Que son 11 contra 11, que la afición no juega, que la historia no entra a la cancha, que las matemáticas son solo números, que en el fútbol no hay nada escrito. Cualquier razonamiento es valedero para mantener prendida la llama del sueño mundialista, pero también es bueno recibir un toque de realidad para evitar pesadillas futuras.
La selección de El Salvador, nuestra Azul, ha sumado dos puntos en dos presentaciones como local y ninguno de visita. En términos sencillos, dejó escapar cuatro unidades del Cuscatlán, su casa, y no juzgo si me acusan de pesimista y sacan a florecer el viejo dicho de que «ya se han visto muertos recogiendo basura», pero personalmente no creo que sea el caso: la Selecta, con suerte, solo dará resultados decorosos.
Creo en los milagros, pero en el fútbol, más que en los milagros, creo en las estadísticas, y es a partir de ellas que me toca dictar proyecciones que, aunque no me gustan, es lo que hay. Mis consideraciones no están orientadas a desilusionar, sino más bien a intentar abrir los ojos y que se pongan los pies sobre la tierra para saber qué esperar.
En la fase final eliminatoria, hexagonal u octogonal, como en este caso, la localía debe pesar, y la nuestra en estos momentos pesa menos que el pensamiento de la «pluma» que escribió este artículo.
Para tener opción real de debatir por uno de los tres boletos al mundial, El Salvador debió amanecer el jueves con siete unidades, pero tiene un déficit de cinco puntos y sus rivales directos le sacaron una cómoda ventaja.
Si bien se cerró la primera ventana FIFA y la lógica del fútbol no terminó de imponerse, será solo cuestión de tiempo para que las estadísticas designen el sitial correspondiente, y la Azul no está ni para cerrar entre las cinco primeras.
No solo lo digo yo, lo dicen analistas expertos en fútbol y, mejor aún, las estadísticas. Esas que me han demostrado —a lo largo de 18 años cubriendo fútbol— que raras veces fallan. Basta con echar un vistazo al pequeño recorrido que ha completado la Selecta para confirmar y pintarle un camino espinoso. Un panorama tenebroso a lo que le sigue. Veamos a rival por rival.
Estados Unidos. La selección de las barras y las estrellas le empató de visita y está lejos de ser casualidad. Hasta antes del reciente 0-0, cuscatlecos y gringos se habían enfrentado en una eliminatoria mundialista en seis ocasiones y, de esas, cuatro terminaron en derrota para la Azul, que apenas consiguió dos empates en casa. El último fue aquel 2-2 que se remonta a 2009. Y los últimos cuatro partidos en diferentes competencias todos han terminado en victoria para los estadounidenses.
Honduras. Con los catrachos los números son mejores, pero no dejan de ser negativos: tres victorias y un empate se contabilizaban en 11 juegos registrados hasta antes del pasado domingo en estas lides. El resto, siete partidos, acabó en derrota.
Canadá. Con el equipo de la hoja de maple, antes de la paliza del miércoles anterior, se tenían 10 partidos: cinco victorias para los norteamericanos, tres empates y dos triunfos de la Azul. El último de la Selecta sobre Canadá se remota al 13 de septiembre de 1997 y fue un categórico 4-1, que se jugó en la capital salvadoreña. Los rivales en la lista de espera tampoco son peras en miel, pero, por lo visto, a excepción de México, podrían abrir una luz de esperanza siempre y cuando se encuentre el gol y se aproveche la localía.
Panamá. Es la primera visita en la segunda ventana de la FIFA, y si bien los canaleros registran números aceptables, se presentan como uno de los rivales accesibles, según las estadísticas. Contra ellos se ha jugado en eliminatorias en seis ocasiones y los números se reparten en tres victorias para los nuestros, un empate y dos derrotas. Eso sí, hay que dejar claro que las estadísticas recientes (2013- 2017) que obedecen a otras competencias han sido todas favorables para los panameños: cuatro victorias y un empate. Una victoria ante Panamá el 7 de octubre próximo es sin duda la última rendija que el calendario dispone para El Salvador, puesto que esto le permitiría arribar a cinco puntos y apelar a la lógica de que Estados Unidos (cinco puntos) le ganará a Jamaica; México (siete puntos) se impondrá ante Canadá (cinco puntos) y que Honduras y Costa Rica empatarán.
Costa Rica. El cuadro tico por el momento pasa horas bajas, pero no por eso deja de ser de cuidado para El Salvador. En eliminatorias se han visto las caras en ocho ocasiones y la Azul ha sumado dos victorias, dos empates y cuatro derrotas.
México. La segunda ventana se cierra con el recibimiento de los aztecas en el Cuscatlán el 13 de octubre. Este no solo es uno de los duelos más esperados, sino el más complicado. A los charros se les ha ganado únicamente en dos ocasiones de 10 choques premundialistas y ambas veces ha sido en suelo salvadoreño. El resto son derrotas. La última fue por 1-3 en el coloso de Montserrat en 2016.
Jamaica. Suponiendo que los pupilos de Hugo Pérez derrotan a Panamá y hacen la hombrada de empatar de visita con Costa Rica y evitar que México se lleve la victoria, la Azul alcanzaría siete unidades antes de recibir a Jamaica, que tampoco nos la pone fácil. Cuscatlecos y jamaicanos se han enfrentado en eliminatorias en ocho ocasiones y se han repartido tres victorias por bando y dos empates. Siendo soñadores y optimistas, esta jornada se podría cerrar con 10 puntos, pero aún quedaríamos lejos del objetivo.