En enero de 2021, a Ana Lucía Morales Domínguez, de 61 años, le cambió la vida por completo, tanto que por poco no cuenta el cuento, luego de que un motociclista distraído la atropelló cuando intentaba cruzar la calle del «by-pass» que desde Sonsonate conduce hacia Acajutla.
Era de noche, el 7 de enero, y la sexagenaria, que se dedicaba a la venta de pupusas, regresaba de la iglesia en la que se congrega hacia su vivienda, en el sector de la terminal de buses de Sonsonate, cuando fue arrollada.
Del impacto sufrió una fractura de tibia y peroné y pasó más de un mes ingresada en el hospital. Por esto tuvo que dejar su pequeño negocio de pupusería y comenzar el proceso de recuperación, que le ha llevado más de un año; de hecho, aún usa un bastón para caminar.
«El motociclista venía distraído, sobrepasó un camión y fue donde me atropelló. Mi vida se detuvo, ya queda uno todo el tiempo discapacitado. Tenía una pequeña pupusería, mi trabajo era hacer pupusas, he pasado bastante tiempo sin vender, dejé de vender», señala.
Entre el accidente, la cirugía y el proceso de rehabilitación en el que ha pasado de usar silla de ruedas, andadra y ahora un bastón, Morales ha podido volver a desplazarse por sí sola hasta hace dos meses, durante este tiempo no ha vuelto a su actividad y solamente ha contado con el apoyo de su hija.
Sin embargo, la mujer recibió la prestación económica que brinda el Fondo para la Atención a las Víctimas de Accidentes de Tránsito (Fonat), que le servirá para volver a abrir su negocio.
«Esto es una bendición, recibir una ayudita; para mí es una bendición porque se necesita por tanto tiempo que está uno sin trabajar, sin hacer nada, esto me va a servir mucho. Estoy agradecida, yo había perdido todo», señala.
Dice que con el dinero que ha recibido y con el apoyo de su hija comenzará, poco a poco, a reanudar su negocio.
«Aunque sea sentada voy a comenzar a atender y a hacer pupusas para los clientes», comenta Ana Lucía.