo ejercemos la mayoría.