El azul emblemático del país acompañó este 15 de septiembre la marcha de la Banda El Salvador en su primer desfile cívico, una presentación con la que el presidente Nayib Bukele y la primera dama, Gabriela de Bukele, lanzan esta iniciativa de formación, inclusión y difusión artística para niños y jóvenes de todo el país.
La banda, coordinada por el Ministerio de Cultura a través del Sistema de Coros y Orquestas Juveniles, busca convertirse en un referente de la música de marcha en El Salvador y América Latina.
La estructura musical está conformada por 300 niños y jóvenes desde los 10 hasta los 25 años de edad, dirigidos por el maestro David Pimentel y un equipo de 24 instructores, que en conjunto constituyen “la banda más grande de El Salvador en su formato marching band, y quizá de Latinoamérica”, indicó el director general de la banda y del Sistema, Walter Ortiz.
Pero más que un gran número de participantes, esta banda se compone de historias y sueños de sus jóvenes integrantes, quienes cumplen su aspiración musical al formar parte del emblemático ensamble.
Las historias de vida de los integrantes reflejan esfuerzos propios y familiares. Hay quienes comenzaron a tocar instrumentos prestados o comprados usados con grandes esfuerzos, algunos crecieron en entornos violentos o alejados de sus padres, otros proceden de lugares poco accesibles, pero todos tienen algo en común: llevan la música en las venas y ahora cumplen su sueño gracias a la Banda El Salvador.
El director musical, Pimentel, comparte: “Ha sido un trabajo bien lindo poder percibir las energías de ellos y los talentos, desde el más genio hasta el que le cuesta más, pero hoy todos se han equilibrado y eso ha sido un proceso fantástico […] La música edifica, cambia vidas, el día de mañana muchos de estos niños pueden ser los maestros de este proyecto, el director, formadores, este es un proceso que ha venido para quedarse”.
En 2016, Carolina Esmeralda Sánchez García, ahora de 19 años, vio a una banda de marching band que integraba su hermano en Santiago Texacuangos y ahí se quedó prendada de la imponencia de la tuba, un instrumento grande y pesado; ahora, es una de las intérpretes del mayor de los instrumentos de viento-metal de la Banda El Salvador y le muestra a otras jóvenes que no hay impedimento para lograr un objetivo.
“Tocar tuba para mí ha sido todo un reto, porque son pocas las niñas que lo tocan […] Todos dicen ‘¡ah, podés con esto!’. Me gusta porque sobresale”, aseguró la joven, quien vive con su padre no vidente.
En el cantón Jalacatal de San Miguel, los padres de Keysi Angelly Mendoza Blanco, de 12 años, apoyan a su hija para asistir a los ensayos en el núcleo departamental e incluso le compraron un clarinete, pues están alegres por los avances de su hija, que ha encontrado en la música una motivación.
Como ella, en Yayantique, La Unión, Marlon Eliseo Hernández García, de 13 años, piensa desarrollarse como músico. “En Banda El Salvador me he sentido muy cómodo, contento, ya que comparto con otros jóvenes de mi mismo departamento y de otros departamentos de todo el país. Los sábados tenemos que madrugar para salir temprano al bus que nos viene a recoger y allá estar en los ensayos generales”.
“Para mí es un orgullo pertenecer a la mejor banda de El Salvador, ya que el Gobierno me ha dado la oportunidad y, sobre todo, a mis padres que me han apoyado siempre”, expresa el joven Edgar Antonio Martínez Hernández, de 17 años, quien ha pertenecido a las bandas de paz desde que inició en el kínder de su cantón, Piedra Parada, en Morazán.
Martínez recuerda que su primer instrumento fue un rallador de queso que usaba con un tenedor para simular un güiro. “Me enamoraba de los instrumentos, de la música; siempre mi sueño fue ser un gran músico”, confiesa este joven que actualmente estudia el Bachillerato en Música y que, tras audicionar en San Francisco Gotera, se sumó a la Banda El Salvador como trompetista.
“Para muchos, la palabra audición no existía en su mundo, pero sí existe el entusiasmo y las ganas. Pusimos audiciones libres, que ellos nos mostraran su talento. A las audiciones llegaban 50, 60 niños”, contó Pimentel sobre el arranque de la estructura musical, en febrero de este año, que convocó a miles de interesados a nivel nacional.
De ese proceso, resultaron seleccionados los 300 niños y jóvenes que actualmente integran el ensamble, como un semillero de un proyecto pensado para crecer. La banda “estará abierta a nuevas convocatorias porque es un programa permanente del Ministerio de Cultura por medio del Sistema de Coros y Orquestas Juveniles”, aseguró Ortiz.
Arreglos originales para banda de conocidas composiciones internacionales sonaron junto a piezas nacionales como “El carnaval de San Miguel”, “Bajo el almendro”, “Patria querida”, “El torito pinto” y, por supuesto, el Himno Nacional, en este debut que asombró a los espectadores. “Con sus notas, con su dinamismo, con su marcha vamos a acompañar actividades cívicas y culturales en nuestras comunidades, mostrando cómo los colores del país se llevan con alegría y con orgullo”, concluyó la ministra de Cultura, Mariem Pleitez, sobre esta nueva iniciativa creada para acompañar y promover el sentir patriótico en la población.